44 La oración de un niño
— ¡Debes comerte todo, Oliver, no voy a permitirte nada berrinches! — Beth se había levantado de la mesa completamente fuera de sí, y levantaba la voz en la mesa, señalando al niño que permanecía sentado sin tocar su plato del desayuno — El rostro de Beth denotaba impaciencia y una rabia encapsulada y venenosa que estaba a punto de estallar.

— ¡No quiero! — Refunfuño enfático cruzandose de brazos, nada en el mundo lo haría comerse eso.

La mujer se dejó llevar por la rabia y el odio visceral que sentía por su pequeño sobrino y caminó hasta su lado resonando los zapatos altos en el mármol del suelo y lo tomó por la oreja tirando de ella con fuerza.

— ¡Que te comas todo, te digo! — elevando la voz en una octaba y dejando caer su mano con fuerza sobre la mesa haciendo saltar al niño del susto — Hoy no está tu padre para defenderte, y seguramente no estará todo el tiempo, eso ya lo sabes, ¿Verdad? — Beth se regodeaba en cada palabra y la zasonaba hirientemente como era su especialidad — A
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