Lizzie No puedo creer todo lo que pasó en la tarde. Todavía lo recuerdo y me vuelve a hervir la sangre como si la tuviese en frente. Después de que salí del baño para avisarle a Stefan, la ridícula de su exnovia estaba afuera y había vuelto a tirar al suelo todo lo que había recogido. Me dio tanta rabia que no fui capaz de contenerme. Me le fui encima y por poco la dejo sin cabello, de no ser porque Irina me detuvo a tiempo, si no, estoy segura de que ni Stefan hubiese podido salvarme del despido. Ella aseguró que no volvería; pese a eso, algo me dice que sus visitas por aquí no han acabado. —¿Sigue afuera? —le pregunto a Irina por décima vez en la tarde. —Sí, ahí está. Creo que no tiene nada mejor que hacer. —O está vigilando que no vuelva la ex. Irina se aleja de la ventana y corre de vuelta al mostrador. Faltan cinco minutos para que nuestro turno acabe y entre más se acerca el tiempo, más me sudan las manos. Estoy realmente nerviosa de llevarlo a mi casa. —Cuando me contas
Lizzie —Abuela, ¿qué clase de preguntas son esas? —pregunto con las mejillas encendidas. Lo último que podría pasarme ahora es que ella también quiera que nos casemos o algo así. —Pues si son novios, imagino que querrá llevarte a conocer su país de origen. —Eh, pues me encantaría llevarla, pero por ahora no se puede —responde Stefan algo nervioso. —Cuando Lizzie salga de las vacaciones podrían ir, sería maravilloso si pudieras traerme un croissant. —Hay de esos en la panadería de la esquina —refuto. —Pero no son como los de Italia. —Ella tiene razón —secunda Stefan. Le doy una patada por debajo de la mesa, él hace una mueca de dolor, pero no dice nada. Cuando terminamos de comer, los dejo solos un momento para ir al baño. Me apresuro, porque no quiero que se quede con ella demasiado tiempo sin que supervise cualquier cosa que vaya a decir. Al salir, lo encuentro husmeando en el cartel de bienvenida que le habíamos hecho a la abuela por su llegada. No lo había quitado porque
StefanA la mañana siguiente de esa cena con la abuela de Lizzie, todavía me pregunto por qué demonios tuve que decirle a la señora que la haría feliz.Incluso aunque sea una mentira, eso fue demasiado cruel, hasta para mí. La señora es agradable, no sé cómo me va a dar la cara cuando tengamos que decirle que se acabó.Intento no pensar en eso, me concentro mejor en el papeleo que tengo pendiente de la empresa. Uno de mis clientes más importantes está amenazando con irse porque una de nuestras cláusulas no le cubre un accidente reciente con su empresa, y aunque es así, perderlo implicaría una fuga importante del dinero que él aporta.Froto mis sienes con insistencia. Necesito armar un plan para evitar que se vaya o no sé qué voy a hacer.De improvisto, la puerta de mi oficina se abre de par en par. Mi tío Harrison entra dando zancadas como si esta fuera su casa.Me pongo de pie y lo confronto con la mirada.—¿Qué haces tú aquí?—Ya me enteré de lo del cliente.—Vaya, veo que te mantie
LizzieLo odio. En este momento realmente lo detesto con todas las fuerzas de mi ser.Es increíble que haya tenido que toparme con Stefan justo ahora que se me presenta la oportunidad de salir con Danny. Cuando me escribió ese mensaje anoche, no pude decirle que no. Y es que, siempre fue mi sueño salir con él, recuerdo que cuando era una adolescente, me moría de amor por Daniel Lovato.Era el Golden boy, el chico con quien todas querían salir. En ese entonces sabía que mis chances eran nulas, así que simplemente me resigné a la idea de que algún día eso sucedería. Sin embargo, ahora, como caído del cielo, Danny se aparece en mi vida y por alguna razón que no alcanzo a entender, parece interesado en mí.Por eso, no pude decirle que no, aunque sé que lo que Stefan me ha reclamado es cierto, y es por eso por lo que me siento tan molesta.Tuve que despedirme de él sin darle más contexto o explicaciones. Después de esto, estoy segura de que no me volverá a llamar.Veo a Stefan mirarme de r
Stefan De todas las cosas que creí que Joanne era capaz, nunca imaginé que podía llegar a estos extremos. Jamás pensé que su obsesión conmigo llegaría a este nivel. Y mucho menos que por poco termina delatando a Lizzie sobre su verdadero origen. Ahora está desmayada en el suelo y temo que realmente tenga algo grave. A estas alturas ya la creo capaz de haber atentado contra su vida, y si eso es así, tendré que hacer algo al respecto. Por mucho que la quiera lejos de mí, tampoco es que deseo su muerte. Por fortuna los paramédicos llegan en tiempo récord. Mi Nonna los deja pasar, dos hombres y una mujer se apersonan a la escena y se ponen de inmediato a la tarea de evaluarla. —¿Se encuentra bien? —No lo creo, sus signos vitales son muy débiles. Además del evidente alcohol, ¿ha tomado algo más? —pregunta el paramédico. —No tengo idea, ella llegó en ese estado a mi casa. —Debemos llevarnos de inmediato a la señorita, ¿es usted su esposo o…? —No, esa señorita y mi nieto no tienen nad
Stefan—¿Cómo se atreve a decir que estoy celoso? —me pregunto en voz alta. Algo que puedo permitirme hacer porque estoy solo en la cocina ahora mismo.Vuelvo a servirme un vaso con un poco de güisqui y me lo bebo de un solo trago.—Es ridículo, para estar celoso tendría que sentir algo por ella y por supuesto que no —me respondo.Si alguien me escuchase ahora pensaría que estoy loco por hablar solo.—Señor Marriott.Karina entra a la cocina con la ropa de Lizzie bien doblada y planchada en las manos.—Dime.—Aquí le traigo la ropa de la señorita, ya esta lista. ¿Quiere que se la lleve?—No, yo lo haré, dámela.Dejo el vaso sobre la isla de la cocina y me llevo la ropa directo hacia la habitación. Lugar del que no ha salido, desde hace como una hora. No quise seguir hablando más con ella, en especial porque me echó de ahí luego de haberle dicho eso. Supongo que sigue igual de molesta.Mi abuela por su parte fue con los paramédicos para asegurarse de que Joanne estuviera bien. No le ag
LizzieSoy la peor persona del mundo. Nunca debí aceptar esto, mucho menos el collar que me acaba de dar la Nonna de Stefan creyendo que seré parte de su familia. ¡Dios! Va a odiarme cuando se entere de la verdad.No sé cómo pude contener las lágrimas frente a ella, pero ahora que se fue y no hay nadie, me voy corriendo hasta la cochera para llorar. Me siento horrible, no creo que pueda continuar más con esta mentira.El llanto sale de mis ojos de forma incontrolable, pero me obligo a detenerlo cuando escucho que abren la puerta detrás de mí.Las luces se encienden y a su vez iluminan todo el lugar, que es bastante inmenso. Stefan tiene una colección bien grande de autos.—Lizzie, ¿estás bien? Te vi correr hacia acá.Limpio las lágrimas con el dorso de mi mano, sin embargo, dudo que eso sirva para ocultar mis ojos que, seguramente, ya están hinchados.—Sí, sí, es solo que tengo que irme ya —digo sin voltear a mirarlo.—¿Segura? —pregunta poniendo una mano en mi hombro y me obliga a vo
StefanDos semanas. Ese es el tiempo que llevo sin verla, y es también el mismo tiempo que llevo sin poder dormir, sin poder dejar de pensar en Lizzie.Todavía no comprendo cómo es que pudo colarse en mis pensamientos de esta manera. Sé que dentro de poco todo lo “nuestro” acabará, y se supone que debería estar aliviado por ello, sin embargo, siento todo lo contrario.Solo la he llamado un par de veces para decirle cómo estaban las cosas, la curiosidad por preguntarle si se ha vuelto a ver con el tal Daniel a veces me sobrepasaba, pese a eso, me sorprende que haya sido capaz de controlarme y no hacerlo.Confío en que ella respetará nuestro acuerdo.Después de la fiesta de mi padre, fingiremos el viaje a Canadá y esta sí será la última vez que la vea.Me sorprende lo tranquila que se quedó mi abuela luego del incidente en mi casa con Joanne. Creí que estaría más intensa molestando a Lizzie para que se probara vestidos o escogiese los otros detalles de la boda, pero no fue así. Me parec