Manizales-Colombia
Días después de la fiesta, Isabela y Nando, regresaron a New York, por sus ocupaciones laborales.
Alba y Santiago hicieron lo mismo, el pequeño Alex, no podía seguir faltando a la escuela, además ellos también debían arreglar todo para su boda.
Entre tanto Miguel Ángel y Mariana acompañados de los esposos Vidal decidieron recorrer el eje cafetero colombiano.
Mientras María Paz descansaba, Joaquín aprovechó para ponerse al día con las labores de la hacienda, salió a recorrer los cafetales y se encontró con Jairo.
—Desde hace días, deseo conversar con vos —mencionó el joven Rincón, rascándose la nunca como preocupado.
—Vos dirás Jairo.
—Vos sabés que soy ingeniero agrónomo, y pues… deseo proponerte un negocio.
—¿De qué se trata?
—¿Vos has pensado alguna vez
¿Quién sería la persona capaz de semejante maldad? ¿De quién sospechan? ¿Imaginaron ver al duquecito así de molesto?
Joaquín sacudió su cabeza, preocupado ante la situación. Ordenó que todos volvieran a sus actividades, subió de nuevo a la habitación donde su esposa aún dormía, la contemplaba, y presionaba sus puños, no le parecía justo que la maldad se ensañara en contra de ella y menos de unos seres inocentes. —Te juro por mi vida, que a vos y a mis niñas, nadie les va a hacer daño —sentenció, y bajó de nuevo, tomó las llaves del jeep, encargó a Carmenza, que estuviera pendiente de María Paz, subió al auto, lo encendió y condujo por la carretera de lastre que conducía a la casa de Luz Aida, la madre de Carlos. Estacionó el vehículo caminó como alma que lleva el diablo, furioso, contrariado, en ese momento no podía pensar con claridad. —¿Dónde está la bruja? —preguntó a una de las empleadas, quien no entendía. —No sé a quién se refiere joven —pronunció pausada la chica. —Luz Ai
Un mes después. El tiempo pasó y el día más esperado por todos llegó. La Momposina se vistió de gala, los imponentes árboles de arrayán que embellecían la hacienda estaban adornados con floreros que contenían las más hermosas orquídeas de todos los colores que se daban en la región, faroles, guirnaldas y bombillos engalanaban el lugar. El elegante camino al altar estaba cubierto con una delicada alfombra blanca, delimitado con pétalos de rosas blanca con lila. El altar decorado con un hermoso arco de orquídeas esperaba el momento adecuado para ser cómplice del magno evento. Destacaban los centros de mesa fabricados en pallets de madera barnizados, y decorados con las más exquisitas flores, daban el toque rústico a la ceremonia. Los músicos ya se encontraban listos en la tarima principal, esperando el momento indicado para l
La fiesta continuaba, y el momento de lanzar el ramo de la novia, había llegado, el locutor por pedido de María Paz, hizo un llamado a todas las damas solteras.—¿Usted no piensa ponerse en aquel grupo? —preguntó Carlos a Daniela.Ella le dio un sorbo a su copa de champagne, sonrió y lo miró a los ojos.—Doctor Duque, dijeron damas solteras, yo no lo soy— aseguró, indicando el anillo de matrimonio en su mano.—¿Es usted casada? —inquirió él sorprendido.—Sí mi estimado doctor, yo soy esposa de Luis Enrique Córdova.—¿Del industrial? — preguntó con incredulidad Carlos, ya que era un hombre de avanzada edad.—Sí, ¿por qué le sorprende doctor?
Al día siguiente Joaquín le sirvió el desayuno a la cama, después se bañaron juntos y salieron a recorrer la ciudad, al caer la tarde se dirigieron a un restaurante de comida típica cuencana.María Paz, tenía antojo de costillas de cerdo en salsa BBQ, entonces llegaron a un restaurante. Una vez en el lugar Joaquín admiró la decoración rústica del lugar con mesas de madera, decoradas con velas y flores se sentaron en una terraza por donde podían apreciar la ciudad y la hermosa luna llena que engalanaba la noche, mientras esperaban por la comida, dos jóvenes músicos bohemios se acercaron a la pareja entonando «Nuestro Juramento by Julio Jaramillo» con violín y un requinto.La feliz pareja disfrutaba la serenata, tomados de la mano.—Me encanta el sonido del violín &mda
New York- Usa.En las imponentes oficinas del Consorcio, Carlos Duque repasaba con la mirada una y otra vez, el informe entregado por su hombre de confianza, amigo y asesor Mondragón, quién en días anteriores había realizado una investigación exhaustiva a Daniela Robledo.—Mondragón, ¿Vos, estás seguro de que fue compañera de mi cuñada en época del colegio?—Sí Carlos, la señora Robledo fue compañera y amiga de María Paz, unos años, después el padre de la doctora la envió a Pennsylvania.Carlos negó con la cabeza.—Eso no es posible —refutó—. Paz debe tener entre veintitrés o veinticuatro años, y te recuerdo que para ser candidato al senado se debe tener treinta como
Miguel se llevó la mano a la frente, y sintió como un nudo se atoraba en su garganta. Joaquín miró a Carlos, sin poder creer que aún lo culpara de eso. —¡Yo soy inocente! —exclamó Joaquín—. Luz Aída miente, yo no la empujé por las escaleras, se cayó sola, y por cierto debes preguntarle a tu madre si ella no tuvo algo que ver en el accidente de mi mamá. —Deja de insinuar cosas en contra de mi madre —vociferó Carlos. —¡BASTA! —gritó Miguel, respiró agitado, y bebió un sorbo de whisky que se sirvió minutos antes—, lo que le pasó a Luisa Fernanda, nos afectó a todos; pero a mí en especial. ¿No se dan cuenta? —inquirió—. Mi corazón se fue junto a ella, no supe que hacer, y los perdí a ustedes... ¡Yo soy el único culpable de su distanciamiento! — exclamó Miguel con lágrimas en los ojos—. Yo he sufrido mucho —expresó con la voz adolorida. —Vos no sos culpable de nada papá —habló Jo
Días más tarde la Momposina se vistió de blanco para la boda de Angélica y Carlos, a pesar de los consejos de su mejor amiga, la joven venezolana no quiso escuchar; prefirió el dinero, el lujo, el confort, que el amor y unió su vida a través de un contrato con Carlos Mario Duque. Luego de aquella ceremonia tan apresurada, las felicitaciones no se hicieron esperar, el primer baile de los novios tampoco, minutos después uno de los meseros se acercó a Carlos Duque y le entregó un paquete. —Me pidieron darle esto. Carlos frunció el ceño, tomó aquella pequeña caja entre sus manos. Cuando la abrió palideció por completo, su mandíbula tembló, su mirada buscó por todo lado mientras su corazón palpitaba con fuerza descomunal, entonces sacó la nota que venía junto al anillo que él le regaló años atrás a la única mujer que le robó el corazón. «Desde el más allá deseo que seas feliz» En
Joaquín, muy emocionado no tenía palabras para expresar la admiración que sentía no solamente por su esposa, sino por las mujeres en general, porque era en el vientre materno en donde iniciaba el milagro de la vida, lo único que se le ocurrió hacer fue besar a su esposa en los labios y después en su barriga. —Mis princesas, no tienen idea de cuánto su mamá y yo anhelamos conocerlas. María Paz, lo observaba con mucha ternura y con el corazón henchido de felicidad, él era todo lo que en su vida había soñado; por eso jamás dudó de que él era el duque de sus sueños. Enseguida Paz se fue a cambiar de ropa. Se colocó unos jeans azules, una blusa blanca de maternidad que se amarraba bajo su busto, y se calzó unas converse del mismo tono que la camisa. Su cabello lo dejó suelto, tomó su sombrero, sus gafas para el sol, y su bolso. —Estoy lista —comentó, sonriente, colocando su mano en la