Joaquín sentado en el suelo, sollozaba esperando noticias, daba golpes con su cabeza en la pared, tiraba de su cabello, angustiado, entonces observó a su hermano y se acordó de la acusación de María Paz, se levantó como un energúmeno y se le fue encima a golpes.
Esta vez Carlos, se dejó pegar, no se defendió, entre Rodrigo, Fernando, Miguel, separaron a Joaquín.
—Fuiste vos... ¡Maldito desgraciado! ¿Por qué te ensañaste con ella? Es tu amiga —reclamó, mientras Carlos inclinaba su cabeza, presionaba sus puños. —¿Por qué lo hiciste?
La sombría mirada del mayor de los hermanos se plantó en el joven.
—Porque vos y Elizabeth, se entendían, así como ella fingió su muerte y yo pase siete años llorando en su tumba, así mismo vos debés sufrir — pronunció Carlos, lleno de dolor.
Joaquín negó con la cabeza, se llevó la mano a la frente y lo encaró.
¿En dónde están las lectoras de poca fe? ¿Las que creyeron que María Paz había muerto? Háganse presentes. Por otro lado, quiero aclarar ciertas cosas, antes de que salga alguien por aquí y diga que el que tengan gemelos dos veces no es incoherente, pues les pido investigar, antes de hablar: Les informo que cuando una persona tiene un primer embarazo gemelar, las posibilidades de tener un segundo son cuatro veces mayor, claro que es riesgoso, pero en este caso es ficción, y era un deseo de Joaquín, además yo necesito a sus hijos para otros libros. También informo que todo lo relacionado con Carlos Duque lo leerán en el próximo libro de esta saga. Gracias.
Minutos después llegaron a la Momposina, María Luisa y María Fernanda, corrieron a su habitación a colocarse los hermosos vestidos que su madre había escogido para ellas, mientras Joaquín, ayudaba a su mujer con los pequeños. Instantes más tarde las gemelas aparecieron con unos hermosos vestidos de seda acampanados. Mafer lo lucía en tono lila, y Malu en rosa. Los gemelos iban enfundados en pantalones de gabardina beige, camisa celeste y blanca y blazer azul. Los cuatro niños muy elegantes estaban listos para recibir a los empresarios. —Por favor no se vayan a ensuciar —recomendó—. Mariana te los encargo, mientras me alisto. —Ve tranquila, yo los cuido. —Sonrió. María Paz se dirigió a su alcoba, enseguida se quitó la ropa que llevaba puesta y se metió a la ducha. Mientras el agua corría por su piel, sintió las fuertes manos de su esposo posarse en su cintura. <
—Desde aquella vez, aprendimos a ser más fuertes —intervino María Paz—, pensé que me iba de este mundo, estuve en coma casi un mes, pero el amor de este hombre, quién no dejó un solo día de visitarme, de hablarme, de dedicarme canciones, y gracias a su valentía, perseverancia y a una promesa que le hice, regresé a su lado —expresó la joven suspirando—. Siempre debemos luchar por nuestros sueños, vale la pena intentarlo. —Sonrió y miró a Joaquín, y él no se contuvo y la besó en delante de toda la gente. —¡Qué asco! —susurraron las gemelas. María Paz y Joaquín se separaron y carcajearon. Enseguida el joven Duque tomó en sus manos el frasco de café y lo presentó al público. —Hace años mi padre. —Señaló hacia donde estaba don Miguel, quien se puso de pie para saludar—. Fundó el consorcio colombiano de café: Alma mía en honor a mi madre —narró—. Y hoy yo les presento ante t
El trinar de las aves se mezclaba con las risas de los chiquillos que a temprana hora despertaban a todos en la Momposina. Aquella mañana los rayos del sol irradiaban con fuerza. Para Joaquín Duque, su sueño se había hecho realidad, tenía a su lado a la mujer más maravillosa del mundo: buena, noble, comprensiva, cariñosa e inteligente, le había dado la dicha más grande para un hombre el ser padre de tres hermosas niñas y dos guapos pequeños, a quienes amaban con toda su vida. Cada día contemplaba el hermoso rostro de su mujer y le brindaba un beso en la frente, sin embargo, esa mañana al despertar, ella no amaneció a su lado, se despabiló recordando en evento que tenían más tarde; apenas se levantó fue en busca de su mujer y como supuso la encontró en la habitación de María Joaquina, la menor de sus hijos, quien tenía dos años y medio. —¡Papi! —exclamó la pequeña al verlo, y sus vivaces ojos azules se enfocar
Mientras el nerviosismo reinaba entre todos. María Fernanda y María Luisa, saludaron con el padrino de su mamá el agente García, quien estaba acompañado de uno de sus nietos, quién tenía trece años de edad en ese entonces. —Mafer, Malú: Les presento a Emiliano, mi nieto, él quiere convertirse en catador de café. Las niñas se quedaron pensativas observándose entre ellas. —Vos no puedes ser primo de nosotras, porque solo los hijos del tío Nando y la tía Isabela, son nuestra familia —expresó María Fernanda. —Ellos no son mis papás, así que nosotros no somos familia —afirmó Emiliano; entonces Mafer y Malú se observaron entre ellas, cómplices como siempre; alguna travesura tenían en mente y su nueva víctima ante sus ojos, las dos sonrieron con picardía, mientras el jovencito las observaba con atención. —¿Quién es quién? ¿Cómo las reconocen sus padres?
«—Lo siento...—dijo el médico y Joaquín no esperó que terminara de hablar, corrió al quirófano»El joven Duque abrió las puertas de golpe, parpadeó al mirar que el monitor cardíaco emitía frecuencia.—¿Qué pasa? ¿Está respirando? ¿Está viva? —inquirió a una enfermera.—Está viva... Ya mismo viene el doctor Botero a explicarle —indicó la joven, entonces con el corazón temblando, se acercó a su esposa, la tomó de la mano.—¡Mi reina! Soy yo... Tu Duque, por favor despertate...no nos vayas a dejar te lo suplico.Joaquín se acercó le dio un beso en los labios; pero ella no reaccionaba, entonces el doctor ingresó, y el joven lo mir&oa
Las semanas transcurrieron las niñas fueron dadas de alta. Joaquín antes de llevarlas a la hacienda, pasó a la habitación de María Paz, quería que sintiera a sus pequeñas, quizás ellas le devolverían a la vida, acercó una a una a las niñas, fue entonces que observó a su esposa sonreír, él sacudió la cabeza, pensando que lo imaginó; de inmediato llamó al doctor que la revisara. El caso de María Paz estaba en manos del doctor Muñoz, uno de los mejores neurocirujanos del país. —¿Qué sucede? —preguntó al joven. —La vi sonreír —dijo él acomodando a sus niñas en el portabebés. El médico le pidió que saliera, para examinar a la paciente. Mientras esperaban noticias Diana y Mariana, les daban el biberón a las pequeñas, que empezaron a llorar de hambre. —¿Estás seguro de que sonrió? —preguntó Rodrigo. —Sí
Queridos lectores mis duquecitos y yo les agradecemos por el tiempo que se han tomado en leer esta alocada historia. Espero la hayan disfrutado. Hay unos capítulos extras más de estos loquillos, pero los publicaré en el libro de Carlos Duque, que ya la pueden leer y titula: Hoy te vuelvo a enamorar. Por otro lado, no olviden seguirme en redes sociales: F*: Si me ves llorar por ti by Angellyna Merida. Les dejo de nuevo el orden de los libros: Un contrato por amor: Finalizado y publicado. (Historia de Nick y Ariadna) Déjame decir que te amo: En proceso. (Historia de los hijos de los protagonistas del primer libro) La esposa infiel: (Historia de Diana y Rodrigo Vidal
"Sacar conclusiones apresuradas, nos puede llevar a la angustia sin razón" Anónimo. Manizales- Colombia. Las hojas secas y ocres que el otoño dejaba a su paso crujían bajo las pisadas del joven, quien se aferraba con suavidad a las pequeñas, manitos de las niñas que lo acompañaban. Caminaba a paso lento, y su mirada iba cubierta de melancolía, respiraba agitado, y el hondo vacío en su alma se hacía presente, como cada año, en aquella fecha. Una vez que llegó a su destino, su mirada azulada se enfocó en las blancas y frías paredes de aquel lugar, entonces observó a las personas a su alrededor y asintió. Las ágiles manos de unos músicos tomaron el arco y rasgaron las cuerdas del violín: «Déjame llorar by Ricardo Montaner» empezó a sonar frente a la fría tumba del mausoleo de la familia Duque, por celebrarse un aniversar