Horas más tarde.
María Paz en el elegante y exclusivo cuarto de baño se dio una ligera ducha, para luego masajear su cuerpo con la exquisita crema humectante con aroma a coco. Vistió su figura con un fino y conjunto de lencería blanco, pasó el secador por su cabello, y lo dejó suelto. Observó en su mano el anillo de matrimonio, mordió sus labios y suspiro, aún le parecía un sueño.
En la habitación Joaquín había pedido una botella de champagne con exquisitas fresas y chocolate, cuando María Paz salió él la contempló admirando su belleza.
Ella sonrió.
— ¿Tengo algo extraño en el rostro? —cuestionó.
—Sí —respondió él, enseguida se puso de pie, y tomó
Después del hermoso paseo que duró toda la mañana, los turistas almorzaron en uno de los restaurantes emblemáticos de la zona, en donde sintieron el espíritu colonial mexicano, mientras les explicaban como era la ciudad años atrás, se sentaron en una mesa al aire libre, desde donde podían apreciar una hermosa fuente tallada en piedra.Le sirvieron unos exquisitos tacos al pastor, especialidad de la casa, acompañados del delicioso guacamole. Miguel Ángel Duque se deleitó del sabor de la tortilla de maíz que junto con las carnes acompañaban al plato; mientras disfrutaba de la conversación de Yolanda su mente divagaba con el recuerdo de la dama del bar.Horas después regresaron al resort, en dónde Miguel volvió a disfrutar de su soledad, acostado en un camastro en la terraza de su alcoba cerró sus ojos y a su mente
New York- Usa. Horas más tarde. En casa de la familia Vidal, el ambiente era algo tenso, la noche anterior Diana y Rodrigo, se enteraron de que su hijo Santiago, tenía un niño con Alba, quien fue su novia años atrás. El joven no entró en detalles, explicó a sus papás que él no sabía de la existencia del niño, algo que era cierto, sin embargo, sus padres tenían muchas inquietudes por resolver. Mientras Diana, se hacía cargo del pequeño Alex, Rodrigo sentado en la mesa del comedor, recibió la visita de Carlos Mario Duque, el señor Vidal se sorprendió ante la presencia del amigo y casi cuñado de su hija. Carlos Mario, pensó que, hablando con el padre de María Paz, él podría tener un acercamiento con la joven, sin imaginar que ella ya era esposa de su hermano. El señor Vidal, escuchaba atento l
María Paz de la mano de su esposo abandonó la que fue su casa con el corazón estrujado, en su semblante se notaba la tristeza, era consciente que su padre se iba a enojar; pero nunca imaginó que le dijera que no podía volver. —No llores mi reina, yo estoy con vos, estamos juntos mi amor —aseveró Joaquín abrazándola con fuerza. —Yo estaba segura de que mi papá se iba a enojar; sin embargo, jamás pensé que al punto de no querer saber nada de mí —sollozó la joven. —Mi amor hay que dejar que le pase el enojo, es comprensible debemos ponernos en el lugar de tu papá, él tiene miedo que yo no sea el hombre que vos te mereces pues. María Paz con sus ojos llenos de lágrimas observó a su esposo, entristecida por la actitud de su padre; pero a la vez convencida de que hizo lo correcto al casarse con Joaquín. —Te amo duquecito, no me importa si el mundo entero se pone e
New York- Usa. En casa de la familia Vidal el ambiente era tenso, con lo sucedido con María Paz, Diana estaba molesta con Rodrigo. Santiago no había salido de su habitación, al parecer quería estar solo, sus padres esperaban el momento indicado para que él les contara lo sucedido con Alba. —Diana, ¿Sigues molesta conmigo? Ella siguió digitando un correo en su computadora. Él se acercó, le empezó a acariciar el cabello, a hacerle cosquillas. La señora seguía seria, solamente se removía, cuando él la tocaba. —No pensé que fueras tan injusto Rodrigo Vidal, tú que siempre analizas las cosas antes de actuar, no tuviste corazón con tu propia hija. —Mi amor tú me conoces bien, no lo hice por maldad, sino porque deseo darles una lección, quiero probar si en verdad ese muchacho ama a nuestra hija— contestó él sentándose al frente de su esposa. &
El señor Duque antes de tomar asiento en su lugar se quitó la chaqueta y la colocó en el espaldar de su silla, entonces se sentó y escuchó con atención a Mariana, sonrió al ver las mejillas de ella enrojecidas. —Debe saber que usted es la primera mujer que me abofetea —comentó con sinceridad—, y sin haber dado motivo, pues. —Bromeó, y luego la miró a los ojos—. Tranquila, fue un accidente… Muy afortunado —susurró—, no habría tenido el placer de conocerla. —Elevó su mano para llamar al mesero. Mariana observó con detenimiento el pectoral de aquel atractivo hombre además de cómo se marcaban sus brazos al hacer algunos movimientos. Sacudió con discreción su rostro y no pudo evitar sonreír al escucharlo hablar. —El gusto es mío, ya no existen caballeros, en estos tiempos —Meció su cabello—. Espero que no se vaya con el mal recuerdo que le dejé, y lo olvide —solicitó. Miguel volv
Al día siguiente cuando la ciudad amanecía resplandeciente María Paz, contemplaba a su amado esposo que aún dormía, a pesar de que todavía sentía tristeza por la actitud de su padre, su corazón y su mente le repetían que mejor hombre no pudo haber encontrado, sabía que su amor era indestructible y nadie los iba a separar. Exhaló un suspiro, besó con ternura al hombre de su vida, se puso de pie, y tomó una camisa de él y se la colocó, fue hasta la sala en dónde el reguero de prendas en el suelo quedó como testigo de la fascinante noche que pasaron juntos. Caminó hasta la cocina y puso a preparar el desayuno para Joaquín, quién hoy en día había terminado sus estudios, ya era todo un economista y un importante hacendado; precisamente tenía una reunión en el consorcio, horas más tarde. El olor del tocino, despertó a Joaquín. Cuando estiró su brazo y no encontró a su mujer, se asustó; por un momento pensó qu
En el consorcio tal como lo vaticinó Paz una acalorada discusión entre Carlos y Joaquín se escuchaba hasta los pasillos de la empresa.—Recoge tus cosas y lárgate antes que te eche como a un perro —vociferó Carlos.—Atrévete, vamos ¡Hazlo! — gritó Joaquín.Los dos hermanos estaban a punto de irse a los golpes, si no hubiera sido por la llegada de María Paz, quien los miraba de manera inquisidora.—¿Ustedes dos nunca van a dejar de pelear? —recriminó a ambos—. Son hermanos, deberían desistir de los rencores —recomendó y se acercó a Joaquín, y lo abrazó, para luego dirigirse a su cuñado—. Creí que eras un hombre maduro, y me equivoqué contigo.—La que se
En horas de la tarde María Paz llegó al centro comercial por pedido de su madre, quién le solicitó que la ayudara con Alba, a comprar algunas cosas que la chica necesitaba, luego de que la propia Paz la encontró en el centro comunitario huyendo de Santiago. Diana conversó con la muchacha, y accedió laborar en la empresa de familia, y no negarle a Alex el derecho de convivir con su familia paterna. Luego llegó Joaquín quién junto a Santiago, y al pequeño Alex, se dirigieron a las tiendas de ropa de niño. Entre tanto Paz bromeaba con Alba y le insistía en que se comprara ropa sensual, la joven venezolana enrojecía cada vez que Paz tomaba atuendos atrevidos y se los mostraba. Después de hacer las compras Joaquín y María Paz aprovecharon para despedirse de Santiago. —Cuida a mi hermana —advirtió el joven Vidal a su cuñado. —Con mi vida —respondió él.