En el consorcio tal como lo vaticinó Paz una acalorada discusión entre Carlos y Joaquín se escuchaba hasta los pasillos de la empresa.
—Recoge tus cosas y lárgate antes que te eche como a un perro —vociferó Carlos.
—Atrévete, vamos ¡Hazlo! — gritó Joaquín.
Los dos hermanos estaban a punto de irse a los golpes, si no hubiera sido por la llegada de María Paz, quien los miraba de manera inquisidora.
—¿Ustedes dos nunca van a dejar de pelear? —recriminó a ambos—. Son hermanos, deberían desistir de los rencores —recomendó y se acercó a Joaquín, y lo abrazó, para luego dirigirse a su cuñado—. Creí que eras un hombre maduro, y me equivoqué contigo.
—La que se
En horas de la tarde María Paz llegó al centro comercial por pedido de su madre, quién le solicitó que la ayudara con Alba, a comprar algunas cosas que la chica necesitaba, luego de que la propia Paz la encontró en el centro comunitario huyendo de Santiago. Diana conversó con la muchacha, y accedió laborar en la empresa de familia, y no negarle a Alex el derecho de convivir con su familia paterna. Luego llegó Joaquín quién junto a Santiago, y al pequeño Alex, se dirigieron a las tiendas de ropa de niño. Entre tanto Paz bromeaba con Alba y le insistía en que se comprara ropa sensual, la joven venezolana enrojecía cada vez que Paz tomaba atuendos atrevidos y se los mostraba. Después de hacer las compras Joaquín y María Paz aprovecharon para despedirse de Santiago. —Cuida a mi hermana —advirtió el joven Vidal a su cuñado. —Con mi vida —respondió él.
Manizales-Colombia. Varias semanas después. Entre hermosos amaneceres rodeados de cafetales, naranjos y colibríes, y el singular y exquisito aroma del café, los días de María Paz y Joaquín, transcurrían en perfecta armonía. Ella se había ganado el cariño de los trabajadores de la hacienda, estaba pendiente de ellos, de sus familias, como buena esposa, las tardes se metía a la cocina a aprender a preparar los platos típicos de la región y sobre todo las comidas favoritas de su esposo. Ella también les enseñaba a las cocineras de la hacienda a preparar deliciosas recetas ecuatorianas. María Paz al haber estudiado comercio exterior, se hizo cargo del área de exportación: Es decir ella emitía las respectivas facturas y guías de remisión de acuerdo a la cantidad de sacos de café que la exportadora comercializaba. Enviaban contenedores
Sierra Nevada- Santa Marta- Colombia Días después. Balcones de madera oscura ribeteados de ondas y de formas de muy buen gusto, fachadas blancas y otras coloridas componían un paisaje seductor, es así como Santa Marta daba la bienvenida a María Paz y Joaquín. Caminando tomados de la mano por la plaza de los enamorados, degustaron de la amplia gastronomía de la zona, con su particular costumbre de darse de comer en la boca uno a otro. Prosiguieron su recorrido observando las hermosas casas coloniales, transformadas en hostales que daban la bienvenida a los turistas, continuaron su paseo hasta llegar a la primera catedral de América Latina, en donde los guías turísticos los esperaban para darles un recorrido por la Sierra Nevada y sus tribus ancestrales. Subieron a una camioneta y tomaron la carretera observando la exuberante vegetació
Después de haber pasado cuatro días inolvidables en Santa Martha a su regreso los sorprendió la visita de los miembros del partido liberal, aquellos hombres trataron por todos los medios de convencer a Joaquín de aceptar la candidatura al Senado; sin embargo, él y su esposa se negaron con firmeza. Semanas más tarde Joaquín recibió la visita inesperada de miembros de la Federación Nacional de Cafeteros, con quienes salió a realizar una inspección; sin embargo, las noticias que ellos no trajeron no eran nada alentadoras. Cuando María Paz, bajó a la cocina una vez bañada y vestida preguntó por su esposo, las empleadas le comentaron que había salido con unos señores que llegaron de la capital, mientras ella se servía el desayuno Joaquín regresó a la casa. —Mi bella durmiente, se te pegaron las sábanas —mencionó y se acercó para besarla en la mejilla. —No debiste dejarme dormir tanto. —Mordi
Los hermosos cafetales de las haciendas vecinas a la Momposina alrededor de la carretera adornaban el paisaje, mientras en el auto: «Abrázame by Alejandro Fernández» sonaba «Abrázame... Y no me digas nada solo abrázame, me basta tu mirada para comprender que tú te irás…» Joaquín, escuchaba con atención la melodía, sin poder controlarse algunas lágrimas empezaron a caer de sus mejillas. María Paz lo advirtió, al momento que frenó de golpe, para evitar atropellar a unas ovejas que se atravesaron en el camino. —Duquecito... ¿Estás bien? Él estacionó el auto a un costado de la carretera. —¡Abrázame mi amor! —solicitó con angustia. María Paz se turbó, no entendía nada, hacía años que no lo veía así, triste, confundido, exaltado, ella no pronuncio palabra alguna, solo se dedicó a brindarle consuelo en sus brazos, lo besó para que él notara que estaba a su lado—. Júrame
Esa negra noche Joaquín observaba el firmamento sintiendo un hondo vacío en su pecho. Su entristecida mirada se perdía en el horizonte. A lo lejos en el cuartel de los recolectores las cuerdas de los acordeones lloraban al igual que su alma.«... Aquí me tienes, pagando por todos tus sufrimientos. Más impotente y más triste que nunca. Ven para que me perdones la vida, perdón» …Se escuchaba la voz de los trabajadores entonando aquel desolador vallenato.El joven Duque presionó con fuerza el barandal de la madera de la terraza, su pecho quemaba de dolor. Deslizó su mano por su rostro sin poder comprender por qué nadie de la familia Duque era feliz, entonces recordó las palabras de la madre de su hermano.«Todos los Duque están malditos, siempre perderán a la persona que aman&
María Paz se puso a llorar de nuevo, por más que trataba de ser fuerte, no podía, se sentía muy vulnerable, prefirió no bajar a almorzar, además la comida le provocaba náuseas, a pesar de que sus papás estaban pendientes de ella, la tristeza que llevaba en su alma era inevitable. —¿María Paz, no vas a almorzar? —Inquirió Diana ingresando a la habitación de la joven. —Más luego mamá, no tengo hambre —contestó con lágrimas en los ojos, su madre la abrazó. —¿Hasta cuándo hija? — le preguntó con tristeza Diana, a ella se le partía el corazón de ver a su pequeña sufriendo de esa manera. —Mamá, voy a volver a Colombia —expresó—. Necesito investigar que sucede. La señora la miró a los ojos. —No deseo que te lleves otra decepción, sin embargo, sabes que te vamos a apoyar, pero sola no iras —enfatizó y la besó en la frente—. Voy a pedir q
Diana presionó los labios, inhaló profundo, tomó de la mano a María Paz, y la llevó a la cama, una vez que ambas se sentaron, procedió a contarle lo que estaba pasando.Los labios de la chica temblaron, su rostro se llenó de lágrimas.—¡Yo lo sabía! —Sollozó adolorida—. Mi Duque me necesita, yo debo ir a su lado, no lo puedo dejar solo —mencionó abrazándose a su madre.—Por el momento no debes volver —recomendó su mamá—. Podrían apresarte a ti también, y en tu estado no es conveniente —aconsejó.María Paz soltó su llanto, abrazada a su madre, su corazón le dolía al saber que su amado Joaquín estaba en prisión, a pesar de todo eso su alma danzaba de alegría al saber que no se hab&iac