Los hermosos cafetales de las haciendas vecinas a la Momposina alrededor de la carretera adornaban el paisaje, mientras en el auto: «Abrázame by Alejandro Fernández» sonaba
«Abrázame... Y no me digas nada solo abrázame, me basta tu mirada para comprender que tú te irás…»
Joaquín, escuchaba con atención la melodía, sin poder controlarse algunas lágrimas empezaron a caer de sus mejillas. María Paz lo advirtió, al momento que frenó de golpe, para evitar atropellar a unas ovejas que se atravesaron en el camino.
—Duquecito... ¿Estás bien?
Él estacionó el auto a un costado de la carretera.
—¡Abrázame mi amor! —solicitó con angustia. María Paz se turbó, no entendía nada, hacía años que no lo veía así, triste, confundido, exaltado, ella no pronuncio palabra alguna, solo se dedicó a brindarle consuelo en sus brazos, lo besó para que él notara que estaba a su lado—. Júrame
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Esa negra noche Joaquín observaba el firmamento sintiendo un hondo vacío en su pecho. Su entristecida mirada se perdía en el horizonte. A lo lejos en el cuartel de los recolectores las cuerdas de los acordeones lloraban al igual que su alma.«... Aquí me tienes, pagando por todos tus sufrimientos. Más impotente y más triste que nunca. Ven para que me perdones la vida, perdón» …Se escuchaba la voz de los trabajadores entonando aquel desolador vallenato.El joven Duque presionó con fuerza el barandal de la madera de la terraza, su pecho quemaba de dolor. Deslizó su mano por su rostro sin poder comprender por qué nadie de la familia Duque era feliz, entonces recordó las palabras de la madre de su hermano.«Todos los Duque están malditos, siempre perderán a la persona que aman&
María Paz se puso a llorar de nuevo, por más que trataba de ser fuerte, no podía, se sentía muy vulnerable, prefirió no bajar a almorzar, además la comida le provocaba náuseas, a pesar de que sus papás estaban pendientes de ella, la tristeza que llevaba en su alma era inevitable. —¿María Paz, no vas a almorzar? —Inquirió Diana ingresando a la habitación de la joven. —Más luego mamá, no tengo hambre —contestó con lágrimas en los ojos, su madre la abrazó. —¿Hasta cuándo hija? — le preguntó con tristeza Diana, a ella se le partía el corazón de ver a su pequeña sufriendo de esa manera. —Mamá, voy a volver a Colombia —expresó—. Necesito investigar que sucede. La señora la miró a los ojos. —No deseo que te lleves otra decepción, sin embargo, sabes que te vamos a apoyar, pero sola no iras —enfatizó y la besó en la frente—. Voy a pedir q
Diana presionó los labios, inhaló profundo, tomó de la mano a María Paz, y la llevó a la cama, una vez que ambas se sentaron, procedió a contarle lo que estaba pasando.Los labios de la chica temblaron, su rostro se llenó de lágrimas.—¡Yo lo sabía! —Sollozó adolorida—. Mi Duque me necesita, yo debo ir a su lado, no lo puedo dejar solo —mencionó abrazándose a su madre.—Por el momento no debes volver —recomendó su mamá—. Podrían apresarte a ti también, y en tu estado no es conveniente —aconsejó.María Paz soltó su llanto, abrazada a su madre, su corazón le dolía al saber que su amado Joaquín estaba en prisión, a pesar de todo eso su alma danzaba de alegría al saber que no se hab&iac
Anochecía en la Momposina, Joaquín se tomaba un café en la terraza. En el cuartel de los trabajadores se escuchaba a lo lejos. «Tres noches by Los Diablitos del vallenato»«...En nuestra habitación oigo tus pasos, solo tres noches y ya parecen un siglo, cobarde fui lo sé al causar tu llanto, y hoy sé que soy feliz solo contigo» ...Joaquín llamó a uno de sus empleados.— Ve Ismael, haceme un favor, tráeme una botella de aguardiente.—¿Está seguro patrón? —averiguó dubitativo.—Para mí la vida sin mi reina no tiene sentido…Minutos después Ismael le entregó la botella, y dos copas para servir el trago.Joaquín la destapó, sirvió en los vasos el lico
Días después. María Paz desapareció toda la tarde, varios trabajadores de la Momposina le ayudaron a colocar algunos faroles al pie de cada uno de los árboles de arrayán que adornaban el camino que daba al lugar donde años atrás Miguel y Luisa Fernanda, se encontraban. En medio del bosque la chica, dispuso una mesa y encima estaba adornada con un farol, y en una canasta aparecía una botella de Merlot, una de agua, quesos, frutas y bocaditos. **** Joaquín llegó de las bodegas, se asustó al no encontrar a su mujer en casa, subió a la habitación y en una tarjeta en forma de corazón colocada en la cama, le había dejado un mensaje diciendo que lo esperaba en uno de sus sitios favoritos. Él sonrió sin imaginar que esa noche iba a recibir una gran sorpresa. Salió de la hacienda y mientras se iba acercando, una ligera niebla inundaba el lugar, los faroles a los costados del camino
La nieve perpetua que cubría el imponente nevado del Ruiz, y el hermoso sol radiante de la bella Manizales, daba la bienvenida a los esposos Vidal, quienes llegaron acompañados de su nieto Alex, y su hijo Santiago, y su novia Alba.Joaquín se acercó a su suegra, la abrazó, y besó su mejilla, extendió la mano para saludar al señor Vidal, él la estrechó con cortesía para luego alar a su yerno y darle un abrazo.—Necesito hablar contigo —mencionó Rodrigo.—Ya habrá tiempo de hacerlo —expresó el joven Duque—. Sean bienvenidos a Manizales —manifestó Joaquín con una amplia sonrisa.—Gracias —respondieron de ellos.—¡Me da gusto tenerte acá! —exclamó abrazando a su mejor amigo, y
Al día siguiente el canto de los colibríes despertó a los habitantes de la hacienda. Joaquín, sin hacer ruido salió de la alcoba, y le pidió a Jairo que fuera por su papá al aeropuerto y también le solicitó ayuda para la sorpresa que iba a dar, mientras se encerró en el despacho y se puso a preparar lo que tenía pensado esa noche. Horas más tarde Miguel Ángel llegó a la Momposina, sorprendió a todos al ir acompañado de una hermosa dama de piel blanca, cabello castaño, ojos marrones, alta y de excelente figura. —Buenos días —saludó Miguel con un brillo especial en su mirada—. Quiero presentarles a una amiga, ella es Mariana. —Observó a la dama sonriendo. María Paz se puso de pie y fue a abrazar a la hermosa mujer que acompañaba a su suegro. —Mucho gusto, es usted bienvenida. Yo soy María Paz, la esposa de Joaquín. —Un placer conoc
La Momposina en horas de la tarde, estaba decorada con lámparas colgadas en los árboles, mesas alrededor de la gran tarima para los músicos con una pantalla gigante al fondo, flores de todos los colores adornaban la hacienda, entonces Isabela y su esposo arribaron a la finca. María Paz salió emocionada a saludar a sus familiares. —¡Isa! —exclamó, se unieron en un fuerte abrazo. —¡No lo puedo creer! ¡Estás hermosa hermanita! —comentó Isabela, colocando su mano en el vientre de María Paz. —No piensas saludar a tu cuñado favorito —reclamó Nando. —Serás el único que tengo —dijo María Paz bromeando. —No te hagas Paz, tú y yo sabemos que tu cuñado favorito soy yo. —Te recuerdo que mi esposo también tiene un hermano. —Frunció los labios—. Bueno entre tú, y él, pues no tengo más remedio que escogerte. —Carcajeó, luego lo abraz