Diana presionó los labios, inhaló profundo, tomó de la mano a María Paz, y la llevó a la cama, una vez que ambas se sentaron, procedió a contarle lo que estaba pasando.
Los labios de la chica temblaron, su rostro se llenó de lágrimas.
—¡Yo lo sabía! —Sollozó adolorida—. Mi Duque me necesita, yo debo ir a su lado, no lo puedo dejar solo —mencionó abrazándose a su madre.
—Por el momento no debes volver —recomendó su mamá—. Podrían apresarte a ti también, y en tu estado no es conveniente —aconsejó.
María Paz soltó su llanto, abrazada a su madre, su corazón le dolía al saber que su amado Joaquín estaba en prisión, a pesar de todo eso su alma danzaba de alegría al saber que no se hab&iac
Anochecía en la Momposina, Joaquín se tomaba un café en la terraza. En el cuartel de los trabajadores se escuchaba a lo lejos. «Tres noches by Los Diablitos del vallenato»«...En nuestra habitación oigo tus pasos, solo tres noches y ya parecen un siglo, cobarde fui lo sé al causar tu llanto, y hoy sé que soy feliz solo contigo» ...Joaquín llamó a uno de sus empleados.— Ve Ismael, haceme un favor, tráeme una botella de aguardiente.—¿Está seguro patrón? —averiguó dubitativo.—Para mí la vida sin mi reina no tiene sentido…Minutos después Ismael le entregó la botella, y dos copas para servir el trago.Joaquín la destapó, sirvió en los vasos el lico
Días después. María Paz desapareció toda la tarde, varios trabajadores de la Momposina le ayudaron a colocar algunos faroles al pie de cada uno de los árboles de arrayán que adornaban el camino que daba al lugar donde años atrás Miguel y Luisa Fernanda, se encontraban. En medio del bosque la chica, dispuso una mesa y encima estaba adornada con un farol, y en una canasta aparecía una botella de Merlot, una de agua, quesos, frutas y bocaditos. **** Joaquín llegó de las bodegas, se asustó al no encontrar a su mujer en casa, subió a la habitación y en una tarjeta en forma de corazón colocada en la cama, le había dejado un mensaje diciendo que lo esperaba en uno de sus sitios favoritos. Él sonrió sin imaginar que esa noche iba a recibir una gran sorpresa. Salió de la hacienda y mientras se iba acercando, una ligera niebla inundaba el lugar, los faroles a los costados del camino
La nieve perpetua que cubría el imponente nevado del Ruiz, y el hermoso sol radiante de la bella Manizales, daba la bienvenida a los esposos Vidal, quienes llegaron acompañados de su nieto Alex, y su hijo Santiago, y su novia Alba.Joaquín se acercó a su suegra, la abrazó, y besó su mejilla, extendió la mano para saludar al señor Vidal, él la estrechó con cortesía para luego alar a su yerno y darle un abrazo.—Necesito hablar contigo —mencionó Rodrigo.—Ya habrá tiempo de hacerlo —expresó el joven Duque—. Sean bienvenidos a Manizales —manifestó Joaquín con una amplia sonrisa.—Gracias —respondieron de ellos.—¡Me da gusto tenerte acá! —exclamó abrazando a su mejor amigo, y
Al día siguiente el canto de los colibríes despertó a los habitantes de la hacienda. Joaquín, sin hacer ruido salió de la alcoba, y le pidió a Jairo que fuera por su papá al aeropuerto y también le solicitó ayuda para la sorpresa que iba a dar, mientras se encerró en el despacho y se puso a preparar lo que tenía pensado esa noche. Horas más tarde Miguel Ángel llegó a la Momposina, sorprendió a todos al ir acompañado de una hermosa dama de piel blanca, cabello castaño, ojos marrones, alta y de excelente figura. —Buenos días —saludó Miguel con un brillo especial en su mirada—. Quiero presentarles a una amiga, ella es Mariana. —Observó a la dama sonriendo. María Paz se puso de pie y fue a abrazar a la hermosa mujer que acompañaba a su suegro. —Mucho gusto, es usted bienvenida. Yo soy María Paz, la esposa de Joaquín. —Un placer conoc
La Momposina en horas de la tarde, estaba decorada con lámparas colgadas en los árboles, mesas alrededor de la gran tarima para los músicos con una pantalla gigante al fondo, flores de todos los colores adornaban la hacienda, entonces Isabela y su esposo arribaron a la finca. María Paz salió emocionada a saludar a sus familiares. —¡Isa! —exclamó, se unieron en un fuerte abrazo. —¡No lo puedo creer! ¡Estás hermosa hermanita! —comentó Isabela, colocando su mano en el vientre de María Paz. —No piensas saludar a tu cuñado favorito —reclamó Nando. —Serás el único que tengo —dijo María Paz bromeando. —No te hagas Paz, tú y yo sabemos que tu cuñado favorito soy yo. —Te recuerdo que mi esposo también tiene un hermano. —Frunció los labios—. Bueno entre tú, y él, pues no tengo más remedio que escogerte. —Carcajeó, luego lo abraz
Lina María regresó a la mesa y se puso a repartir aguardiente a las mujeres, excepto a Paz, entonces la música bailable sonó y todos empezaron a bailar. Luego de eso, Joaquín consideró que el momento de dar la noticia del embarazo de su esposa llegó, así que fue en busca de su padre, preguntó a varios empleados si lo habían visto por la casa, uno de ellos comentó que lo vieron alejarse con su amiga, por los cafetales. El joven Duque intentó ocultar su sonrisa, fue entonces que decidió buscar a su padre, quien al escuchar la voz de su hijo apareció con el cabello alborotado y la camisa mal abotonada, mientras que Mariana, agitada se acomodaba el vestido. —Papá te estaba buscando, voy a hacer un anuncio importante... Por cierto, tienes labial en la camisa. El señor Duque de inmediato se llevó la mano al cuello. Joaquín carcajeó. —¿Vos te estás burlando d
Carlos ingresó iracundo a la sala. Frunció los labios y observó con disgusto a las parejas jóvenes que cantaban en el karaoke. María Paz arrugó el ceño y miró cuando Carlos subió las escaleras sin saludar a nadie, como si esa siguiera siendo su casa. —¿Qué hace tu hermano aquí? —averiguó María Paz acercándose a Joaquín. —No lo sé mi reina, tal vez vino buscando a mi papá, en este momento voy a mencionarle las reglas de esta casa. —Por favor no vayas a pelearte a los golpes con él —solicitó ella con angustia. —Tranquila. —Sonrió y la besó. **** Carlos giró la manija de la cerradura de la que era su habitación en la hacienda. Gruñó al ver que no abría. —¡Maldición! —Bufó y se llevó las manos al cabello. En eso observó a Joaquín aparecer en el pasillo.&nbs
Semanas después. Las luces de la gran manzana en todo su apogeo daban la bienvenida a Carlos Mario Duque, quién con su imponente presencia, ingresaba a un exclusivo restaurante de comida francesa. El mesero lo condujo a través de las elegantes mesas adornadas con finos manteles crema con vino y fina cristalería a la mesa que tenía reservada, el elegante caballero caminaba seductor ante las miradas de varias mujeres que al verlo hablaban entre ellas. Carlos tomó asiento; enseguida el mesero le entregó la carta de licores. —Un whisky en las rocas está bien. Cuando mi acompañante llegue, me trae una botella de Cabernet Sauvignon. El mesero tomó la orden, se retiró, mientras Carlos, impaciente esperaba a Angélica, miraba el reloj a cada instante, si había algo que odiaba era la impuntualidad. «Esto es un error Carlos» dijo en su mente y en ese p