CamilaDesperté sintiéndome un poco perdida, lavé mi cara y observé mi deplorable aspecto en el espejo, las grandes bolsas oscuras bajo mis ojos hinchados adornaban mi cara pálida. Sorbí la nariz e hice un gran esfuerzo por contener mis lágrimas. Al no haber traído conmigo el celular estaba completamente incomunicada, no sabía si él se enteró de mi salida o seguía sin contestar a las llamadas que irrumpieran su tiempo con la tal Kira.Caminé fuera de la habitación yendo a la cocina, era obvio que no había nada que consumir. Este sitio estaba abandonado, mi estómago rugía al sentir la necesidad de comida, mi cabeza parecía querer explotar del dolor. Todo pintaba que sería un día de mierda. Al salir con la cabeza caliente por el enojo, la frustración y la decepción ni siquiera me detuve a pensar en tomar lo necesario para salir de ese lugar. Arrastré mis pies al ascensor para bajar al primer piso y mandar al primer escolta en busca del celular y mis tarjetas. —Señorita es mejor que r
CamilaSolo me miró por encima de su hombro y siguió caminando a la salida. Lo seguí hasta la sala donde cogía un maletín dispuesto a marcharse.—¿Por qué me estás siguiendo? —se detuvo a enfrentarme —¿a caso quieres que me quede? —Quiero que entiendas de una vez por todas que no soy alguien por el que tengas que decidir, haré las cosas sólo si yo quiero y si digo que no regresaré a esa mansión así será. Me miró cansado, hizo una mueca antes de hablar —¿Sabes qué? Has lo que quieras, no voy a estarte reteniendo cuando lo único que quiero es protegerte. ¿Te quieres ir? Vete, pero atente que allá afuera estás sola, no tienes familia ni nadie que te proteja como yo lo hago. Te guste o no, soy la única persona que se ha quedado a tu lado, Camila. Se acercó a mi para depositar un pequeño beso en mis labios, me miró unos segundos y después retomó su marcha dejándome sola, nuevamente con pensamientos contradictorios. Dudando de mis decisiones y reflexionando sobre sus últimas palabras.
El sonido de los pasos sobre la nieve lo puso alerta, escondió su cuerpo detrás de un árbol tratando de mantener la serenidad. Se le había hecho difícil escabullirse del resto de sus compañeros que vigilaban la zona, si lo descubrían era hombre muerto. —Ostión —murmuraron en un idioma que se le dificultaba entender, japonés. De apoco salió de su escondite encontrándose frente a él a cinco hombres de rasgos asiáticos, sus enormes abrigos ocultaban el armamento que cargaban. —Nuestro líder te está esperando, Ahmad falleció por lo tanto él está a cargo ahora. Es mejor que te muevas ya sino quieres que sea por las malas —demandó uno de ellos mirándolo con desconfianza—No trates de darme órdenes porque no las digo, trabajo con quien quiero y no por la fuerza —contestó tocando disimuladamente el mango del arma que traía en su espalda bajo su abrigo. —No te creas superior, en esta cadena de poder solo eres un peón más, no trates de disfrazarlo. Tensó su mandíbula notoriamente enojado,
CamilaMe quedé mirando sus ojos en busca de una respuesta, sintiendo la desesperación porque hable de una vez y deje el absurdo misterio.—Kira es uno de mis mejores elementos, fui a Novosibirsk por un único motivo y es planear la caída de los hermanos Takahashi —su mirada no me decía nada y las dudas seguían recorriendo mi sistema —No es nada de lo que tu pequeña cabeza está maquinando. —¿Y cómo puedo creer en ti? Sonrió de medio lado —Es tu decisión —se encogió de hombros —Kira sería la última mujer con la que te sería infiel. —¿Por qué? —buscaba la mentira en sus ojos pero no encontré más que diversión.—Porque es la mujer de Nicolay Entonces me reí, no le creía, nunca dices que nadie te moleste cuando estás con la mujer de tu amigo, sus hombres fueron claros al decir «Se sabe que cuando está con la señora Kira no atiende a nadie y no le gusta que lo molesten» —No mientas —quise levantarme pero lo impidió tomando mi brazo, hice una mueca al sentir un leve escozor por el malt
CamilaDimos un paseo por un acuario toda la mañana, me estaba sirviendo de mucho despejarme y vivir nuevos momentos al lado de Dmitry. De alguna forma habíamos hecho un cierre de página y abierto otra, nos merecíamos una segunda oportunidad y está vez sin secretos. Jamás volvería a actuar por mi cuenta, a decidir sobre nuestra relación sin antes hablarlo con él. De los errores se aprendía y el resultado del mío fue drástico pero de alguna forma el destino nos volvió a juntar, demostrándonos que el lazo que nos unía era demasiado fuerte y por mucho que quisiéramos romperlo no podríamos. —¿Qué haces? —pregunté riéndome al ver que me estaba tomando una foto —Quemaste las que tenía, me debes unas nuevas —se encogió de hombros —¿Eran tan importantes? —De no serlas desde hace tiempo lo hubiese hecho yo —mostró su malestar.Saliendo del lugar dimos un corto paseo por las calles antes de ir a almorzar a un lujoso restaurante, aún no le comentaba lo del trabajo y no sabía cómo iba a reac
CamilaMe pase el resto de la mañana analizando la gestión del personal que manejaba mi antecesor, luego de una hora llamé a Evelina para que trajera los perfiles de los empleados del departamento de diseño, necesitaba saber que tan capacitados se encontraba para laborar en dichos cargos. Después de tanto tiempo me sentí útil, no soportaba esa vida de mantenida que llevaba. Nunca fue de mi agrado la idea de depender económicamente de alguien. A la hora del almuerzo bajé a la cafetería de la empresa, todos parecían tener sus propias amistades y charlar entre ellos, me sentía rara y fuera de lugar al no conocer a nadie.—¿Dieta estricta? —preguntó el señor Volkov a mi lado, sobresaltándome. —Oh, no, para nada —miré mi plato y sólo había escogido ensaladas de baja caloría —solo que no tengo mucho apetito el día de hoy. —Entiendo —miré el suyo, un plato balanceado, similar a los que consumía Dmitry. Elegí una bebida fría y tomé la bandeja para ir a buscar una mesa. —¿Puedo acompañart
Camila La fría brisa engrifó mi cuerpo, me abracé fuerte al brazo de Dmitry cuando salimos de la camioneta, el lugar estaba completamente cubierto de nieve. Caminamos hasta dentro de una pequeña cabaña alejada del pequeño caserío, el interior parecía un poco a cogedor, sin embargo el frío no se dejaba de sentir. —Tan puntual como siempre, jefe —el tinte de coquetería no me pasó desapercibida, una mujer de alta estatura, cuerpo muy bien proporcionado, ojos verdes y de labios rojos se acercó a saludarlo con un beso en la mejilla, ni siquiera reparó en mi presencia sólo me ignoró volviendo a su antiguo lugar. No pude evitar hacer un gesto de fastidio ante su actitud petulante y la falta de indiferencia de él para con ella. —Kira —saludó con amabilidad cuando con nadie de sus hombres era así, ni siquiera con Oksana —te presento a Camila, mi mujer. La mujer posó sus fríos e indiferentes ojos sobre mi, examinándome de pie a cabeza sin cambiar su expresión altanera. —No es la gran cosa
Camila El viaje de regreso fue bastante interesante, mis piernas dolían al igual que mi intimidad ardía, trataba de caminar con normalidad hasta la camioneta que nos esperaba. —¿Estás bien, pequeña? —preguntó con socarronería, lo miré mal sentándome en los asientos traseros. —Creo que te pásate esta vez —musité por lo bajo haciéndolo reír, tomó su sitio a mi lado y me atrajo a su pecho. —Tu lo pediste así te lo recuerdo. Nos volvíamos tan insaciables en la cama que el sexo casual y tierno me parecía insuficiente y poco satisfactorio, me gustaba la dureza y rudeza en cómo lo hacíamos olvidando que después el cuerpo me pasaría factura. —Solo quiero llegar a mi cama a dormir —murmuré sobre su pecho—Como lo desees.El auto se puso en marcha adentrándose a la ciudad, se detuvieron frente a un lugar de auto servicio para comprar la pizza que le pedí, mi estomago rugía ante la necesidad de comida. Entramos al departamento y corrí al baño para ducharme y vestirme con algo más cómodo,