CamilaMe quedé mirando sus ojos en busca de una respuesta, sintiendo la desesperación porque hable de una vez y deje el absurdo misterio.—Kira es uno de mis mejores elementos, fui a Novosibirsk por un único motivo y es planear la caída de los hermanos Takahashi —su mirada no me decía nada y las dudas seguían recorriendo mi sistema —No es nada de lo que tu pequeña cabeza está maquinando. —¿Y cómo puedo creer en ti? Sonrió de medio lado —Es tu decisión —se encogió de hombros —Kira sería la última mujer con la que te sería infiel. —¿Por qué? —buscaba la mentira en sus ojos pero no encontré más que diversión.—Porque es la mujer de Nicolay Entonces me reí, no le creía, nunca dices que nadie te moleste cuando estás con la mujer de tu amigo, sus hombres fueron claros al decir «Se sabe que cuando está con la señora Kira no atiende a nadie y no le gusta que lo molesten» —No mientas —quise levantarme pero lo impidió tomando mi brazo, hice una mueca al sentir un leve escozor por el malt
CamilaDimos un paseo por un acuario toda la mañana, me estaba sirviendo de mucho despejarme y vivir nuevos momentos al lado de Dmitry. De alguna forma habíamos hecho un cierre de página y abierto otra, nos merecíamos una segunda oportunidad y está vez sin secretos. Jamás volvería a actuar por mi cuenta, a decidir sobre nuestra relación sin antes hablarlo con él. De los errores se aprendía y el resultado del mío fue drástico pero de alguna forma el destino nos volvió a juntar, demostrándonos que el lazo que nos unía era demasiado fuerte y por mucho que quisiéramos romperlo no podríamos. —¿Qué haces? —pregunté riéndome al ver que me estaba tomando una foto —Quemaste las que tenía, me debes unas nuevas —se encogió de hombros —¿Eran tan importantes? —De no serlas desde hace tiempo lo hubiese hecho yo —mostró su malestar.Saliendo del lugar dimos un corto paseo por las calles antes de ir a almorzar a un lujoso restaurante, aún no le comentaba lo del trabajo y no sabía cómo iba a reac
CamilaMe pase el resto de la mañana analizando la gestión del personal que manejaba mi antecesor, luego de una hora llamé a Evelina para que trajera los perfiles de los empleados del departamento de diseño, necesitaba saber que tan capacitados se encontraba para laborar en dichos cargos. Después de tanto tiempo me sentí útil, no soportaba esa vida de mantenida que llevaba. Nunca fue de mi agrado la idea de depender económicamente de alguien. A la hora del almuerzo bajé a la cafetería de la empresa, todos parecían tener sus propias amistades y charlar entre ellos, me sentía rara y fuera de lugar al no conocer a nadie.—¿Dieta estricta? —preguntó el señor Volkov a mi lado, sobresaltándome. —Oh, no, para nada —miré mi plato y sólo había escogido ensaladas de baja caloría —solo que no tengo mucho apetito el día de hoy. —Entiendo —miré el suyo, un plato balanceado, similar a los que consumía Dmitry. Elegí una bebida fría y tomé la bandeja para ir a buscar una mesa. —¿Puedo acompañart
Camila La fría brisa engrifó mi cuerpo, me abracé fuerte al brazo de Dmitry cuando salimos de la camioneta, el lugar estaba completamente cubierto de nieve. Caminamos hasta dentro de una pequeña cabaña alejada del pequeño caserío, el interior parecía un poco a cogedor, sin embargo el frío no se dejaba de sentir. —Tan puntual como siempre, jefe —el tinte de coquetería no me pasó desapercibida, una mujer de alta estatura, cuerpo muy bien proporcionado, ojos verdes y de labios rojos se acercó a saludarlo con un beso en la mejilla, ni siquiera reparó en mi presencia sólo me ignoró volviendo a su antiguo lugar. No pude evitar hacer un gesto de fastidio ante su actitud petulante y la falta de indiferencia de él para con ella. —Kira —saludó con amabilidad cuando con nadie de sus hombres era así, ni siquiera con Oksana —te presento a Camila, mi mujer. La mujer posó sus fríos e indiferentes ojos sobre mi, examinándome de pie a cabeza sin cambiar su expresión altanera. —No es la gran cosa
Camila El viaje de regreso fue bastante interesante, mis piernas dolían al igual que mi intimidad ardía, trataba de caminar con normalidad hasta la camioneta que nos esperaba. —¿Estás bien, pequeña? —preguntó con socarronería, lo miré mal sentándome en los asientos traseros. —Creo que te pásate esta vez —musité por lo bajo haciéndolo reír, tomó su sitio a mi lado y me atrajo a su pecho. —Tu lo pediste así te lo recuerdo. Nos volvíamos tan insaciables en la cama que el sexo casual y tierno me parecía insuficiente y poco satisfactorio, me gustaba la dureza y rudeza en cómo lo hacíamos olvidando que después el cuerpo me pasaría factura. —Solo quiero llegar a mi cama a dormir —murmuré sobre su pecho—Como lo desees.El auto se puso en marcha adentrándose a la ciudad, se detuvieron frente a un lugar de auto servicio para comprar la pizza que le pedí, mi estomago rugía ante la necesidad de comida. Entramos al departamento y corrí al baño para ducharme y vestirme con algo más cómodo,
Camila Le sostengo la mirada de la misma forma y lentamente saqué su miembro de mi boca, relamí mis labios y con su ayuda me puse en pie, con salvajismo me apresó contra su boca tomándome fuertemente de la parte baja de mi cabeza, gemí ante todo lo que me avasallaba en ese momento. Mi cuerpo entero vibraba con las mismas ansias de siempre. Se apartó de mi y me giró, dejándome de espaldas a él, me ericé cuando sentí sus labios en la parte trasera de mi cuello, sus manos se deslizaron por mi cuerpo y se detuvieron en mis caderas. La música seguía sonando dándole un aire erótico y romántico a la vez, o así sentía eso último porque mi corazón estaba a punto de explotar del amor que le tenía.Sus besos fueron descendiendo por mi espalda, mi boca estaba entreabierta y mis ojos cerrados, entregada por completo al placer. Sentí como sus hábiles dedos se abrieron paso entre mis piernas y se deslizaron por mis humedecidos pliegues, no introdujo nada sólo me acariciaba convirtiendo aquello en
Camila "Sola" era lo último que estaba en este lugar, no sabía si sacarlo de su error o dejarlo pasar, me gustaba tener mi vida personal privada y no mezclarla con la gente que trabajaba. —Si, bueno... algunas circunstancias me llevaron a tomar la decisión —que mi ahora marido, por así decirlo, se le dio por secuestrarme en plena boda. —Entiendo —asintió sonriendo extendiendo su mano por sobre la mesa para tomar la mía, de pronto olvidé cómo se respiraba —Se qué tal vez sonará un tanto desconcertante para ti o quizás ya lo hayas notado pero desde que te vi entrar a la oficina para la entrevista me sentí atraído por ti, eres hermosa e inteligente, es casi imposible no fijarse en ti. —Yo... —quería soltar sus manos y largarme de ahí, había sido un completo error aceptar su invitación. No me gustaba el rumbo de todo esto —Espera —volvió a sonreír —me gustaría que me dieras la oportunidad de conocerte. Abrí mi boca para hablar al mismo tiempo que alejaba mis manos con disimulo. —¿Y
Los camiones que transportaban los hombres de la Yakuza se detuvieron en una pequeña cabaña, de uno de los vehículos bajó el líder siendo escoltado por al menos diez hombres. El frío caló sus huesos, se esforzó por no temblar y mantener la compostura, su cuerpo era débil ante el frío lo que era desventajoso para la estadía en ese lugar. —Señor —el hombre que abrió hizo una reverencia, lo ignoró pasando de paso hacia el interior. —La cabaña ha sido habilitada para usted, lo consideramos teniendo en cuenta su deseo para que su presencia pase desapercibida. Miró a su alrededor con descontento, no era un lugar adecuado para él que estaba acostumbrado a las comodidades y lujos, pero no le quedaba de otra. No quería arriesgarse a hospedarse en hotel de lujo, Dmitry Ivankov no podía enterarse de su ubicación, de lo contrario estaba seguro que iría por él, después de todo estaban en su territorio el cual conocía como la palma de su mano. No podía subestimar a su enemigo en territorio incie