Camila El viaje de regreso fue bastante interesante, mis piernas dolían al igual que mi intimidad ardía, trataba de caminar con normalidad hasta la camioneta que nos esperaba. —¿Estás bien, pequeña? —preguntó con socarronería, lo miré mal sentándome en los asientos traseros. —Creo que te pásate esta vez —musité por lo bajo haciéndolo reír, tomó su sitio a mi lado y me atrajo a su pecho. —Tu lo pediste así te lo recuerdo. Nos volvíamos tan insaciables en la cama que el sexo casual y tierno me parecía insuficiente y poco satisfactorio, me gustaba la dureza y rudeza en cómo lo hacíamos olvidando que después el cuerpo me pasaría factura. —Solo quiero llegar a mi cama a dormir —murmuré sobre su pecho—Como lo desees.El auto se puso en marcha adentrándose a la ciudad, se detuvieron frente a un lugar de auto servicio para comprar la pizza que le pedí, mi estomago rugía ante la necesidad de comida. Entramos al departamento y corrí al baño para ducharme y vestirme con algo más cómodo,
Camila Le sostengo la mirada de la misma forma y lentamente saqué su miembro de mi boca, relamí mis labios y con su ayuda me puse en pie, con salvajismo me apresó contra su boca tomándome fuertemente de la parte baja de mi cabeza, gemí ante todo lo que me avasallaba en ese momento. Mi cuerpo entero vibraba con las mismas ansias de siempre. Se apartó de mi y me giró, dejándome de espaldas a él, me ericé cuando sentí sus labios en la parte trasera de mi cuello, sus manos se deslizaron por mi cuerpo y se detuvieron en mis caderas. La música seguía sonando dándole un aire erótico y romántico a la vez, o así sentía eso último porque mi corazón estaba a punto de explotar del amor que le tenía.Sus besos fueron descendiendo por mi espalda, mi boca estaba entreabierta y mis ojos cerrados, entregada por completo al placer. Sentí como sus hábiles dedos se abrieron paso entre mis piernas y se deslizaron por mis humedecidos pliegues, no introdujo nada sólo me acariciaba convirtiendo aquello en
Camila "Sola" era lo último que estaba en este lugar, no sabía si sacarlo de su error o dejarlo pasar, me gustaba tener mi vida personal privada y no mezclarla con la gente que trabajaba. —Si, bueno... algunas circunstancias me llevaron a tomar la decisión —que mi ahora marido, por así decirlo, se le dio por secuestrarme en plena boda. —Entiendo —asintió sonriendo extendiendo su mano por sobre la mesa para tomar la mía, de pronto olvidé cómo se respiraba —Se qué tal vez sonará un tanto desconcertante para ti o quizás ya lo hayas notado pero desde que te vi entrar a la oficina para la entrevista me sentí atraído por ti, eres hermosa e inteligente, es casi imposible no fijarse en ti. —Yo... —quería soltar sus manos y largarme de ahí, había sido un completo error aceptar su invitación. No me gustaba el rumbo de todo esto —Espera —volvió a sonreír —me gustaría que me dieras la oportunidad de conocerte. Abrí mi boca para hablar al mismo tiempo que alejaba mis manos con disimulo. —¿Y
Los camiones que transportaban los hombres de la Yakuza se detuvieron en una pequeña cabaña, de uno de los vehículos bajó el líder siendo escoltado por al menos diez hombres. El frío caló sus huesos, se esforzó por no temblar y mantener la compostura, su cuerpo era débil ante el frío lo que era desventajoso para la estadía en ese lugar. —Señor —el hombre que abrió hizo una reverencia, lo ignoró pasando de paso hacia el interior. —La cabaña ha sido habilitada para usted, lo consideramos teniendo en cuenta su deseo para que su presencia pase desapercibida. Miró a su alrededor con descontento, no era un lugar adecuado para él que estaba acostumbrado a las comodidades y lujos, pero no le quedaba de otra. No quería arriesgarse a hospedarse en hotel de lujo, Dmitry Ivankov no podía enterarse de su ubicación, de lo contrario estaba seguro que iría por él, después de todo estaban en su territorio el cual conocía como la palma de su mano. No podía subestimar a su enemigo en territorio incie
Mientras tanto Dmitry se divertía en observado como sus hombres se divertían torturando al traidor, había tomado tiempo dar con él, supo esconderse al no revelar su verdadero nombre. Se acercó a él sintiendo la satisfacción de ver el dolor reflejado en sus ojos, el miedo lo corroía y era incapaz de ocultarlo. —Admiren al cuarto Vor de la mafia rusa —sus hombre rieron mofándose de Ostión —el que tendrá a las Suki como ejército. Las burlas continuaron así como las torturas no pararon hasta que el hombre dio su último suspiro antes de morir, arrepintiéndose de haber nacido y maldiciendo el día en que decidió traicionar a la hermandad. El precio a pagar fue muy elevado, inhumano como lo era todo en la mafia roja.—Así mueren los traidores —murmuraban algunos mientras veían cómo despedazaban el cadáver y alimentaban a las perras, como eran llamados los traidores independientemente del género, obligándolos a comerse la carne cruda, incluida sus órganos. —Guardamos la parte especial para
Los valores que nos rigen la mayor parte de nuestra vida a veces son los detonantes para sacar todo lo que nos obligaron a guardar, a no sacar a flote nuestra maldad, esa que se oculta hasta en lugar más recóndito de cualquier ser humano.Camila se aferraba al arma de alto calibre que sostenía en la mano, estaban siendo transportados al bosque donde interceptarían a los japoneses, sabían que se estaban moviendo por esos lares para pasar desapercibidos, olvidando que era el territorio del demonio que respiraba pesadamente con las ansias de exterminarlos, que nada en ese lugar se movía sin que él no lo supiera. Bajo un radar estaban al pendiente de los movimientos de camionetas, los drones estaban en el aire vigilando a la espera de ellos. —Son muchos —comentó uno a su lado. —Pero no más que nosotros —le respondió otroLos susurros entre ellos no paraban, en su mayoría siendo pretenciosos. Él caminó hasta donde había dejado a su mujer, Grigori parecía indicarle algunas cosas y ella s
Llegaron a la torre yendo directamente al piso donde tenían a Hana Takahashi atada de manos y pies sobre una silla, se removía desesperada tratando de soltarse. Movimientos que sólo la hacía desgastarse porque no había salida de ese lugar.—Hana —saludó parándose frente a ella recibiendo una mirada de odio —Hijo de perra —siseó —Oh, sí que lo era, por eso la maté así como lo haré contigo y tu asqueroso hermano —hizo un gesto con la cabeza hacia el hombre que custodiaba la puerta. —No podrás tan fácilmente con mi hermano, recuerda quien es él —¿Ah, si? —los hombres entraron con Haruki siendo arrastrado, su rostro estaba lleno de golpes, al ver a su hermana atada se agitó tratando de soltarse —Entonces, ¿por qué está aquí? —¡Maldito hijo de puta! —chilló dándole vuelta a la silla cayendo al suelo, su desesperación acrecentó al verlo en esas condiciones y saber que no tendrían escapatoria. —¡Suéltala! Ella no tiene nada que ver en esto. —No lo creo, es conocimiento de todos que er
Camila Me veía frente al espejo no creyendo en mi reflejo, ¿en qué me había convertido? Bastaron unos meses para que cambiara por completo, delante de mi yacía una asesina que no sentía ni un solo remordimiento por lo que había hecho hace unas horas, mató a todo el que se le señaló como enemigo. «¿Qué diría papá?» sabía la respuesta, me repudiaría y me tendría miedo, me había convertido en una bestia como ellos, ya no era diferente y no era más la luz en la oscuridad de Dmitry. Él se había encargado de apagarla y envolverme en su mundo cargado de maldad y de demonios. Lo peor de todo es que me gustaba el poder de decidir con la vida de otros, me gustaba la vida que él tenía para mi. Encontré mi gusto por el poder que aún no me daba y una vez que lo tuviera jamás lo soltaría. Me aparté del espejo sonriendo orgullosa, no elegí esto, me obligaron a serlo. El mundo era cruel y yo no iba a seguir siendo una víctima. Sería la victimaria que destrozaría a todo aquel que interfiriera en mi