CAPÍTULO 52

Maximiliano, que ya estaba perdiendo la paciencia con cada acción de esa mujer, se enfureció mucho más cuando la joven intentó besarlo luego de colgarse a su cuello, así que sacó el rostro de su alcance, haciendo que los labios de la joven se pegaran a su barbilla, y la tomó de ambas manos, alejándola de él y dando un par de pasos hasta acorralarla contra la pared, con los brazos de ella, que sostenía por las muñecas, extendidos al cielo.

—Ni siquiera lo vuelvas a intentar —amenazó el hombre con el rostro frío y serio, volviéndose temible—, porque lo único que puedes obtener de mí es respeto, Olga, pero, si me colmas la paciencia, ni siquiera eso.

Dicho eso, el hombre la empujó con tal fuerza que ambos hombros de la joven se resintieron al choque con la pared y se quedó sin respirar para contener el dolor que estaba sintiendo. Olga sintió como su cuerpo rebotaba con fuerza mientras veía a su prometido, que la repugnaba más que odiarla, dejando la habitación.

Eso era algo que ella n
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