CAPÍTULO 56

—¡Hijo de perra! —gritó Olga y Maximina tembló, pues con ese grito ella entendió lo que estaba pasando sin necesidad de que esa mujer dijera nada más—. ¡Maldito hijo de perra!

Olga estaba furiosa. Ella acababa de recibir la notificación, de la procuraduría de protección de niños, niñas y adolescentes, para un careo con el motivo de la patria potestad de la niña Mía Santillana Falcón.

» ¡Esto no fue lo que acordamos! —señaló la mujer, empujando cosas al piso y armando un verdadero desastre en su habitación—. Te ibas a casar conmigo, íbamos a ser felices. Maximiliano Santillana... Yo me estaba portando bien contigo y con tu familia, así que, ¿por qué rayos haces esto?

Maximiliano no respondió, él ni siquiera estaba en esa casa, pero, en realidad, Olga no quería respuestas, no las necesitaba, porque, dijera lo que dijera, Maximiliano era ahora su enemigo, y por supuesto que no lo dejaría así.

» Te vas a arrepentir —declaró la azabache, de verdad furiosa.

Ella en ningún momento pensó que
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