CAPÍTULO 59

—Entonces, ¿puedo visitar a Mía cuando yo quiera? —preguntó Maximiliano y Olga apretó los dientes con tanta fuerza que fue visible para todos en el lugar.

—Siempre y cuando Marisa no venga contigo, yo no tengo ningún problema —aseguró Olga y Maximiliano respiró profundo de nuevo.

—¿Usted dónde vive? —preguntó el procurador de bienestar infantil—. ¿No vive en casa de su madre?

—Nosotros vivíamos en casa de mi madre —informó Maximiliano Santillana—, me refiero a Marisa y a mí. La casa era originalmente de ella, pero yo la compré hace un tiempo, vivíamos todos juntos hasta que los problemas iniciaron, ahora Marisa y yo vivimos en la casa que ella compró después de venderme su antigua casa.

—Bueno. Si la niña está acostumbrada a ella, yo recomiendo darle un día o dos de vista a la ciudadana Marisa, por el bienestar emocional de la niña —explicó Emmanuel a la joven que alegaba que todo lo que le interesaba era el bienestar de esa niña, y Olga apretó los dientes.

Había ido ahí demasiad
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