CAPÍTULO 14

—Pues, en serio, te agradezco el apoyo, y te molestaré con algo más —advirtió el hombre, mientras veía a Marisa picar verduras para una ensalada, probablemente—. Mi mamá necesitará quien la cuide, así que debo contratar a una enfermera, si no te molesta, claro.

—Por supuesto que no me molesta —aseguró la joven, pasándole un sándwich al hombre que ni cuenta se dio de a qué hora lo preparó—, de hecho, si no te molesta que me entrometa más, déjame decirte que conozco a alguien para el puesto. La mamá de una amiga es enfermera, y cocina delicioso, si te interesa, puedo contactarte con ella.

—Claro que me interesa —aseguró el hombre—, y de verdad te lo agradecería mucho.

—Perfecto, déjame marcarle —dijo Marisa y, luego de darle una mordida a su sándwich, se levantó de la mesa de la cocina, en que ambos estaban cenando, y salió con la niña dormida amarrada al torso de su cuerpo en esa técnica de porteo que había aprendido recientemente y que a Mía le encantaba.

Maximiliano siguió comiendo
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