ISMAEL.Algo terrible estaba por pasar, lo intuía. La hermosa mujer, sentada a mi lada, tenía las manos sosteniendo con fuerza parte de su saco, abrazaba a su hija con fuerza, y sus pies no dejaban de moverse, señal de que está sufriendo de ansiedad.Imagino las mil y un preguntas que se estarán formando en su cabeza, y las mil y un respuestas que desea de ellas.—¿A dónde nos llevas? —Su voz escasa de alegría. ¿Tan mal hice en convertirla en mi esposa? ¿Acaso no siente lo mismo?Otra en su lugar, estaría feliz; y ese es el problema. Ella no es como las otras.—A nuestra casa —respondo, trayendo de regreso la seriedad en mi rostro, dibujando lo pétreo que me caracteriza. Puede que en el fondo me encuentre brincando en una sola pata, por primera vez creer que hice lo correcto, sin embargo, es normal que tenga una reacción así.En realidad, esperaba algo mucho peor.—¿Nuestra casa?—¿Viviremos juntos, príncipe Is? —interviene su hija, y solo me queda sonreír.—Hablaremos dentro de la ca
AMELIE.No perder la cabeza, se ha vuelto algo completamente imposible. Mi lado tranquilo, pacífico, se está cayendo por la borda. La vida me está jugando, y muy sucio, a decir verdad.Convertirme de la noche a la mañana, en la esposa del hombre más importante, no es algo que uno, se entera por pura casualidad, ni es algo que pasa todos los días. Pero aquí estoy, en la gran mansión Wright, siendo la señora de la casa, dejándome guiar por el hombre que e hizo su mujer, solo por un desliz mío; pero al parecer, eso fue suficiente, para proclamarme como suya.Ismael, abre la puerta de una de las habitaciones, y lo que mis ojos ven, es algo, asombroso. Literalmente, es una cama enorme, con grandes ventanales, y el color es algo muy peculiar de ambos. Decorados en beige y gris oscuro.Cualquiera diría que no lucen, pero en realidad, quien se haya encargado de la decoración de interiores, hizo un buenísimo trabajo.—Ésta será nuestra habitación. ¿Te gusta? —pregunta detrás de mí. Su respirac
La mañana llegó, y cuando abro los ojos, lo primero que veo es a mi jefe, vistiéndose despreocupadamente, observándome. Esa sonrisa traviesa que siempre hay en sus labios, me encanta.Me acomodo sobre el colchón, para disfrutar mejor de la vista.—Siempre sonríes.—¿Quieres que deje de hacerlo? —Niego—. ¿Entonces?—Solo que…, siempre te veo tan serio con los demás. Gruñes a todo quien se cruce en tu camino. Eres muy prepotente.—No pienso cambiar con ellos. Solo tengo esta faceta relajada con ustedes. Ni siquiera mi hermana conoce esta parte de mí —Mi rostro se contrae al recordarla—. ¿Qué sucede? Ella no te hará daño aquí.—¿Ella sabe que sabes? —Niega—. ¿Qué planeas hacer? El hecho que sea tu esposa, no me libra de los peligros, y en verdad, yo no quiero vivir atormentada. Ella se ha tomado muy en serio en hacerme la vida imposible.—Porque está detrás de tu dinero. O al menos, la de tu hija —Me pongo de pie, y lo enfrento.—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo lo sabe ella?—Yo, lo sé todo, Ameli
Dante se veía lo bastante nervioso por el panorama que se estaba formando frente a sus ojos. Él me conocía más que nadie, y sabía que tenía las de ganar, la iba a aprovechar. Rafael toco un tema muy sensible, por ende, no me dejaré humillar. No esta vez.—Rafael, ya nos vengaremos —musita mi ex esposo.—No entiendo porque te metes en este dilema. El karma llegará, y cada una de las cosas por las que atravesé desde que te conocí, las pagarás —susurré.—Mandarás a tu esposo a amenazarme —Suelta una carcajada—. Eres cobarde.—Soy precavida, es algo muy distinto —traga fuerte.—Pues esperaré a tu karma.—Yo seré tu karma y no solo el tuyo, sino de todos —Le guiño el ojo, y volteo para volver a la camioneta.—Señora, debes atraparlos —observo a Wilson y luego a los demás.—Déjalos que se vayan. Ya están advertidos, además, Ismael tiene un tema más importante que solucionar —Esto lo digo, mirando a Dante, y sé con certeza, que sabe que me refiero a su esposa.Él hombre, obliga prácticamente
ISMAEL.Iba a pedir los documentos a uno de los hombres, pero debí suponer que mi esposa subiría a la camioneta e iría a su casa a buscarlo, dado que no tiene casi nada, de sus pertenencias en esta casa.Todo parecía marchar muy bien, ella se adaptó a la idea de ser mi esposa sin dar tantos problemas, aunque, ciertamente, aún se mantiene tensa por a manera en lo hice.En mi defensa, no tenía otra opción.No obstante, algo me dice que hay algo más aquí. No pueden odiarla por el hecho de estar conmigo, o simplemente por ese dinero. El que debería de estar en constante peligro soy yo y no ella, pero al parecer, la quieren más muerta a ella de lo que creí.Mi celular suena en ese instante, y en el momento de escuchar la noticia, me pongo de pie, y camino hasta la salida, donde se estaciona la camioneta en la que fue mi mujer. La veo bajar, con las mejillas bañadas en lágrimas. Corro de inmediato hacia ella, y la reviso minuciosamente, para después, levantar la cabeza e indicarle a Roberts
Luego de lo sucedido en el cuarto, cada uno se vistió cómodamente; para posterior a eso, bajar a cenar. Por primera vez en mucho tiempo, al visualizar a mi esposa en la mesa, junto a su hija, me sentí tan afortunados de tenerlos. Nunca antes creí que anhelaría tener una familia, y ahora, siento que tengo sin pedirlo.Fui estúpido al querer juntarme con ella, creyendo que podría reemplazar a Jen, cuando en realidad, Amelie es tan diferente a ella. Ella es como un arcoíris después de la lluvia; la calma después de la tormenta. Ella es mi puerto de paz, mi tranquilidad.Pasada la hora, cada uno se despidió, y como la noche anterior lo hizo, fue a la habitación de su hija a arroparla, y luego vino a acomodarse a mi lado. Fingí estar dormido, solo para sentir la suavidad de sus labios sobre los míos, pero en esta ocasión, le correspondí.La mañana siguiente, ambos nos levantamos. En esta ocasión, no iría a la oficina, pues trabajaría desde la casa. Además, Wilson me ha facilitado los docum
Luego del desayuno, me encerré en mí despacho a trabajar un poco. Comunicándome con algunos clientes y regañando a mi asistente por su ineficiencia. Aunque ciertamente, es la mejor en su área. Debo admitirlo.Observo el documento de transferencia que había mencionado Amelie, y lo tomo sin dudar. La situación por la que está atravesando mi esposa, no es una que se deba dejar pasar. Si es lo que creo, probablemente me he casado con la mujer más adinerada de todo el país, incluso más que yo y ella ni siquiera es consciente de eso.Probablemente la persona que esté detrás de todo esto, sea alguien cercano en el apellido.Comienzo a leer el documente línea por línea, y con cada avance, mi ceño se frunce cada vez más, entendiendo que efectivamente, su madre quería quedarse con absolutamente todo, pero también me resulta extraño que quiera dejar sin nada a su hija.Mientras más leo, me resulta extraño los espacios vacíos del documento. Eso no debería ser así. Es como si quisiera rellenarlo c
AMELIE.No estaba tranquila con lo que había pasado. En definitiva, alguien lo había tomado o en mi descuido, yo lo había tomado. Al fin de cuentas, ese baúl lo escondí después de mi boda, y ya, nunca más lo volví a revisar.—¿Y si vamos a buscarlo? —pregunto. Aún sigo en el despacho de Ismael.Él se ha convertido en alguien sumamente importante en mi vida. En mi mano derecho. Esa fuente de alivio que todos necesitamos, cuando atravesamos momentos difíciles.En verdad, siento que le debo demasiado.Sus ojos observándome, entre sorprendido y dulce.—¿No te parece que es muy tarde? —inquiere. Quizás, tratando de hacerme entrar en razón.—Si tienes razón en todo lo que me has dicho, lo más probable es que alguien lo haya tomado. ¿Y si solo se ha caído al costado?Mi esposo, suelta un suspiro y se pone de pie. Toma las llaves, y extiende su mano para mí.—Vamos a ver. Los hombres se adelantarán. ¿Te parece? —Asiento, mientras salgo de su oficina y voy rumbo a la habitación a buscar mi bol