Estaba sentada en la sala, acababa de llegar de dejar a mi hija del kínder, pensando exactamente en que debía hacer. He llamado a mí abogado, y por desgracia, me dijo que no hay nada por resolver en estos momentos, más que enfrentar la guerra con las armas que tenemos.Dante y Sofía, se han mostrados muy amorosos y felices ante los medios, todo para quitarme a mí hija, o proceder a apoderarse de su herencia. Mientras me encuentro desplomada en la silla, mirando el techo y pensando en cómo salir de estas, el timbre de la casa suena.Me pongo de pie, y camino hasta la misma para abrirla, sin embargo, para mi sorpresa era mi mejor amiga, y para desgracia mía, me impacta sus manos en la mejilla; muy furiosa.Sorprendida por su acto violenta, detengo su otra mano, cuando me percato que me daría otro golpe.—¡¿Qué te sucede?! —pregunto exclamando y levantándole la voz por primera vez. Tengo tantos problemas que resolver como para lidiar ahora con otro—. ¿Por qué me golpeas?—Has lastimado a
Lamentablemente, no podía quedarme más tiempo. Tenía que ir a mí casa a prepararme mentalmente para ese maldito juicio. No entendía, porque Dante me hacía eso, ya mi vida se estaba volviendo un completo infierno en cuestión de meses. Cuando salí de su habitación, su hermana tenía unas ganas locas de lanzarse encima de mí, pero en cuestión de segundos, cambió de parecer y simplemente me sonrió. Lo más seguro es que crea que ganará mañana, y aunque no quiero ser pesimista, pero es un noventa por ciento seguro que lo haga. Tengo la comodidad y el dinero para tener conmigo a Maga, y, aun así, ponen la ridícula excusa que no podré cuidarla, por no tener una figura masculina en la casa. Las leyes para las mujeres es algo…, absurdo. No nos protegen de nada, o simplemente, no entiendo nada. Cuando llego a casa, ayudo a mi madre a bajar a Maga, quien se encuentra emocionada por hablar con Ismael. En mi caso, debo hablar con el abogado, por lo que le pido a mi madre que la acompañe. Minutos
ISMAEL.Algo terrible estaba por pasar, lo intuía. La hermosa mujer, sentada a mi lada, tenía las manos sosteniendo con fuerza parte de su saco, abrazaba a su hija con fuerza, y sus pies no dejaban de moverse, señal de que está sufriendo de ansiedad.Imagino las mil y un preguntas que se estarán formando en su cabeza, y las mil y un respuestas que desea de ellas.—¿A dónde nos llevas? —Su voz escasa de alegría. ¿Tan mal hice en convertirla en mi esposa? ¿Acaso no siente lo mismo?Otra en su lugar, estaría feliz; y ese es el problema. Ella no es como las otras.—A nuestra casa —respondo, trayendo de regreso la seriedad en mi rostro, dibujando lo pétreo que me caracteriza. Puede que en el fondo me encuentre brincando en una sola pata, por primera vez creer que hice lo correcto, sin embargo, es normal que tenga una reacción así.En realidad, esperaba algo mucho peor.—¿Nuestra casa?—¿Viviremos juntos, príncipe Is? —interviene su hija, y solo me queda sonreír.—Hablaremos dentro de la ca
AMELIE.No perder la cabeza, se ha vuelto algo completamente imposible. Mi lado tranquilo, pacífico, se está cayendo por la borda. La vida me está jugando, y muy sucio, a decir verdad.Convertirme de la noche a la mañana, en la esposa del hombre más importante, no es algo que uno, se entera por pura casualidad, ni es algo que pasa todos los días. Pero aquí estoy, en la gran mansión Wright, siendo la señora de la casa, dejándome guiar por el hombre que e hizo su mujer, solo por un desliz mío; pero al parecer, eso fue suficiente, para proclamarme como suya.Ismael, abre la puerta de una de las habitaciones, y lo que mis ojos ven, es algo, asombroso. Literalmente, es una cama enorme, con grandes ventanales, y el color es algo muy peculiar de ambos. Decorados en beige y gris oscuro.Cualquiera diría que no lucen, pero en realidad, quien se haya encargado de la decoración de interiores, hizo un buenísimo trabajo.—Ésta será nuestra habitación. ¿Te gusta? —pregunta detrás de mí. Su respirac
La mañana llegó, y cuando abro los ojos, lo primero que veo es a mi jefe, vistiéndose despreocupadamente, observándome. Esa sonrisa traviesa que siempre hay en sus labios, me encanta.Me acomodo sobre el colchón, para disfrutar mejor de la vista.—Siempre sonríes.—¿Quieres que deje de hacerlo? —Niego—. ¿Entonces?—Solo que…, siempre te veo tan serio con los demás. Gruñes a todo quien se cruce en tu camino. Eres muy prepotente.—No pienso cambiar con ellos. Solo tengo esta faceta relajada con ustedes. Ni siquiera mi hermana conoce esta parte de mí —Mi rostro se contrae al recordarla—. ¿Qué sucede? Ella no te hará daño aquí.—¿Ella sabe que sabes? —Niega—. ¿Qué planeas hacer? El hecho que sea tu esposa, no me libra de los peligros, y en verdad, yo no quiero vivir atormentada. Ella se ha tomado muy en serio en hacerme la vida imposible.—Porque está detrás de tu dinero. O al menos, la de tu hija —Me pongo de pie, y lo enfrento.—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo lo sabe ella?—Yo, lo sé todo, Ameli
Dante se veía lo bastante nervioso por el panorama que se estaba formando frente a sus ojos. Él me conocía más que nadie, y sabía que tenía las de ganar, la iba a aprovechar. Rafael toco un tema muy sensible, por ende, no me dejaré humillar. No esta vez.—Rafael, ya nos vengaremos —musita mi ex esposo.—No entiendo porque te metes en este dilema. El karma llegará, y cada una de las cosas por las que atravesé desde que te conocí, las pagarás —susurré.—Mandarás a tu esposo a amenazarme —Suelta una carcajada—. Eres cobarde.—Soy precavida, es algo muy distinto —traga fuerte.—Pues esperaré a tu karma.—Yo seré tu karma y no solo el tuyo, sino de todos —Le guiño el ojo, y volteo para volver a la camioneta.—Señora, debes atraparlos —observo a Wilson y luego a los demás.—Déjalos que se vayan. Ya están advertidos, además, Ismael tiene un tema más importante que solucionar —Esto lo digo, mirando a Dante, y sé con certeza, que sabe que me refiero a su esposa.Él hombre, obliga prácticamente
ISMAEL.Iba a pedir los documentos a uno de los hombres, pero debí suponer que mi esposa subiría a la camioneta e iría a su casa a buscarlo, dado que no tiene casi nada, de sus pertenencias en esta casa.Todo parecía marchar muy bien, ella se adaptó a la idea de ser mi esposa sin dar tantos problemas, aunque, ciertamente, aún se mantiene tensa por a manera en lo hice.En mi defensa, no tenía otra opción.No obstante, algo me dice que hay algo más aquí. No pueden odiarla por el hecho de estar conmigo, o simplemente por ese dinero. El que debería de estar en constante peligro soy yo y no ella, pero al parecer, la quieren más muerta a ella de lo que creí.Mi celular suena en ese instante, y en el momento de escuchar la noticia, me pongo de pie, y camino hasta la salida, donde se estaciona la camioneta en la que fue mi mujer. La veo bajar, con las mejillas bañadas en lágrimas. Corro de inmediato hacia ella, y la reviso minuciosamente, para después, levantar la cabeza e indicarle a Roberts
Luego de lo sucedido en el cuarto, cada uno se vistió cómodamente; para posterior a eso, bajar a cenar. Por primera vez en mucho tiempo, al visualizar a mi esposa en la mesa, junto a su hija, me sentí tan afortunados de tenerlos. Nunca antes creí que anhelaría tener una familia, y ahora, siento que tengo sin pedirlo.Fui estúpido al querer juntarme con ella, creyendo que podría reemplazar a Jen, cuando en realidad, Amelie es tan diferente a ella. Ella es como un arcoíris después de la lluvia; la calma después de la tormenta. Ella es mi puerto de paz, mi tranquilidad.Pasada la hora, cada uno se despidió, y como la noche anterior lo hizo, fue a la habitación de su hija a arroparla, y luego vino a acomodarse a mi lado. Fingí estar dormido, solo para sentir la suavidad de sus labios sobre los míos, pero en esta ocasión, le correspondí.La mañana siguiente, ambos nos levantamos. En esta ocasión, no iría a la oficina, pues trabajaría desde la casa. Además, Wilson me ha facilitado los docum