ISMAEL WRIGHT.La palabra desesperado, quedaba corto a lo que realmente sentía. Parecía un remolino de lava ardiente en mi interior, a punto de ebullición y estallar contra todos los presentes, que no saben dónde mierdas se encuentra mi mujer.Porque ella es mi mujer.Sea cual sea el problema.Ella lo es, y deberá grabarse esa realidad en la cabeza, o yo mismo me encargaré de tatuarlo bajo su piel.La puerta se abre.—¿QUÉ QUIERES? —grazno, muy molesto. Mi asistente se disculpa repetidas veces, mientras se acerca a dejar unos documentos—. ¿Puedes llamar a Robert?—Sí señor. En seguida —Ella tiembla en su lugar.—¿Aun no hay nada de ella? —pregunto por décima cuarta vez en lo que va del día.La escucho suspirar, quizás cansada de darme la misma respuesta.—No, señor. La señorita Verlice no ha aparecido.—¿Acaso no piensa volver a trabajar? Debemos atender a los socios. Es una irresponsable —mascullo, y puedo notar como mi propia asistente oculta una sonrisa en sus labios.—Haré lo que
AMELIE.La noche estaba oscura, y el cielo parecía querer caerse encima de nosotros. Me encontraba acostada sobre una hamaca colgante, tarareando algo, hasta que las luces se apagaron completamente, volviendo el lugar mucho más tenebroso.Pero nada se compara cuando los truenos comenzaron a iluminar toda la estancia, y las grandes gotas de lluvias, junto con el viento furioso que azotaba todo.Me incorporé en mi lugar, al oír la voz de mi madre llamándome. Me apresuré a ingresar en el interior de la casa para refugiarme de este infierno, y la ayudé a asegurar todo, mientras ella encendía la lámpara con velas y Magali se refugiaba en el sofá.—Mami, me da miedo las tormentas —confiesa. Su abuela rápidamente se acerca a ella, con unas papas empaquetadas, mientras yo me acercaba a llavear la puerta principal.—Tranquila. Esto pasará pronto, y la casa es súper segura —respondo, observándola a través de los hombros.No obstante, cuando vuelvo a enfocar la vista hacia la puesta, para cerrar
La cena transcurrió de forma tranquila, muy amena realmente. Ismael se ha mostrado muy encantado con todo y literalmente, se sorprendió al verme comer el pollo con las manos. Le sonreí. Es de noche, hay tormenta y no hay luz. Además, estoy en el campo. Puedo hacerlo. Ya, cuando vuelva en la ciudad, voy a seguir el protocolo de etiqueta. —Príncipe, Is; estoy muy contenta porque hayas venido. Le dije a mi mami que ya te extrañaba mucho —Mi jefe observó a la niña, con una ternura que nunca antes había en los ojos de alguien más que no sea mi madre. él definitivamente se había ganado su cariño, y mi hija un protector único—. Mañana cuando el clima esté mejor podré enseñarte todo. —Claro que sí. Recorreremos los horizontes… —¡Sí! Como padre e hija. Estoy muy emocionada. Todos dejamos de respirar en ese instante. Al menos yo dejé de hacerlo, mientras él, sonreía antes las locas palabras de una niña de cinco años. —¿Y la empresa? —pregunto, con la intención de desviar la atención de m
Estar sentada aquí, con mi madre, ayudando a alimentar a algunos animales, con ayuda de algunos hombres, es fenomenal. Esta parte de mi vida la extrañaba bastante; sin embargo, no significa que lo cambie por la ciudad. Me he acostumbrado a las cenas formales, a los bocinazos del tránsito, a la empresa y los bares. —¿Cómo dormiste, cariño? —pregunta mi madre, mientras ingresa al corral de los cerdos. Yo, la observo desde afuera. —Bien, sabes que duermo bien en este lugar. Mucha calma —contesto tranquilamente—. ¿Ya tuvo su cría, Marita? —¿Cómo lo sabes? —Arqueo una ceja. Realiza una mueca con sus labios—. Debí suponerlo. Maga. Pues no, de seguro entra en trabajo de parto hoy. —Quiero ayudarla, o al menos, estar cerca. —Sigo preguntándome, como es que estudiaste algo sobre números, cuando podías ser una excelente doctora y vivir aquí. —Porque me gustan los números y soy buena vendiendo. —Pues podrías vender animales y ser su médico personal —Guardo silencio y pienso que sería una l
ISMAEL. Hablar con Amelie, conocer un poco más de ella, de su pasado y de lo que en realidad le afecta aquello, fue cómodo. Y no, no lo digo por lo que la hace sentir, sino por el hecho que logré que se abriera un poco más conmigo. De que me haya confesado parte de lo que la agobia. Si yo pudiera absorber su dolor, con gusto lo haría. Es lo que quiero hacer. Ese es el propósito por el cual viaje hasta aquí. Y su hija. ¡Dios! Esa niña es la reencarnación de la mujer que me gusta, pero con el doble de astucia. Es tan hermosa y siempre tiene un plan maestro para hacerme caer de rodillas ante sus pedidos. Realmente, Magali, ha logrado enamorarme de una forma única, y la quiero, quiero su bienestar, y su felicidad. Quiero siempre verla con una sonrisa dibujada, del mismo modo, que deseo que mi mujer, lo sea. No obstante, bien dicen que la felicidad no dura siempre y acabo de confirmarlo. Un hombre robusto ingresado por la puerta, y la madre de Amelie estaba feliz de verlo, es como si l
El lugar es extraordinario, era muy grande para que una persona que casi no trabaja o al menos, no explota, puede mantenerla. El sujeto que nos acompañó junto con su esposa, nos explicaron que era bastante difícil mantenerlo de pie, pero eso Amelie no lo sabía; pues su mamá no desea que deje todo en la ciudad, para venir aquí, donde no había nada.Como todo empresario, me parece estupendo hacer trabajar las tierras. Le he pedido que me explique algunas cosas, que me enseñe el lugar y lo que se puede ganar además de las ventas de animales.—Sería bueno, que alguien se asociara con las mujeres, ambas son muy buenas administrándolas, pero la señorita Amelie, después de casarse, incluso dejó todo y se marchó. En los diez años, solo ha venido como tres veces y a la niña Maga, le encanta el lugar —Miro a la pequeña y sonrío por inercia—. Ya se ha encariñado.—Es muy…, simpática —respondo. ¿Qué puedo decir aparte de eso? —. Intentaré asesorarme mejor, y hablar con Amelie, no puedo hacer las
AMELIE. Se marchó. Simplemente se fue y no entiendo porque me siento fatal. No deseaba que se fuera de esa forma. —¿Crees que debí retenerlo? —pregunto a mi madre, sentada en el despacho. —Yo también haría lo mismo que él hizo. Me marcharía —La miro incrédula—. No me mires con esa cara, cariño. Vino hasta aquí, para estar contigo, quizás, para pedirte perdón. —No me ha pedido perdón. —Él no es como los otros hombres, Amelie. Debes entender eso. No sabe cómo hacerlo y es ahí en donde debes ayudarlo. ¿Crees que, si no le importaras, vendría hasta aquí? ¿En medio de una tormenta? —Suspira—. Él nunca ha necesitado pedir perdón. Siempre estuvo solo. El golpe es bastante fuerte. Él nunca tuvo que pedir perdón, porque no necesitaba hacerlo. No conoce mucho de la gravedad, porque intentaba no cometer errores. —Ya he aceptado la realidad, y creo, fervientemente que, Rafa es mi mejor opción —Mi madre se encoge de hombros, y se pone de pie. —Solo no cometas dos veces el mismo error. —
Cuando llegamos a la ciudad, mi gran prometido, estallaba de felicidad porque estaba en la civilización, diciendo que el campo es el peor lugar para vivir. Al parecer, no se dio cuenta de tal comentario, y yo, lo dejé pasar.Realmente, me estaba cansando de todo, y solo llevábamos un día, en este acuerdo.Comienzo a cargar las mercaderías en la carrocería de la camioneta, mientras el hombre, estaba sentada ya, en la cabina, revisando el celular y sonriéndole a la pantalla.Vuelvo a suspirar.Y me maldigo internamente, por hacerlo.Sin embargo, cuando termino de cargar todas las mercaderías, la mala suerte, hace acto de presencia, y lamentablemente, no tengo tiempo de huir.—Vaya, vaya. Pero, miren a quien tenemos aquí —Esa voz chillona que tanto la detesto—. Trabajando como una pordiosera.—¿Qué tal va tu fortuna? ¿Aún no ha acabado?—Tú convenciste a mi hermano de hacer que me independice —escupe—. Te voy a matar.—¿Crees en serio, que yo convencería a tu hermano? No seas estúpida —e