AMELIE. Se marchó. Simplemente se fue y no entiendo porque me siento fatal. No deseaba que se fuera de esa forma. —¿Crees que debí retenerlo? —pregunto a mi madre, sentada en el despacho. —Yo también haría lo mismo que él hizo. Me marcharía —La miro incrédula—. No me mires con esa cara, cariño. Vino hasta aquí, para estar contigo, quizás, para pedirte perdón. —No me ha pedido perdón. —Él no es como los otros hombres, Amelie. Debes entender eso. No sabe cómo hacerlo y es ahí en donde debes ayudarlo. ¿Crees que, si no le importaras, vendría hasta aquí? ¿En medio de una tormenta? —Suspira—. Él nunca ha necesitado pedir perdón. Siempre estuvo solo. El golpe es bastante fuerte. Él nunca tuvo que pedir perdón, porque no necesitaba hacerlo. No conoce mucho de la gravedad, porque intentaba no cometer errores. —Ya he aceptado la realidad, y creo, fervientemente que, Rafa es mi mejor opción —Mi madre se encoge de hombros, y se pone de pie. —Solo no cometas dos veces el mismo error. —
Cuando llegamos a la ciudad, mi gran prometido, estallaba de felicidad porque estaba en la civilización, diciendo que el campo es el peor lugar para vivir. Al parecer, no se dio cuenta de tal comentario, y yo, lo dejé pasar.Realmente, me estaba cansando de todo, y solo llevábamos un día, en este acuerdo.Comienzo a cargar las mercaderías en la carrocería de la camioneta, mientras el hombre, estaba sentada ya, en la cabina, revisando el celular y sonriéndole a la pantalla.Vuelvo a suspirar.Y me maldigo internamente, por hacerlo.Sin embargo, cuando termino de cargar todas las mercaderías, la mala suerte, hace acto de presencia, y lamentablemente, no tengo tiempo de huir.—Vaya, vaya. Pero, miren a quien tenemos aquí —Esa voz chillona que tanto la detesto—. Trabajando como una pordiosera.—¿Qué tal va tu fortuna? ¿Aún no ha acabado?—Tú convenciste a mi hermano de hacer que me independice —escupe—. Te voy a matar.—¿Crees en serio, que yo convencería a tu hermano? No seas estúpida —e
No sé cuánto tiempo llevo en esta baulera, o es lo que creo por la base dura y de pana que siento. Tengo los ojos vendados, tanto como los labios. Me cuesta mucho trabajo respirar, y los golpes que siento son demasiado agobiantes. El coche aún sigue en marcha.El dolor de cabeza es insoportable, y ni hablar de todo mi cuerpo. Tengo el cuello aún entumecido, por el pinchazo brusco que me pusieron. Sea lo que sea que me hayan inyectado, me imposibilita mover algunas de mis extremidades.¿Qué es lo que buscan conmigo?Ni siquiera poseo un céntimo de fortuna, como para que me secuestren por ello. No encuentro sentido a sus actos, y enemigos no tengo, o sea creí.Realmente estoy preocupada, por mí, por mi familia, por mi hija, más que nada. Hemos crecido juntas hemos hecho todo juntas, y estar separadas, no es algo con lo que ella merezca la pena lidiar. No quiero que me extrañe, en el caso de que no regrese.No sé exactamente, cuales son las intenciones de estos hombres, pero todo puede p
ISMAEL.Estaba recorriendo la ciudad, frustrado por no pasar el fin de semana con ella, por el golpe de realidad que me causo la noticia de su compromiso, por lo tanta que es, por lo tonto que fui.—Señor —Roberts estaciona el vehículo.—No te he dicho que paremos —mascullo. Mi malhumor aún no se ha disipado en lo absoluto.—El señor Rafael —dice. Esa información llama mi atención. Me enderezo en mi lugar, mientras observo el lugar que indica. Frunzo el ceño—. Está con su hermana, señor.—Lo veo, Roberts —musito.La curiosidad domina mis instintos, e inevitablemente, la sensación de negatividad se apodera de mí. Ese presentimiento de que algo malo sucede está apoderándose de mis nervios.—Investigaré la situación —musita Roberts, justo en el instante en que entra una llamada de un número desconocido.—Bueno…—Príncipe, Is. Sé que no te gusta que te moleste, pero no sé qué es lo que sucede, nadie me dice nada, y hay muchos policías afuera —A esto me refería con mal presentimiento.—Tra
Sentirse traicionado es poco. Me sentía humillado, apuñalado, lastimado. Retrocedí varios pasos de la puerta, por donde había ingresado Amelie, y por primera vez en mucho tiempo me sentía perdido, sin saber qué hacer, que decisión tomar. Esperaba cualquier cosa, pero jamás que mi hermana pequeña esté involucrada en esto. Que fuese capaz de cometer algo tan descabellado como un secuestro, y pagar como si la violación no fuese algo tan vil como un crimen. ¿En qué te has convertido, Sofía? ¿Mi papel como hermano mayor, fue tan deprimente, para convertirse en eso? En eso, que no ni siquiera sé cómo llamar. En ese instante llega Roberts. —Investiga a Jen y a mi hermana. Quiero saber si en verdad tuvieron algo que ver con el secuestro de mi mujer —Él simplemente me observa con un poco de sorpresa al mencionar, pero no doce nada nada más—. No te quedes ahí, mirándome. Ve a hacer lo que te he pedido. —Ahora mismo, señor —musita y desaparece. No obstante, yo tengo la garganta obstruida
AMELIE. Estar postrada en una cama, en una habitación de hospital, adornadas con muchas flores de colores que solo mi familia conoce, realmente, es algo que no me lo esperaba. Cuando salí de la sala de emergencia, y me derivaron a una sala, quedé sorprendida al ver tantas flores y globos. El señor Wright se ha pasado con esto, pero admito, que estoy encantada con esa sorpresa, aunque, Rafael no se muestra nada contento. Han pasado dos días desde que volví a mi casa, y él ni siquiera se ha aparecido. Mi madre me asegura que está muy ocupado investigando el caso, y lo entiendo. El hecho de decirle que fue su hermana junto con su esposa, las implicadas de lo que me pasó, no es algo que se deba tomar así a la ligera. De hecho, lo más probable es que ni siquiera me haya creído. Es su herma. ¡Por Dios, Amelie! ¿De verdad crees que te va a creer? Creo que está investigando justamente eso. Si mis palabras son ciertas. Por otra parte, Rafael casi no está conmigo, tampoco habla de matri
Cuando despierto por la mañana, lo hago bastante alterada. Aún sigue haciendo estragos en mi mente, el recuerdo de lo sucedido. La maldad y la decisión segura que emanaban los ojos de aquel hombre, dispuesto a deshonrarme de una manera tan vil, que no tiene justificación. Sus manos y su boca, adueñándose a la fuerza de mi piel.Aún sigo escuchando mis gritos, suplicando piedad, porque no podía defenderme. Podría simplemente dejarlo pasar, como una mujer madura, pero ni siquiera la madurez, lograrán borrar tal aberración de mi mente.Salgo de la cama y me dirijo al sanitario. Mientras el agua caliente cae sobre mi piel, las imágenes de ese hombre se reproducen en mi mente, y las lágrimas, junto con el recuerdo de mi desesperación, me obligan a sostenerme en la pared, para tranquilizar mi respiración.Después de un largo letargo, salgo y me preparo para ir a trabajar. No pienso quedarme ni un día más, porque realmente necesito despejar mi mente, para olvidarme de algunas cosas negativas
Los días fueron pasando, y el jefe de jefes, me cargaba con muchos clientes, en su mayoría todas eran mujeres, y señores de edad. No tiempo de pensar. Sin embargo, la conversación extensa que tuve con mi abogado, no me dejaba concentrarme en su totalidad en mi trabajo.Vine a trabajar porque no quiero pensar en lo que pasó, y, sin embargo, mi abogado, insiste en denunciar a la ex esposa de mi jefe. Podría hacerlo, claro que sí, pero eso implica también su hermana y la verdad, lo quiero mucho para lastimarlo con eso.En parte agradezco que me dé mucho trabajo, pero debo destacar, que estos no son clientes que deseo tratar, porque no son mi tipo. Lamentablemente, no puedo hacer nada, porque las veces que voy a su oficina, la respuesta es la misma. “Solo has tu trabajo, Amelie.”Estamos a una semana de que todo se acabe. Rafael me ha estado preguntando por la sortija, e Ismael no ha querido devolvérmela. Inventar historias, se ha vuelto una costumbre súper cansadora, y ahora, debo ver có