Primer punto. Anunciarle sobre mi decisión a mi pequeña hermana. Aunque me duela, ella debe entender que está mal lo que hace. No es por amor ese comportamiento suyo, solo actúa por capricho. Se ha ensañado con la mujer, que para su desgracia es la misma que me gusta, la que quiero conmigo, y por muchos días más. —¿Cuándo es la siguiente citación? —Estoy hablando con el abogado, necesito manejar el tiempo que tengo para solucionar por completo. Tengo un puto plan que hará arder el universo entero. Y no me importa. —En un mes se dará el veredicto final. En ese tiempo, la señorita Verlice debe demostrar siquiera que tiene una relación y estará próxima a casarse. —Perfecto. —¿Qué planeas? —Nunca antes imaginé usar un esmoquin para asistir a una boda —musito—. Ahora mismo, es tentador hacerlo. —¿Piensas casarte? Espera… ¿Tú te casarás con mi clienta? Obvio, por eso tanto interés —manifiesta, con un tono sorprendido—. ¿Estás seguro? —Completamente. Asegúrate de que los papeles del
AMELIE. Escuchar esas palabras salir de la boca de mi hija, hizo estragos en mi interior. ¿Ella anhela una familia? Verla reír con Ismael, jugar con él, y que específicamente ese hombre tan imponente, se muestre placentero en cumplir cada uno de sus caprichos, como ahora; que tiene gomitas en cada mechón de su cabello. Es imposible no reír. Especialmente, cuando la faceta que veo todos los días, es una diferente a ésta, que tengo en frente. Varias horas más tarde, cuando la noche ya cayó sobre nosotros, me dispongo a darle un baño a mi niña. Luego de todo ese trajín, me doy cuenta, que el aroma a comida llega hasta aquí proveniente de la cocina. —Huele rico. ¿Crees que Is haya cocinado, mami? —Observa a mi princesa. Ella se ve cómoda con él. —Al parecer, así es. Bajamos, encontrándolo preparando la mesa con bocaditos. —¿Quieren cenar aquí, o en la sala? Mandé a traer algunas cosas para ver películas. —¡SIIII! —exclama mi hija corriendo hacia él—. ¡Películas! Esto es asombroso
Me puse de pie, y me maquillé como tal. Salí de la habitación y encontré a mí madre, sentada sobre mí cama observándome fijamente. —No digas nada, fue tu idea darle la oportunidad —Ella simplemente levanta las manos, rendida. —No diré nada. —Iremos a la casa de campo. ¿Puedes encargarte de la escuela? —¿Estás segura que huir es buena idea? —Me mira de forma silenciosa. Solo asiento. —Necesito hacerlo. Porque me dolía. Porque me duele, e incluso, la palabra dolor, quedaba corto con lo que sentía en el pecho. Llamé a patricia, para pedirle que me redacto un permiso por vacación. Aprovecharía la ocasión para pasar tiempo de caridad con mi hija hasta el día del juicio. Dudo mucho que se nieguen. Cuando mi amiga se entera, al principio se pone furiosa por no esperarla, ya que ambas tenemos días de vacaciones acumuladas, sin embargo, sospecha que se trata de mi hija. No me importa en realidad, solo quiero pasar en paz, sin ver la cara del hombre que me convirtió en la amante. Es lo
ISMAEL WRIGHT.La palabra desesperado, quedaba corto a lo que realmente sentía. Parecía un remolino de lava ardiente en mi interior, a punto de ebullición y estallar contra todos los presentes, que no saben dónde mierdas se encuentra mi mujer.Porque ella es mi mujer.Sea cual sea el problema.Ella lo es, y deberá grabarse esa realidad en la cabeza, o yo mismo me encargaré de tatuarlo bajo su piel.La puerta se abre.—¿QUÉ QUIERES? —grazno, muy molesto. Mi asistente se disculpa repetidas veces, mientras se acerca a dejar unos documentos—. ¿Puedes llamar a Robert?—Sí señor. En seguida —Ella tiembla en su lugar.—¿Aun no hay nada de ella? —pregunto por décima cuarta vez en lo que va del día.La escucho suspirar, quizás cansada de darme la misma respuesta.—No, señor. La señorita Verlice no ha aparecido.—¿Acaso no piensa volver a trabajar? Debemos atender a los socios. Es una irresponsable —mascullo, y puedo notar como mi propia asistente oculta una sonrisa en sus labios.—Haré lo que
AMELIE.La noche estaba oscura, y el cielo parecía querer caerse encima de nosotros. Me encontraba acostada sobre una hamaca colgante, tarareando algo, hasta que las luces se apagaron completamente, volviendo el lugar mucho más tenebroso.Pero nada se compara cuando los truenos comenzaron a iluminar toda la estancia, y las grandes gotas de lluvias, junto con el viento furioso que azotaba todo.Me incorporé en mi lugar, al oír la voz de mi madre llamándome. Me apresuré a ingresar en el interior de la casa para refugiarme de este infierno, y la ayudé a asegurar todo, mientras ella encendía la lámpara con velas y Magali se refugiaba en el sofá.—Mami, me da miedo las tormentas —confiesa. Su abuela rápidamente se acerca a ella, con unas papas empaquetadas, mientras yo me acercaba a llavear la puerta principal.—Tranquila. Esto pasará pronto, y la casa es súper segura —respondo, observándola a través de los hombros.No obstante, cuando vuelvo a enfocar la vista hacia la puesta, para cerrar
La cena transcurrió de forma tranquila, muy amena realmente. Ismael se ha mostrado muy encantado con todo y literalmente, se sorprendió al verme comer el pollo con las manos. Le sonreí. Es de noche, hay tormenta y no hay luz. Además, estoy en el campo. Puedo hacerlo. Ya, cuando vuelva en la ciudad, voy a seguir el protocolo de etiqueta. —Príncipe, Is; estoy muy contenta porque hayas venido. Le dije a mi mami que ya te extrañaba mucho —Mi jefe observó a la niña, con una ternura que nunca antes había en los ojos de alguien más que no sea mi madre. él definitivamente se había ganado su cariño, y mi hija un protector único—. Mañana cuando el clima esté mejor podré enseñarte todo. —Claro que sí. Recorreremos los horizontes… —¡Sí! Como padre e hija. Estoy muy emocionada. Todos dejamos de respirar en ese instante. Al menos yo dejé de hacerlo, mientras él, sonreía antes las locas palabras de una niña de cinco años. —¿Y la empresa? —pregunto, con la intención de desviar la atención de m
Estar sentada aquí, con mi madre, ayudando a alimentar a algunos animales, con ayuda de algunos hombres, es fenomenal. Esta parte de mi vida la extrañaba bastante; sin embargo, no significa que lo cambie por la ciudad. Me he acostumbrado a las cenas formales, a los bocinazos del tránsito, a la empresa y los bares. —¿Cómo dormiste, cariño? —pregunta mi madre, mientras ingresa al corral de los cerdos. Yo, la observo desde afuera. —Bien, sabes que duermo bien en este lugar. Mucha calma —contesto tranquilamente—. ¿Ya tuvo su cría, Marita? —¿Cómo lo sabes? —Arqueo una ceja. Realiza una mueca con sus labios—. Debí suponerlo. Maga. Pues no, de seguro entra en trabajo de parto hoy. —Quiero ayudarla, o al menos, estar cerca. —Sigo preguntándome, como es que estudiaste algo sobre números, cuando podías ser una excelente doctora y vivir aquí. —Porque me gustan los números y soy buena vendiendo. —Pues podrías vender animales y ser su médico personal —Guardo silencio y pienso que sería una l
ISMAEL. Hablar con Amelie, conocer un poco más de ella, de su pasado y de lo que en realidad le afecta aquello, fue cómodo. Y no, no lo digo por lo que la hace sentir, sino por el hecho que logré que se abriera un poco más conmigo. De que me haya confesado parte de lo que la agobia. Si yo pudiera absorber su dolor, con gusto lo haría. Es lo que quiero hacer. Ese es el propósito por el cual viaje hasta aquí. Y su hija. ¡Dios! Esa niña es la reencarnación de la mujer que me gusta, pero con el doble de astucia. Es tan hermosa y siempre tiene un plan maestro para hacerme caer de rodillas ante sus pedidos. Realmente, Magali, ha logrado enamorarme de una forma única, y la quiero, quiero su bienestar, y su felicidad. Quiero siempre verla con una sonrisa dibujada, del mismo modo, que deseo que mi mujer, lo sea. No obstante, bien dicen que la felicidad no dura siempre y acabo de confirmarlo. Un hombre robusto ingresado por la puerta, y la madre de Amelie estaba feliz de verlo, es como si l