Capítulo veintiséis: Descubierta
Las lágrimas no se detienen mientras mi madre despotrica, maldice y camina de un lado a otro por la habitación. << Lo sabe >><< ¿Cómo es que lo sabe? >><< ¿De dónde sacó esa foto? >><< ¿Significa eso que alguien más nos ha visto? >>— ¿Cómo obtuviste esa foto? —logro formular.— Después de todo lo que te he dicho, ¿solo se te ocurre preguntar eso, Blair Princess? —me examina indignada.— Respóndeme, mamá.— Un periodista os ha descubierto. De no haber sido pir mis influencias hubieras sido la portada de todas las revistas y diarios de la ciudad. ¿Bonito, no? —se acerca a mí envalentonada—. ¿Cómo fuiste capaz? ¡Con el marido de tu hermana!— No lo era cuando me enamore de él —aclaro—. Y puede que me haya equivocado, pero no me arrepiento.Mi madre alza la mano nuevamente para pegarme y yo gustosa me preparo para recibir la bofetada; sin embargo, ella se dCapítulo veintiocho: Te necesitoIntento seguirle el paso a mi mejor amiga; sin embargo, me resulta imposible. Estoy fatigada y demasiado cansada para seguir.— Paremos aquí, Megs —pido sin aliento—. No puedo más.— ¿He oído bien? —inquiere, aunque hace de buena samaritana y detiene la carrera. En mala hora decidí correr al aire libre—. ¿Blair adicta a los ejercicios Princess Price quiere parar? Estás de ingreso, amiga.Me siento en una banca frente al puerto. Son casi las siete de la mañana y un crucero se encuentra a punto de zarpar. Bebo de mi botella de agua mientras mi mejor amiga se sienta a mi lado.— Supongo que las malas noches comienzan a pasarme factura —proclamo—. Mi madre no ha contado nada.— Te dije que no lo haría —insinúa ella—. Conozco a Megan Price y le tengo mucho cariño. Llevo su nombre y de niña me obligaba a llamarle tía. Sé que tiene lo suyo, es regia, controladora y no ha sido la mejor madre…Ahí está la Megan Davis que adoro; la
Capítulo veintinueve: La sorpresa*Clinton Bratter*Observo el reloj una vez más mientras intento contener el tic impaciente de la pierna. Desde aquí puedo escuchar el sonido del agua cayendo de la ducha. Lleva más de una hora allá dentro.Me pongo en pie para dirigirme hacia la cocina en busca de agua. Necesito calmarme o cometeré una locura. Cierro los ojos mientras dejo que el líquido me alivie la garganta.— ¡Joder! —maldigo en voz baja al notar que me estoy exasperando. Si en cinco minutos no ha salido todavía, la saco a rastras.No sé por qué m****a intenta prolongar el asunto más tiempo del necesario. Regreso a la habitación dispuesto a terminar con el suspenso, pero para mi fortuna, la encuentro peinándose frente al espejo y completamente vestida.— Ponte cómodo —como siempre, Crystal Price intenta controlar la situación—. Estaré lista en unos minutos.— El plazo ha acabado, Crys —reitero. Le he dado más de una semana—. Necesito saber s
Capítulo treinta: Me has matadoLlevo la enorme pila de archivos hacie el escritorio de mi secretaria—. Megan, necesito que revises estos expedientes. Déjalos organizados y resalta con marcador lo que creas que nos puede ayudar en el caso Rogers…— Tienes que estar bromeando —murmura para sí misma—. ¿Para cuándo lo necesitas?— Para ayer —respondo con un gesto serio.— Vale —resopla tomando la primera carpeta. Mi asistente puede ser muy expresiva y protestona; pero asume sus deberes con seriedad y cumple con su trabajo—. Más vale que me ponga con ello de una vez si quiero salir temprano.— Sabia decisión.— La próxima vez nos vamos nosotras de viaje y los hombres se quedan —comienza a despotricar mientras yo me alejo riendo. Debería estar acostumbrada a ella y a sus arrebatos.— Señor Stallon —saludo al susodicho en el corredor—. ¿Cómo le va?— ¡Querida Blair! —me saluda con demasiado entusiasmo—. Podría estar mejor. ¿Qué tal va todo por aquí?
Capítulo veintinueve: Me has fallado Santa ClausDos sujetos vestidos de azul forcejean conmigo, intentando impedirme el paso—. Tiene que venir por aquí, serñorita…— ¡No me toquéis! —grito exasperada—. Quiero que despejéis el paso y llaméis al doctor Brad Fuller —jamás había hablado a alguien de esa forma. Mi expresión impetuosa asustaría al mismísimo demonio. Los sujetos asienten mientras otro se queda conmigo y mi inconsciente hermana—. Una cosa más —los detengo a medio camino—, una palabra a alguien sobre esto y estáis muertos, literalmente.***Me muevo por la sala privada en la que me han dispuesto. Es una suerte que Brad sea accionista de la clínica. Mi cabeza piensa y piensa y cada pensamiento es como una m*****a bala entre ceja y ceja. Los párpados me pesan, la luz me molesta, mis sienes laten a un ritmo frenético. Si me decapitaran viva, apuesto a que sentiría menos dolor.<< Si le suelto todo de sopetón, probablemente se corte
Capítulo treinta y dos: EmbarazadaMis párpados se mueven lentamente hasta lograr enfocar la vista. Me encuentro acostada, en una habitación parcida la de mi hermana.<< ¡Crystal! >><< Oh, Dios >><< ¿Qué he hecho? >>Me levanto de forma brusca y un mareo me golpea en el acto.— Eh —mi amigo me sujeta rápidamente. No había reparado en su presencia—. Con calma, Princess. ¿Cómo te sientes?— Bien, creo —respondo vacilante—. Al menos físicamente —me llevo una mano a la frente. Mi cabeza todavía duele, pero es soportable. Lo que necesito es un psicólogo, o pensándolo mejor, un psiquiatra para que me encierre en un sanatorio—. ¿Cómo llegué aquí?— Te desmayaste frente a la puerta de mi consultorio.— ¿En serio? —arrugo mi frente—. Solo recuerdo haber caminado sin rumbo.— Pues al parecer tu consciencia te llevó hasta mí —mi amigo me regala una sonrisa ladeada. Brad formaba parte del grupito de Clinton; son compañe
Capítulo treinta y tres: EscapadaLloro, grito, maldigo mi suerte y vuelvo a llorar. Tal vez hubiese sido mejor continuar ignorándolo toda la vida. O también podía haberle pedido que escapara conmigo a una isla desierta. Puede que haberle dejado tocarme haya sido el peor error de mi vida, o tal vez mi equivocación fue no besarle cuando cumplí los dieciséis años, o los dieciocho, o los veinte o incluso la noche antes de que supiese de su relación con mi hermana. La cuestión es que debí detenerle en el primer beso, en la primera caricia; debí pensar en las consecuencias antes de actuar. Debí haber hecho tantas cosas y evitar otras tantas más… y sin embargo, no me arrepiento de nada de lo sucedido entre nosotros. El tacto de su piel, sus labios y su cuerpo en general es algo que nunca podré olvidar…; así como su voz lastimera, su rostro lleno de dolor y decepción. Atesoraré los momentos vividos a su lado para toda la vida y lamentaré el daño que le he causado.<&
Capítulo treinta y cuatro: ErroresLuego de un recorrido por la ciudad que nos toma toda la mañana, nos detenemos en Pavilion Café; según mi acompañante, la mejor cafetería de la ciudad. Nos sentamos en una mesa apartada del resto y un camarero no tarda en tomar nuestra orden.— ¿Qué te pareció el recorrido? —pregunta para sacarme conversación. Aunque me he distraído por momentos, las ideas continúan rondando mi cabeza y los silencios prolongados lo demuestran—. ¿Ha cumplido tus espectativas?— El Pentágono me pareció interesante —comento mientras pruebo mi té helado— y el Capitolio no está mal. Puede que mañana te convenza para que me lleves a la Casa Blanca.Él ríe a carcajadas y seguidamente prueba una dona. Son pocas las veces en que le veo comer algo fuera de su dieta. Ni siquiera mi hermana es tan estricta con la comida. Supongo que los músculos tan trabajados de Mark requieren pequeños sacrificios.— Me alegra que el ambiente entre nosotros no hay
Capítulo treinta y cinco: Debemos hablarDejo que mi mejor amiga juegue a las muñecas conmigo mientras bebo un poco de jugo de naranja; es todo lo que he podido digerir hoy. Mi madre me avisa por W******p que la limusina está al llegar y de manera automática resoplo. Odio este tipo de enventos. Ni siquiera tengo idea de por qué me dejé convencer para ir. Mi vida es un desastre, no he vuelto a ver a Clinton ni a mi hermana y el intruso que se aloja en mi estómago me ha dado bastante guerra en los últimos días.— Listo —concluye Megan antes de retocar sus mofletes con la brocha de maquillaje—. No tenemos nada que envidiarles a las top models del desfile.— No quiero ir —resongo cruzada de brazos con un enorme puchero en los labios. Frente al espejo la imagen de una niña pequeña me devuelve la mirada. Es ridículo, pero no puedo evitarlo.— Cambia esa cara de velorio ya, Blair Price —exige mi amiga con los brazos en jarras—. Vamos a montar en limusina, caminare