Capítulo treinta: Me has matado
Llevo la enorme pila de archivos hacie el escritorio de mi secretaria—. Megan, necesito que revises estos expedientes. Déjalos organizados y resalta con marcador lo que creas que nos puede ayudar en el caso Rogers…
— Tienes que estar bromeando —murmura para sí misma—. ¿Para cuándo lo necesitas?— Para ayer —respondo con un gesto serio.— Vale —resopla tomando la primera carpeta. Mi asistente puede ser muy expresiva y protestona; pero asume sus deberes con seriedad y cumple con su trabajo—. Más vale que me ponga con ello de una vez si quiero salir temprano.— Sabia decisión.— La próxima vez nos vamos nosotras de viaje y los hombres se quedan —comienza a despotricar mientras yo me alejo riendo. Debería estar acostumbrada a ella y a sus arrebatos.— Señor Stallon —saludo al susodicho en el corredor—. ¿Cómo le va?— ¡Querida Blair! —me saluda con demasiado entusiasmo—. Podría estar mejor. ¿Qué tal va todo por aquí?Capítulo veintinueve: Me has fallado Santa ClausDos sujetos vestidos de azul forcejean conmigo, intentando impedirme el paso—. Tiene que venir por aquí, serñorita…— ¡No me toquéis! —grito exasperada—. Quiero que despejéis el paso y llaméis al doctor Brad Fuller —jamás había hablado a alguien de esa forma. Mi expresión impetuosa asustaría al mismísimo demonio. Los sujetos asienten mientras otro se queda conmigo y mi inconsciente hermana—. Una cosa más —los detengo a medio camino—, una palabra a alguien sobre esto y estáis muertos, literalmente.***Me muevo por la sala privada en la que me han dispuesto. Es una suerte que Brad sea accionista de la clínica. Mi cabeza piensa y piensa y cada pensamiento es como una m*****a bala entre ceja y ceja. Los párpados me pesan, la luz me molesta, mis sienes laten a un ritmo frenético. Si me decapitaran viva, apuesto a que sentiría menos dolor.<< Si le suelto todo de sopetón, probablemente se corte
Capítulo treinta y dos: EmbarazadaMis párpados se mueven lentamente hasta lograr enfocar la vista. Me encuentro acostada, en una habitación parcida la de mi hermana.<< ¡Crystal! >><< Oh, Dios >><< ¿Qué he hecho? >>Me levanto de forma brusca y un mareo me golpea en el acto.— Eh —mi amigo me sujeta rápidamente. No había reparado en su presencia—. Con calma, Princess. ¿Cómo te sientes?— Bien, creo —respondo vacilante—. Al menos físicamente —me llevo una mano a la frente. Mi cabeza todavía duele, pero es soportable. Lo que necesito es un psicólogo, o pensándolo mejor, un psiquiatra para que me encierre en un sanatorio—. ¿Cómo llegué aquí?— Te desmayaste frente a la puerta de mi consultorio.— ¿En serio? —arrugo mi frente—. Solo recuerdo haber caminado sin rumbo.— Pues al parecer tu consciencia te llevó hasta mí —mi amigo me regala una sonrisa ladeada. Brad formaba parte del grupito de Clinton; son compañe
Capítulo treinta y tres: EscapadaLloro, grito, maldigo mi suerte y vuelvo a llorar. Tal vez hubiese sido mejor continuar ignorándolo toda la vida. O también podía haberle pedido que escapara conmigo a una isla desierta. Puede que haberle dejado tocarme haya sido el peor error de mi vida, o tal vez mi equivocación fue no besarle cuando cumplí los dieciséis años, o los dieciocho, o los veinte o incluso la noche antes de que supiese de su relación con mi hermana. La cuestión es que debí detenerle en el primer beso, en la primera caricia; debí pensar en las consecuencias antes de actuar. Debí haber hecho tantas cosas y evitar otras tantas más… y sin embargo, no me arrepiento de nada de lo sucedido entre nosotros. El tacto de su piel, sus labios y su cuerpo en general es algo que nunca podré olvidar…; así como su voz lastimera, su rostro lleno de dolor y decepción. Atesoraré los momentos vividos a su lado para toda la vida y lamentaré el daño que le he causado.<&
Capítulo treinta y cuatro: ErroresLuego de un recorrido por la ciudad que nos toma toda la mañana, nos detenemos en Pavilion Café; según mi acompañante, la mejor cafetería de la ciudad. Nos sentamos en una mesa apartada del resto y un camarero no tarda en tomar nuestra orden.— ¿Qué te pareció el recorrido? —pregunta para sacarme conversación. Aunque me he distraído por momentos, las ideas continúan rondando mi cabeza y los silencios prolongados lo demuestran—. ¿Ha cumplido tus espectativas?— El Pentágono me pareció interesante —comento mientras pruebo mi té helado— y el Capitolio no está mal. Puede que mañana te convenza para que me lleves a la Casa Blanca.Él ríe a carcajadas y seguidamente prueba una dona. Son pocas las veces en que le veo comer algo fuera de su dieta. Ni siquiera mi hermana es tan estricta con la comida. Supongo que los músculos tan trabajados de Mark requieren pequeños sacrificios.— Me alegra que el ambiente entre nosotros no hay
Capítulo treinta y cinco: Debemos hablarDejo que mi mejor amiga juegue a las muñecas conmigo mientras bebo un poco de jugo de naranja; es todo lo que he podido digerir hoy. Mi madre me avisa por W******p que la limusina está al llegar y de manera automática resoplo. Odio este tipo de enventos. Ni siquiera tengo idea de por qué me dejé convencer para ir. Mi vida es un desastre, no he vuelto a ver a Clinton ni a mi hermana y el intruso que se aloja en mi estómago me ha dado bastante guerra en los últimos días.— Listo —concluye Megan antes de retocar sus mofletes con la brocha de maquillaje—. No tenemos nada que envidiarles a las top models del desfile.— No quiero ir —resongo cruzada de brazos con un enorme puchero en los labios. Frente al espejo la imagen de una niña pequeña me devuelve la mirada. Es ridículo, pero no puedo evitarlo.— Cambia esa cara de velorio ya, Blair Price —exige mi amiga con los brazos en jarras—. Vamos a montar en limusina, caminare
Capítulo treinta y seis: Feliz Día de San Valentín— Debemos hablar, Clint —confieso en un arrebato de valor.— Entre tú y yo todo ha quedado más que claro, princesa —replica con tono sarcástico.— No puedes continuar evitándome —le reprocho.— Una vez más te equivocas, Blair: no te evito; sencillamente no tenemos nada más que decir.Se aleja como si mi sola presencia le asqueara. Sin embargo, no me doy por vencida y le detengo a medio camino del auditorio tomando su mano—. De verdad necesito hablar contigo, Clinton. Es importante.Me hala hacia él y no sé de qué manera termino acorralada entre su cuerpo contra la pared—. Me has ignorado, has jugado al tira y afloja conmigo y has terminado lastimándome de una forma que no tienes ni idea. ¿Ahora quieres hablar? ¿Se te ha ido la cobardía? ¿O tu amor por mí ha cambiado de repente? Dime, princesa; ¿has cambiado de parecer sobre lo nuestro?— No… yo… —tartamudeo con la respiración entrecortada.— No te mol
Capítulo treinta y siete: Mentiras expuestasComo siempre, mi madre no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar—: ¿Qué pasa con Clinton y contigo?— ¿Qué pasa de qué? —me hago la inocente.— Es evidente que no estáis juntos —prosigue—. ¿Qué pasa? ¿Habéis tenido vuestra primera pelea de novios?— Clinton y yo no somos novios, ahórrate el sarcasmo, mamá —replico molesta—. Y no es nuestra primera pelea, es la definitiva. He cortado con él para siempre. Tenías razón en todo, mamá. Existen demasiados impedimentos entre nosotros.— Cielo, yo…<< Cielo >>, son pocas las veces que me llama de esa forma. Sin embargo, no dejo que continúe. Estoy cabreada con ella y con el resto del mundo en general; porque aunque haya sido yo quien arruinó todo con mi estupidez o mis equivocaciones, lo intenté. En cambio mi madre ni siquiera vio la posibilidad de que funcionase; aunque no dijo nada, se encargó de augurar mi fracaso desde un principio.— Ahórr
Capítulo treinta y ocho: Todo terminó*Clinton Bratter*Juego con el pequeño objeto en mis manos aun sin saber qué hacer con él. Lo tenía todo planeado; la cena, las velas, la música, las palabras bonitas y al final del día pondría el anillo en su dedo. Desde que sostuve la pequeña joya en mis manos, supe la diferencia entre querer y amar de verdad. Confundí el cariño que sentía por Crystal con amor y el amor que sentía por Blair con cariño. Malinterpreté mis sentimientos, los mezclé y armé todo un desastre que me ha llevado hasta este momento. He quedado devastado, con la dignidad por el piso y el corazón hecho pedazos… Ella me destruyó, pero soy consciente de que parte de la culpa también es mía. Por ciego, por lento, por idiota y por iluso. Llegué a pensar que estábamos en la misma página; que ella estaba tan dispuesta como yo a pagar el precio que fuese para estar juntos; toqué el cielo con las manos… y me caí de culo en la tierra.Ahora de nada si