Capítulo treinta y siete: Mentiras expuestas
Como siempre, mi madre no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar—: ¿Qué pasa con Clinton y contigo?— ¿Qué pasa de qué? —me hago la inocente.— Es evidente que no estáis juntos —prosigue—. ¿Qué pasa? ¿Habéis tenido vuestra primera pelea de novios?— Clinton y yo no somos novios, ahórrate el sarcasmo, mamá —replico molesta—. Y no es nuestra primera pelea, es la definitiva. He cortado con él para siempre. Tenías razón en todo, mamá. Existen demasiados impedimentos entre nosotros.— Cielo, yo…<< Cielo >>, son pocas las veces que me llama de esa forma. Sin embargo, no dejo que continúe. Estoy cabreada con ella y con el resto del mundo en general; porque aunque haya sido yo quien arruinó todo con mi estupidez o mis equivocaciones, lo intenté. En cambio mi madre ni siquiera vio la posibilidad de que funcionase; aunque no dijo nada, se encargó de augurar mi fracaso desde un principio. — AhórrCapítulo treinta y ocho: Todo terminó*Clinton Bratter*Juego con el pequeño objeto en mis manos aun sin saber qué hacer con él. Lo tenía todo planeado; la cena, las velas, la música, las palabras bonitas y al final del día pondría el anillo en su dedo. Desde que sostuve la pequeña joya en mis manos, supe la diferencia entre querer y amar de verdad. Confundí el cariño que sentía por Crystal con amor y el amor que sentía por Blair con cariño. Malinterpreté mis sentimientos, los mezclé y armé todo un desastre que me ha llevado hasta este momento. He quedado devastado, con la dignidad por el piso y el corazón hecho pedazos… Ella me destruyó, pero soy consciente de que parte de la culpa también es mía. Por ciego, por lento, por idiota y por iluso. Llegué a pensar que estábamos en la misma página; que ella estaba tan dispuesta como yo a pagar el precio que fuese para estar juntos; toqué el cielo con las manos… y me caí de culo en la tierra.Ahora de nada si
Capítulo treinta y nueve: Descontrol*Clinton Blatter*Todos parlotean a mi alrededor, celebrando el éxito de la noche mientras yo solo quiero que acabe. Brad se ha pegado a Blair como una especie de chicle, lo cual me fasitidia y remueve todo en mí. Pensé que mi mejor amigo estaba de mi lado, pero al parecer me he equivocado. Y por si fuera poco, mi hermano con sus indirectas y su rara actitud ha terminado por agriarme la noche. No tengo idea de lo que le sucede; pero resulta evidente que algo le incomoda. Podría desempeñar el papel de buen hermano y acercarme a él; no obstante, no será hoy. Estoy intentando lidiar con mi propia m****a. Blair quiso hablar conmigo y aunque solté todo lo que llevaba guardado por dentro, el dolor sigue ahí. Duele verla disfrutar, reír al lado de los demás; duele tenerla a solo unos pocos metros de distancia y no poder besarla; duele recordar sus palabras hirientes una y otra vez; duele saber que su cobardía es más grande que su a
Capítulo cuarenta: Verdades a mediasDespierto un poco desorientada con un foco de luz acribillando mis ojos. Un constante pitido que marcha al mismo ritmo de mis pulsaciones se escucha de fondo. Miro en derredor intentando ubicarme. Conozco esta habitación.— Hola a ti —Brad Fuller aparece en mi campo de visión—. ¿Cómo te sientes? Y quiero la verdad.— Como si no hubiese descansado en años —lo cual no es del todo incierto, solo un poco exagerado.— ¿Recuerdas lo sucedido?— Me gustaría no hacerlo —el simple gesto de mover la cabeza me resulta doloroso—. Necesito otra almohada.— Ordenaré que te la traigan —avisa a alguien desde la puerta y se sienta en una esquina de la cama—. Tu familia se encuentra afuera junto a los Bratter.— Ya lo saben, ¿verdad?Asiente lentamente, como si temiese alterarme—. Tuviste una crisis hipertensiva, Blair. Todo parece indicar que tu hipertensión es emotiva. Debemos seguir un tratamiento más riguroso…— ¿
Capítulo cuarenta y uno: Nunca es demasiado tardeDespierto buscando la calidez del cuerpo de Clinton. En cambio, me encuentro con la figura de mi hermana parada frente a la ventana. Ella se percata de mi estado de vigilia y camina hasta sentarse en una silla frente a mi cama.— Buenos días —deja ver una pequeña y al mismo tiempo, forzada sonrisa—. Brad ha pasado con su compañero hace una media hora —prosigue al no obtener respuesta—. Todo marcha bien con el nuevo tratamiento. Puede que mañana te den de alta.Eso me alivia de cierta forma. Odio las clínicas, los hospitales y todo lo relacionado con gente enferma.Crystal me observa en silencio, quizá esperando alguna reacción de mi parte. Sin embargo, no obtiene nada. Una plática entre nosotras me llevarían a dos posibles resultados: el desconsuelo o la furia, o tal vez ambas. Y ninguna de las dos es bueno para mi actual estado de salud. Aunque ella no parece muy dispuesta a dejarlo estar.En mi in
Capítulo cuarenta y dos: NoviosContemplo mi escritorio con martirio mientras un enorme puchero se forma en mi rostro. Por mucho que mis compañeros me hayan ayudado, tengo un montón de pendientes. Hay varios clientes que piden trabajar de manera expresa conmigo. Eso me reconforta y enorgullese; pero en momentos como este me martiriza. Cuatro semanas sin trabajar ha sido demasiado tiempo. Solo hice reposo, comí, me aburrí y volví a comer. Mi vientre comienza a abultarse y no sé si es por el embarazo o por lo que he ingerido en las últimas semanas. Al parecer la falta de apetito y de sueño era producto del estrés, porque apenas salí de la clínica, todo volvió a mí con mayor intensidad.Ni Clinton ni Megs me permitieron siquiera hojear un expediente. Como resultado tengo la pila de archivos en una caja. Por suerte las investigaciones previas están hechas, junto con posibles métodos para procesar los casos. Solo me queda estudiarlos bien, diseñar una estrategia y reu
Capítulo cuarenta y tres: La mejor cita de la historia— Aquí tienes —me tiende un tarro de helado de vainilla. No sé cómo de las ha ingeniado para que sobreviva al viaje. Marzo va quedando atrás y comienza a hacer calor—. Es para los dos, así que debes esperar a que regrese —apenas soy consciente de su beso en mi hombro. El helado me observa con fijeza y grita <<tómame>>.Siento la saliva espesrse en mi boca y relamo mis labios—. Quiero tomarte, pequeño —hablo con el recipiente—. Solo debo esperar a que aparezca Clinton. Unos minutos más —rezo en voz baja—, unos minutos más.Intento pensar en otra cosa mientras continúo escuchando <<Debórame>> <<Saboréame>> <<Ahora>>.Por fortuna, mi chico no tarda en regresar—: He traído crema batida, fruta picada y…— ¿Hay menta? —no le dejo terminar. Tengo una obsesión con la menta en los últimos tiempos.— … menta
Capítulo cuarenta y cuatro: La pareja idealResoplo al mirar el reloj. Ha transcurrido otra hora. Las estoy contando al igual que Nick y mi papá. Johana lleva cuatro horas en el quirófano. Al principio los hombres se movían inquietos de una esquina a otra mientras las mujeres les contemplábamos paradas en un rincón; después de las primeras dos horas, todos fuimos a sentarnos. La mano de Clinton no ha abandonado la mía en ningún momento. En estos instantes soy una especie de ancla para él.Mis padres charlan discretamente sobre temas banales junto a Nickolas. Por otro lado, Megan se empeña en sacarle conversación o discutir —no estoy segura— con Elliot y Crystal; quienes permanecen demasiado tensos a pocos metros de distancia. La situación es ridícula; ella se lo come con los ojos cuando él no le presta atención y él hace lo mismo cuando mi hermana aparta la vista.<< Par de cabezones >>Ladeo la cabeza mientras expulso el air
Capítulo cuarenta y cinco: Nuevo vecinoLlego a mi departamento directo a la cocina. Rebusco un frasco de mantequilla de cacahuete, una botella de agua y me acuesto en el sofá. Cuatro días durmiendo pocas horas en un hotel o en la clínica me tienen con el cuerpo agarrotado.Sacudo mis pies dejando volar a mis tacones. No hay nada como el hogar. Johana continuará ingresada en la clínica hasta mañana. Su esposo se quedará con ella. El resto dormiremos la primera noche entera en días. Luego de la operación de la señora Bratter, se emitió un comunicado especial y la euforia de la prensa se ha calmado un poco; razón por la cual todos hemos regresado a nuestros respectivos hogares.— Hola a ti —diviso la figura de mi mejor amiga.— ¿Qué pasó con la regla de tocar antes de abrir? —me mofo. Ella sigue su camino, ignorándome completamente. Se sienta a mi lado y prácticamente me arrebata la mantequilla de las manos—. ¡Oye! —protesto.— Uhmm, delicioso.