Capítulo veinticuatro: Hermana ebria
La multitud aplaude para animar a las chicas en el escenario. Desde nuestra mesa, nosotros hacemos exactamente lo mismo. Debe ser el exceso de copas, porque se escucha horrible y sin embargo, la gente no deja de gritar por más. Clinton y yo somo los únicos que hacemos una mueca lastimera de vez en cuando, lo que reafirma mi pensamiento; puesto que somos los únicos sobrios del grupo. Él es el conductor designado mientras que a mí no me apetece.Megan y Crystal terminan de “cantar” I’m a Slave 4 U de Britney Spears y el bar completo se pone en pie en medio de aullidos. No quiero pensar que el entusiasmo se debe al baile sexi que hicieron en vez de la interpretación.— Ahora le toca a nuestro dúo favorito —añade mi mejor amiga con un ronquido extraño. Se ha quedado literalmente sin voz—. Vamos, chicos; sanad un poco nuestros dañados oídos.— Sííííííí —aplaude mi hermana—. Pero no cantéis las cursilerías esas que acostumbráis a cCapítulo veinticinco: Quiero el divorcio*Clinton Bratter*Ignoro los movimientos de mi esposa mientras termino de anudar mi corbata de mala gana. Lleva semanas actuando raro: me evita, hace reclamos sin sentidos, me lanza miraditas furtivas y luego vuelve a evitarme. El ambiente ha pasado de ser frío a arder en llamas en cuestión de días. Crystal Price me está colmando la paciencia y cuando explote, no será nada bonito.— Siento lo de anoche —comenta con la mirada enfocada en sus pies—. Me pasé de copas y dije cosas…— Déjalo, Crys —la corto de sopetón. He llegado a un punto en el que ya no puedo esperar—. Da igual. Lo olvidaré de la misma forma que he olvidado tus palabras sin sentido en las últimas semanas.La evasión de Crystal respecto a cualquier tema relacionado con nuestro matrimonio junto al rechazo de Blair, me tiene a punto de cruzar la línea entre la cordura y la demencia
Capítulo veinticinco: CachetadaClinton, Stallon y yo nos tomamos de las manos, formando una cadena mientras esperamos con ansias el beredicto del tribunal.— Este jurado declara a la señora Dona Brown —contengo la respiración y mis compañeros imitan mi acción—: culpable de todos los cargos —nos sonreímos los unos a los otros—. Por el delito de malversación de vienes, se le condena a cinco años de prisión. Por el delito de suplantación de evidencia, se le condena a… —la jueza sigue nombrando uno a uno los cargos y la condena correspondiente. En total la pena alcanza los quince años de prisión. Esta vez, Dona Brwn pasará una buena temporada en la cárcel.Nos abrazamos entre los tres pletóricos de felicidad. Luego, saludamos cordialmente al abogado de la defensa.— ¡Me las pagaréis! —exclama la ex esposa de Trenton Stallon mientras es esposada por un agente de policía—. Tú… —me observa con demasiada intensidad y rabia, como si quisiera sacarme los ojos—, la diabla
Capítulo veintiséis: DescubiertaLas lágrimas no se detienen mientras mi madre despotrica, maldice y camina de un lado a otro por la habitación.<< Lo sabe >><< ¿Cómo es que lo sabe? >><< ¿De dónde sacó esa foto? >><< ¿Significa eso que alguien más nos ha visto? >>— ¿Cómo obtuviste esa foto? —logro formular.— Después de todo lo que te he dicho, ¿solo se te ocurre preguntar eso, Blair Princess? —me examina indignada.— Respóndeme, mamá.— Un periodista os ha descubierto. De no haber sido pir mis influencias hubieras sido la portada de todas las revistas y diarios de la ciudad. ¿Bonito, no? —se acerca a mí envalentonada—. ¿Cómo fuiste capaz? ¡Con el marido de tu hermana!— No lo era cuando me enamore de él —aclaro—. Y puede que me haya equivocado, pero no me arrepiento.Mi madre alza la mano nuevamente para pegarme y yo gustosa me preparo para recibir la bofetada; sin embargo, ella se d
Capítulo veintiocho: Te necesitoIntento seguirle el paso a mi mejor amiga; sin embargo, me resulta imposible. Estoy fatigada y demasiado cansada para seguir.— Paremos aquí, Megs —pido sin aliento—. No puedo más.— ¿He oído bien? —inquiere, aunque hace de buena samaritana y detiene la carrera. En mala hora decidí correr al aire libre—. ¿Blair adicta a los ejercicios Princess Price quiere parar? Estás de ingreso, amiga.Me siento en una banca frente al puerto. Son casi las siete de la mañana y un crucero se encuentra a punto de zarpar. Bebo de mi botella de agua mientras mi mejor amiga se sienta a mi lado.— Supongo que las malas noches comienzan a pasarme factura —proclamo—. Mi madre no ha contado nada.— Te dije que no lo haría —insinúa ella—. Conozco a Megan Price y le tengo mucho cariño. Llevo su nombre y de niña me obligaba a llamarle tía. Sé que tiene lo suyo, es regia, controladora y no ha sido la mejor madre…Ahí está la Megan Davis que adoro; la
Capítulo veintinueve: La sorpresa*Clinton Bratter*Observo el reloj una vez más mientras intento contener el tic impaciente de la pierna. Desde aquí puedo escuchar el sonido del agua cayendo de la ducha. Lleva más de una hora allá dentro.Me pongo en pie para dirigirme hacia la cocina en busca de agua. Necesito calmarme o cometeré una locura. Cierro los ojos mientras dejo que el líquido me alivie la garganta.— ¡Joder! —maldigo en voz baja al notar que me estoy exasperando. Si en cinco minutos no ha salido todavía, la saco a rastras.No sé por qué m****a intenta prolongar el asunto más tiempo del necesario. Regreso a la habitación dispuesto a terminar con el suspenso, pero para mi fortuna, la encuentro peinándose frente al espejo y completamente vestida.— Ponte cómodo —como siempre, Crystal Price intenta controlar la situación—. Estaré lista en unos minutos.— El plazo ha acabado, Crys —reitero. Le he dado más de una semana—. Necesito saber s
Capítulo treinta: Me has matadoLlevo la enorme pila de archivos hacie el escritorio de mi secretaria—. Megan, necesito que revises estos expedientes. Déjalos organizados y resalta con marcador lo que creas que nos puede ayudar en el caso Rogers…— Tienes que estar bromeando —murmura para sí misma—. ¿Para cuándo lo necesitas?— Para ayer —respondo con un gesto serio.— Vale —resopla tomando la primera carpeta. Mi asistente puede ser muy expresiva y protestona; pero asume sus deberes con seriedad y cumple con su trabajo—. Más vale que me ponga con ello de una vez si quiero salir temprano.— Sabia decisión.— La próxima vez nos vamos nosotras de viaje y los hombres se quedan —comienza a despotricar mientras yo me alejo riendo. Debería estar acostumbrada a ella y a sus arrebatos.— Señor Stallon —saludo al susodicho en el corredor—. ¿Cómo le va?— ¡Querida Blair! —me saluda con demasiado entusiasmo—. Podría estar mejor. ¿Qué tal va todo por aquí?
Capítulo veintinueve: Me has fallado Santa ClausDos sujetos vestidos de azul forcejean conmigo, intentando impedirme el paso—. Tiene que venir por aquí, serñorita…— ¡No me toquéis! —grito exasperada—. Quiero que despejéis el paso y llaméis al doctor Brad Fuller —jamás había hablado a alguien de esa forma. Mi expresión impetuosa asustaría al mismísimo demonio. Los sujetos asienten mientras otro se queda conmigo y mi inconsciente hermana—. Una cosa más —los detengo a medio camino—, una palabra a alguien sobre esto y estáis muertos, literalmente.***Me muevo por la sala privada en la que me han dispuesto. Es una suerte que Brad sea accionista de la clínica. Mi cabeza piensa y piensa y cada pensamiento es como una m*****a bala entre ceja y ceja. Los párpados me pesan, la luz me molesta, mis sienes laten a un ritmo frenético. Si me decapitaran viva, apuesto a que sentiría menos dolor.<< Si le suelto todo de sopetón, probablemente se corte
Capítulo treinta y dos: EmbarazadaMis párpados se mueven lentamente hasta lograr enfocar la vista. Me encuentro acostada, en una habitación parcida la de mi hermana.<< ¡Crystal! >><< Oh, Dios >><< ¿Qué he hecho? >>Me levanto de forma brusca y un mareo me golpea en el acto.— Eh —mi amigo me sujeta rápidamente. No había reparado en su presencia—. Con calma, Princess. ¿Cómo te sientes?— Bien, creo —respondo vacilante—. Al menos físicamente —me llevo una mano a la frente. Mi cabeza todavía duele, pero es soportable. Lo que necesito es un psicólogo, o pensándolo mejor, un psiquiatra para que me encierre en un sanatorio—. ¿Cómo llegué aquí?— Te desmayaste frente a la puerta de mi consultorio.— ¿En serio? —arrugo mi frente—. Solo recuerdo haber caminado sin rumbo.— Pues al parecer tu consciencia te llevó hasta mí —mi amigo me regala una sonrisa ladeada. Brad formaba parte del grupito de Clinton; son compañe