«Libera espacio en tu vida al transformar el exceso en despedida.»MÍA¡No lo puedo creer! Cuando llegamos a la cima de la montaña, hay todo un equipo de parapente esperando. Ni en mis mejores sueños habría pensado que esta era la sorpresa que mi novio me tenía preparada.Un día que estaba conversando con Lara, le comenté que siempre había querido hacer paracaidismo o alguna modalidad que me permitiera tocar las nubes. Cuando Joaquín me explica que volaremos juntos, no puedo evitar llorar. Él no es el hombre más romántico, pero definitivamente este fin de semana se ha graduado con honores.—Soy muy feliz. Tú me haces muy feliz.Lo beso con abandono porque no puedo creer que este hombre tan maravilloso sea mi novio.—Eso es lo único que quiero. ¿Lista?—¡No! —reímos.—Es que todo es muy rápido, todavía no lo proceso bien. Estoy emocionada.—No te preocupes, todo es seguro. Ven para que te presente al equipo y nos den la charla de seguridad.Conozco a los tres tipos que se encargan de ex
JOAQUÍNLa llevo a mi cuarto. Me quito la ropa en frente de ella y quedo solo en bóxer. Saco una sudadera y un suéter y para ella una franela y unos pantalones de cuadros. A mí me quedan ajustados y hace mucho que no los uso, pero seguro que a Mía le quedan perfectos.Me mira de pies a cabeza y se muerde el labio. Se sienta en la cama y se quita los zapatos. Me siento a su lado y le pido su mano para ayudarla a ponerse de pie, después le quito los shorts, la chaqueta y la camiseta. Contemplo de nuevo su cuerpo, que me tiene delirando, y por último le bajo la tanga.Hicimos el amor esa misma mañana en la tina del hotel y no quiero que piense que soy un pervertido o algo así, de modo que me controlo lo más que puedo. Le entrego la ropa y ella se cambia al frente de mí. Se ve preciosa así, sin una gota de maquillaje, con el pelo recogido y mi ropa de casa puesta. Mamacita.—Te queda perfecto. Te ves preciosa, como siempre.—Tú también te ves perfecto, así. —Me repasa entero con la mirada;
JOAQUÍNLa mandíbula de Mía se tensa por el comentario cargado de doble sentido.—No, no sé, por eso te pregunto.—Soda, si tienes. Con limón. Gracias —aclara Vivian, y toma asiento en mi sillón. ¡Se va a poner cómoda la muy descarada!—¿Y tú, amor, qué…?—No quiero nada —me interrumpe Mía.Sí, confirmado: está cabreada.Voy a la cocina y dejo a estas dos mujeres solas en la sala, aunque me preocupa lo que Vivian pueda decirle. Ella puede ser una auténtica zorra si se lo propone. Por eso preparo la soda lo más rápido que puedo.No entiendo la actitud de Vivian. Es una chica con problemas: es adoptada y se siente sola. Tal vez necesita solo un amigo. Después de todo, ella ha estado conmigo en mis peores momentos. No es que haya hecho mucho, pero, además de Frank, es la única amiga confiable que he tenido. Cuando regreso a la sala, encuentro a Vivian sola.—¿Dónde está Mía? ¿Qué le dijiste? —le pregunto dejando el maldito vaso en la mesa.—Nada. Dijo que mejor te esperaba en el cuarto —c
«La vida es como la selva: no sabes con qué tipo de animal te vas a tropezar.»MÍAAprovecho que me encuentro sola en la habitación de Joaquín para fisgonear un rato. Es bonita, acogedora y está limpia, lo que dice mucho de un hombre, la limpie él o no. Las paredes son grises con cortinas negras; están recogidas y dejan ver la enorme puerta corrediza que da a un balcón. Tiene una cama matrimonial en el centro vestida con sábanas blancas, un sillón del lado derecho y un gran escritorio con su silla del lado izquierdo. Al frente hay una entrada sin puerta. Al ingresar, veo un gran vestidor que no tengo ni yo, y eso que soy mujer. Hay ropa deportiva de un lado, pijamas, ropa de calle y varios trajes del otro. Todo en perfecto orden y sin una sola arruga. ¡Vaya!El vestidor tiene varios cajones que no pienso abrir, así que salgo y me quedo mirando su mesita de noche. Había visto el marco para fotos electrónico, pero en ese momento no me había llamado la atención. ¡Cielos! Son fotos mías, a
«Somos como un imán: atraemos lo que sentimos.»JOAQUÍNSon las once de la mañana y estoy en la oficina esperando a Vivian. La cité acá porque no quiero demorarme demasiado con ella. Seré claro y breve. La secretaria de gerencia me notifica que ha llegado y le pido que la deje pasar. La puerta se abre casi al instante.—¡Dulzura, qué alegría verte tan pronto! —me saluda caminando con coquetería.Me levanto de la silla, la saludo con un beso en la mejilla y la invito a sentarse en frente de mi escritorio. Cuando me siento en mi silla, veo que Vivian todavía tiene la sonrisa instalada en su cara.—Vivian. —El saludo es seco, como un pan de sal.—He dado un pequeño paseo por la cosmética. ¡Es una locura! Tengo mucha expectativa por el relanzamiento. Todo un hit, por cierto. La gente está loca por ver los productos nuevos —me dice emocionada.Ella es una gran fan de la marca. No solo ella. Todo nuestro círculo social está curioso, sobre todo con la fiesta y el desfile.—Sí, es una auténtic
♥♥♥—Quiero darte las gracias por lo que haces por mi hija —me dice Carlos en la sala mientras esperamos que Mía baje.Este señor cada día me cae mejor.—No hago nada, señor. Es ella la que hace muchas cosas por mí. Mía ha cambiado mi vida —le digo con sinceridad. Ojalá pudiera hablar con mi padre igual.Sonríe con orgullo.—Solo tenle un poco más de paciencia. Ella es fuerte pero no imbatible, y todavía hay cosas que tiene que superar. Estoy seguro de que tú la ayudaras.—Por supuesto. Amo a su hija.—Lo sé. ¿Recuerdas lo que te dije la primera vez que hablamos?Cómo olvidarlo, salir del cuarto de Mía recién levantado y encontrarme a toda su manada en la cocina, ha sido de las peores vergüenzas de mi vida. La mirada del señor Carlos ese día, me dieron ganas de salir corriendo de esa casa y no regresar nunca. Temí por mi vida —Sonrío.—Claro. Lo recuerdo bien.—Y te lo repito ahora. No rompas su corazón. Porque Mía es un tesoro. Es mi mayor tesoro. Y es noble, verá siempre lo mejor de
♥♥♥No puedo creer que Mía está aquí, en casa de mis padres. Todos nos encontramos en la terraza trasera, ansiosos por la cena. Mientras algunos disfrutan de limonada, Frank, recién llegado, mi padre y yo preferimos beber vino. Manteniéndonos apartados de las mujeres y de Ferd, por supuesto. Este siempre prefiere estar en compañía de las damas.Mi padre evita dirigirme la palabra, sus ojos buscan los míos, como si estuviera buscando el momento adecuado para entablar una conversación. No le permitiré el placer de ser el primero en hablar. Mientras Frank se aleja para servirse otra copa, mi padre aprovecha la oportunidad para romper el silencio:—Es una joven encantadora. Asegúrate de tratarla bien—dijo de repente.Por su tono, resulta más una advertencia que un consejo paternal, y así lo interpreto. Siempre me ha reprendido por mis comportamientos libertinos.—Claro —respondo, mientras mi padre emite un gruñido.—Viendo cómo sueles tratar a las mujeres, algo que jamás he aprobado.—¿Aho
«A veces lo que inicia como una gran locura se convierte en lo mejor de la vida.»MÍAJoaquín logró convencerme para quedarme en su apartamento, alegando que ayer perdimos la tarde juntos, que quería recompensarme y que me dejaría muy temprano en la mañana en mi casa para poder alistarme para ir a la universidad. No pude negarme. O, mejor dicho, no quise.La cena en la casa de sus padres ha sido fenomenal. Son personas encantadoras y me trataron muy bien; en ningún momento me sentí analizada, ni escudriñada, ni mucho menos incómoda por mi pierna. Es obvio que ya sabían que era novia de Joaquín. Aprecio y valoro sus demostraciones de cariño. Me caen muy bien.Ahora entiendo por qué no se lleva bien con algunos de ellos. Su padre apenas me dirigió la palabra; sin embargo, tampoco me hizo sentir incómoda. Su hermana mayor, Amelia, pasó casi la mayor parte del tiempo pegada a su padre como un imán y hablando de trabajo. Digamos que no se integró del todo, su actitud fue de total indiferenc