♥♥♥No puedo creer que Mía está aquí, en casa de mis padres. Todos nos encontramos en la terraza trasera, ansiosos por la cena. Mientras algunos disfrutan de limonada, Frank, recién llegado, mi padre y yo preferimos beber vino. Manteniéndonos apartados de las mujeres y de Ferd, por supuesto. Este siempre prefiere estar en compañía de las damas.Mi padre evita dirigirme la palabra, sus ojos buscan los míos, como si estuviera buscando el momento adecuado para entablar una conversación. No le permitiré el placer de ser el primero en hablar. Mientras Frank se aleja para servirse otra copa, mi padre aprovecha la oportunidad para romper el silencio:—Es una joven encantadora. Asegúrate de tratarla bien—dijo de repente.Por su tono, resulta más una advertencia que un consejo paternal, y así lo interpreto. Siempre me ha reprendido por mis comportamientos libertinos.—Claro —respondo, mientras mi padre emite un gruñido.—Viendo cómo sueles tratar a las mujeres, algo que jamás he aprobado.—¿Aho
«A veces lo que inicia como una gran locura se convierte en lo mejor de la vida.»MÍAJoaquín logró convencerme para quedarme en su apartamento, alegando que ayer perdimos la tarde juntos, que quería recompensarme y que me dejaría muy temprano en la mañana en mi casa para poder alistarme para ir a la universidad. No pude negarme. O, mejor dicho, no quise.La cena en la casa de sus padres ha sido fenomenal. Son personas encantadoras y me trataron muy bien; en ningún momento me sentí analizada, ni escudriñada, ni mucho menos incómoda por mi pierna. Es obvio que ya sabían que era novia de Joaquín. Aprecio y valoro sus demostraciones de cariño. Me caen muy bien.Ahora entiendo por qué no se lleva bien con algunos de ellos. Su padre apenas me dirigió la palabra; sin embargo, tampoco me hizo sentir incómoda. Su hermana mayor, Amelia, pasó casi la mayor parte del tiempo pegada a su padre como un imán y hablando de trabajo. Digamos que no se integró del todo, su actitud fue de total indiferenc
«Desafiar tus mayores miedos te empodera para conquistar cualquier desafío.»MÍADespierto a medianoche con un dolor en la pierna. Quedé mal acomodada y la prótesis me rozó. Quiero quitármela. Me duele, me fastidia e incómoda. Retiro la mano de Joaquín que me rodea y busco acomodarme lo mejor que puedo para volver a dormir. Me acomodo la prótesis y me acuesto quedando frente a él. Al verle el rostro en la penumbra de la noche, noto el brillo de sus ojos.¡Mierda, está despierto! Enciende la lámpara de la mesita de noche y se incorpora apoyando el codo en la cama.—¿No ves que te haces daño? Quítatela.Está molesto, pero intenta esconderlo.—Estoy bien, solo me estaba acomodando para dormir mejor. No exageres —replico con fastidio. No me gusta que me hable como si fuera mi padre. Ya con él tengo más que suficiente. Y con Andrés. Y la abuela. Y los doctores.Joaquín exhala tratando de controlarse y me observa como si estuviera esperando que le haga caso. No sé por qué se pone así.—¿Qué?
«El amor de una madre: la fuerza más pura y poderosa que sostiene el mundo en un abrazo inquebrantable.»JOAQUÍNAcabo de dejar a Mía en su casa. Cuando me desperté, ella estaba profundamente dormida con el ceño fruncido por un mal sueño, tal vez. Aun así, se veía linda, como siempre. Su prótesis estaba apoyada en el nochero. Nunca la había visto fuera de su cuerpo. Agarré mi cámara y les hice varias fotos a ella y a su prótesis. La ocasión lo ameritaba.Velé su sueño. La verdad, no pude pegar el ojo. Pensaba que en cualquier momento se iba a levantar y se iría o que le daría otro ataque de pánico. Casi me muero cuando la vi pálida, con la cara llena de lágrimas y sudor. ¡Dios, qué susto! Si lo hubiera sabido, ni loco la hubiera obligado a quitarse la prótesis.Nunca he cuidado de nadie que no sea de mí mismo. Es más, ni siquiera yo me cuido, pero con ella es distinto: sí que quiero cuidarla, protegerla y apoyarla. No hablamos mucho, las palabras sobraron. Cuando se levantó, ya estaba
«Que tus sueños sean más grandes que tus miedos.»MÍALara, la abuela y yo estamos en el spa. Mañana de chicas. Tenemos las caras untadas de mascarilla de arcilla y una rodaja de pepino frío en cada ojo. Unas manicuristas están arreglando y puliendo nuestros pies y manos.Me corté el pelo, solo las puntas, en capas, y me hice unas iluminaciones estilo californianas, con un estilo natural. Me quedaron divinas. Lara, en cambio, no permitió que le tocaran el pelo; solo se dejó aplicar unas mascarillas capilares. El pelo se lo corta su abuela Tomasa, que tiene buena mano y solamente lo corta los días donde la luna está no sé cómo. En fin, tiene toda una maestría en corte lunar de pelo.—No te burles, Mía, que está científicamente comprobado. Si no me crees, mira mi pelo, míralo. Me llega al trasero —dice Lara.Todas reímos, incluyendo las manicuristas.—Voy a enviar tu teoría del corte de pelo lunar a The Big Bang Theory. Seguro que Sheldon, como buen científico, descubrirá sus múltiples
«Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo.»JOAQUÍNUn zumbido hace que me despierte de mi placentero sueño. Apenas ha aclarado la mañana; ¿a quién se le ocurre llamar tan temprano? Abro los ojos y lo primero que veo son unas mechas doradas. Huele delicioso. Está durmiendo de espaldas a mí y tengo mi brazo rodeando su cintura. Cuando levanto la cabeza, veo su prótesis colocada en el suelo, al lado de la cama. A estas alturas sigo sin verla con ella puesta, no quiero traicionar su confianza.El sonido altamente irritante vuelve a sonar, y con todo el cuidado que puedo salgo de la cama sin despertar a Mía. No es mi teléfono el que suena, así que debe ser el de ella. Busco su mochila y no lo encuentro. ¡Coño! ¿Por qué las mujeres tienen tantos parapetos en el bolso? El maldito celular no deja de vibrar. Abro un bolsillo dentro de la mochila y palpo algo cuadrado; al sacarlo, veo que no es el teléfono. Es una caja de terciopelo. «¡Mía me compró un regalo!», es
♥♥♥Golpeo el saco de boxeo con todas mis fuerzas, odio las mentiras y el engaño. ¡No lo puedo creer! No sé si tiene algo con él, pero… ¡Coño! ¿Por qué me miente? He sido bueno con ella, la he tratado bien. La quiero, se lo he demostrado: he cambiado por ella, he sido comprensivo… ¿Entonces? Le pego al saco tres patadas seguidas. Si no me dijo nada es porque le gusta. ¡Le gusta! Pego dos derechazos.¿Y ahora qué hago? La eché del apartamento básicamente porque no quería que me siguiera mintiendo en la cara. Con la evidencia enfrente no podía hacerlo. Y yo no puedo con esa decepción. No de Mía. Ella es la que tiene que buscarme. Yo ya le di su oportunidad. La mañana en la universidad es un incordio, no puedo concentrarme. Estamos en los parciales finales y no puedo sacarme a Mía de la cabeza. No me ha llamado, ni me ha escrito, nada, la muy orgullosa… ¡Tengo mi dignidad!El problema es que apenas han pasado unas horas y la extraño como un loco. Evité a todo el grupo. No quiero dar expl
♥♥♥Tengo una resaca de mil demonios. Hace mucho que no bebo tanto. «Mátame, guayabo. Mátame, ya que el amor no pudo».Cruzo para llegar al pasillo donde está la habitación de mamá y me encuentro ¿con qué escena? Mía abrazada con el doctor. ¡Vaya tela! Me quedo paralizado viéndolos de lejos. Se separan y siguen hablando como si nada. Ella está sonriéndole como si no hubiéramos tenido una pelea por su culpa hace unas horas. La sangre se me sube a la cabeza. ¡Pero ya verá! Este tipo se quiere morir joven.—Veo que no pierdes el tiempo —me dirijo a él, fingiendo una calma que no siento ni por asomo.El muy imbécil rezonga y Mía contiene la respiración. Cuando la veo a la cara noto que tiene un labio partido y el mentón golpeado. Se me olvida toda al instante, el motivo por el cual hemos peleado, solo tengo ojos para ella. Le toco la cara al instante.—¿Qué te pasó en la cara? —le pregunto.—Me tropecé y me caí, solo fue eso —responde, apartando mi mano y estableciendo distancia entre nos