CAPITULO 51.3

♥♥♥

Tengo una resaca de mil demonios. Hace mucho que no bebo tanto. «Mátame, guayabo. Mátame, ya que el amor no pudo».

Cruzo para llegar al pasillo donde está la habitación de mamá y me encuentro ¿con qué escena? Mía abrazada con el doctor. ¡Vaya tela! Me quedo paralizado viéndolos de lejos. Se separan y siguen hablando como si nada. Ella está sonriéndole como si no hubiéramos tenido una pelea por su culpa hace unas horas. La sangre se me sube a la cabeza. ¡Pero ya verá! Este tipo se quiere morir joven.

—Veo que no pierdes el tiempo —me dirijo a él, fingiendo una calma que no siento ni por asomo.

El muy imbécil rezonga y Mía contiene la respiración. Cuando la veo a la cara noto que tiene un labio partido y el mentón golpeado. Se me olvida toda al instante, el motivo por el cual hemos peleado, solo tengo ojos para ella. Le toco la cara al instante.

—¿Qué te pasó en la cara? —le pregunto.

—Me tropecé y me caí, solo fue eso —responde, apartando mi mano y estableciendo distancia entre nos
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