«Que el mundo se detenga, que me quiero bajar.» JOAQUÍNNunca he sido una persona supersticiosa. Creo en el destino, en que nada en este mundo sucede sin una razón. Lo percibí cuando conocí a Mía. Supe al instante en que la vi que era especial, que sería una mujer importante en mi vida; e incluso después de enterarme de su discapacidad, mi interés creció.Tengo una sensación de vacío en el pecho, como si algo malo fuera a pasar. Lo sentí el día que murió Darío, y es una impresión que nunca he olvidado. El vacío desaparece, apenas la veo salir por la puerta. Tiene una pequeña maleta que parece pesada, así que me apuro en ayudarla.— ¡Carajo! ¿Qué llevas acá? ¿Piedras? —Ella ríe.—Cositas para el desfile. No entenderías —se burla.—Que no se te olvide que sé más de maquillaje que tú y sé mucho de mujeres, sobre todo cómo complacerlas —replico mientras le beso el cuello.—De eso no sé mucho últimamente…—Te compensaré.—Eso espero.Cuando llegamos al cementerio, caminamos hasta la tumba
Este día era el conductor designado, de modo que no debía beber ni un solo maldito trago. El problema es que ya me había tomado seis y no me sentía nada bien. Aparte tenía un dolor extraño en el pecho. De repente, me sentí intranquilo. No es que estuviera borracho. Era mi estómago. Lo tenía revuelto, no aguantaba los retorcijones.—¿Te sientes bien, Joaquín? —me preguntó Vivian.—No, me duele el estómago. Voy al baño. Permiso.—Quedamos en que no ibas a tomar hoy. Ya estás borracho. ¿Ahora quién nos va a llevar en la camioneta? —Frank me vio con ojos acusadores. Y tenía razón. Cada vez que salía con Vivian era difícil no aceptarle los tragos.—Nos vamos en un taxi. ¿Cuál es el problema? O llamamos a un conductor elegido —le respondo.Apenas alcancé a llegar al váter para vaciar todo mi estómago. ¡Joder, qué mal me sentía! Seguro el maldito trago estaba descompuesto. Cuando regresé al reservado, mi salud no mejoró.—Me voy, no me encuentro bien.—¿Te emborrachaste con cinco tragos? —se
«Amar no es ocupar un lugar en nadie, sino crear un lugar que nadie más que tú puedas ocupar.»MÍAEstaba muerta de susto. Me sudaban las manos y juraba que me desmayaría en cualquier momento. El desfile era muy diferente a una sesión de fotos: era en vivo. Si me caía, nadie diría «¡corte!», y empezaría de nuevo. ¡Cielos! ¿En qué me había metido? No puedo con esto, mis nervios están a flor de piel.Todo está preparado para el desfile y no me siento lista. Desde que llegamos, Joa ha estado extraño; parece que me evita. No ha aparecido por los vestuarios en todo el día y no contesta mis mensajes. Tal vez está muy ocupado con los preparativos de la fiesta.—Te ves un poco tensa —escucho a Lara detrás de mí.Se ve preciosa. Tiene puesto un vestido largo color piel escotado en la espalda y el pecho. Su pelo largo suelto a cada lado de su rostro.—Estás espectacular, Lara.—Tienes una cara de susto que te cagas. —Reímos.—Dios, sí. Estoy muerta del miedo, Lara. No sé si podré con esto sin c
«El placer y la acción hacen que el tiempo vuele.»JOAQUÍNDejé a Mía en los vestuarios y nos despedimos con un beso casto y largo. Tenía el presentimiento de que me quedaban pocos besos con mi novia y debía aprovecharlos. Me estaba matando la incertidumbre. La organización de la fiesta me ha mantenido ocupado el resto de la tarde; lo cual he agradecido, porque evitar a Mía habría sido mucho más difícil. Sus mensajes de texto han sido insistentes, pero no soy precisamente la mejor compañía en estos momentos. Le daré ánimos y la felicitaré por su extraordinario desempeño, sin embargo, ahora soy yo quien necesita esa ayuda.El dolor de cabeza es desesperante. La preocupación me está matando y ese maldito hueco en el pecho no se va. Hace pocas horas era el hombre más feliz en la faz de la Tierra, por fin estaba en el mejor momento de mi vida, con la mujer que nunca pensé que llegaría, aunque la felicidad y el amor de Mía se me están escurriendo de las manos, lo siento. ¿Qué voy a hacer?
«Cuando abandonas tus sueños, limitas tu capacidad de vivir plenamente.»MÍAHa salido la penúltima modelo y Lara está alineada detrás de la pasarela para salir. Cuando me sitúo detrás de ella, unas manos cálidas me rodean la cintura. Percibo ese olor que tanto me gusta y unos labios suaves me besan mi cuello.—Estás hermosa, mi amor.—Viniste.Cuando giro en sus brazos, veo su sonrisa ladeada que me mata.—Por supuesto. Lo harás estupendo. Estaré viendo afuera en primera fila.—¡Dios, Joa! ¡Estoy muy nerviosa!Niega con la cabeza. Acuña mi rostro con las manos, me roza los labios y me besa con dulzura.—Nada de eso. Saldrás a la pasarela y vas a modelar como toda una profesional. Lo harás estupendo. Voy a estar abajo esperándote para presumirte.Mis labios se curvan en una sonrisa apenada.—Te necesitaba aquí conmigo. Gracias por venir.—Te amo, Mía. Lo sabes. Te amo más que nada. —Me besa la mejilla.—Y yo a ti.Cuando me doy la vuelta, Lara acaba de salir a la pasarela. Una maquill
«Convierte en realidad lo que deseas.» MÍAHa pasado una semana desde el desfile, y esta ha sido fuera de lo común. El semestre ha terminado y estoy de vacaciones, libre de responsabilidades por un mes y medio. Quiero disfrutarlas con mi amado novio, o por lo menos el tiempo que tenga libre después del trabajo en la cosmética.Durante la semana la feria ha sido noticia en las secciones de farándula, noticieros y magazines nacionales. En todas hemos aparecido Lara y yo. A ella le han atribuido el apodo de Pocahontas, debido a una entrevista que le hicieron donde casualmente se encontraba Frank y se le escapó por descuido el mote.También he estado recibiendo llamadas para entrevistas, pero me he negado. Joa me ha estado persuadiendo diciendo que es una gran oportunidad para futuros proyectos y para darme a conocer. La verdad es que me aterra, no quiero que todo el mundo me conozca. Sé que van a comenzar a hacer preguntas sobre cómo he perdido mi pierna y sobre mi relación con Joaquín.
«Si bien el destino baraja las cartas, somos nosotros quienes jugamos la partida.»JOAQUÍNHay cada vez más trabajo en la cosmética. Los pedidos son cada vez más grandes y nuevos clientes se suman. La nueva imagen y los productos nuevos han sobrepasado nuestras expectativas. Todos en la empresa están felices con sus bonificaciones y mis padres solo tienen palabras de elogios para nosotros.Lo de la jubilación me pareció broma al principio, pero después en casa nos dijeron que iban a retirarse. Mamá está agotada por sus tratamientos y dice que ya le ha dado todo lo que ha podido a la empresa y que es hora de descansar y darle paso a la gente joven.Papá dijo lo mismo, y que iría delegando en mí más responsabilidad cada día hasta que pudiera asumir la dirección de la empresa. La graduación está a solo dos semanas. Estoy ansioso por desligarme de la universidad de una vez por todas y seguir avanzando en mi carrera profesional. Me dispongo a salir de mi oficina y alguien toca mi puerta.—
MíaEspero que no sea nada grave. Estaba preocupada con tu retraso. Apenas puedas, llámame o ven a casa. Te extraño mucho. Ven preparado para quedarte. Te amo.Cuando entro en la casa, están todos reunidos en la sala: mis hermanas, mis padres, Frank y Lara. Se me había olvidado por completo.—Hola —saludo sin más.Mi madre es la primera en levantarse. Se ve cada día mejor y ha ganado algo de peso. La abrazo más tiempo de lo acostumbrado; necesito ese abrazo más que nunca. Ella se separa de mí y me mira con preocupación. Todos en la mesa se dan cuenta. Todos. No quiero arruinar la velada y tampoco tengo ganas de comer. Lo único que quiero es morirme.—Hijo, ¿te encuentras bien?—No, mamá. No quiero dañar la cena, pero…—¿Qué pasa? —pregunta mi padre, a punto de tener una crisis de nervios.—Tenemos que hablar en privado. Ya mismo. Es urgente.El primero en levantarse es Frank. Agarra a Lara de la mano y se despide de todos.—No te vayas, Frank. Contigo también tengo que hablar —digo mi