«Desafiar tus mayores miedos te empodera para conquistar cualquier desafío.»MÍADespierto a medianoche con un dolor en la pierna. Quedé mal acomodada y la prótesis me rozó. Quiero quitármela. Me duele, me fastidia e incómoda. Retiro la mano de Joaquín que me rodea y busco acomodarme lo mejor que puedo para volver a dormir. Me acomodo la prótesis y me acuesto quedando frente a él. Al verle el rostro en la penumbra de la noche, noto el brillo de sus ojos.¡Mierda, está despierto! Enciende la lámpara de la mesita de noche y se incorpora apoyando el codo en la cama.—¿No ves que te haces daño? Quítatela.Está molesto, pero intenta esconderlo.—Estoy bien, solo me estaba acomodando para dormir mejor. No exageres —replico con fastidio. No me gusta que me hable como si fuera mi padre. Ya con él tengo más que suficiente. Y con Andrés. Y la abuela. Y los doctores.Joaquín exhala tratando de controlarse y me observa como si estuviera esperando que le haga caso. No sé por qué se pone así.—¿Qué?
«El amor de una madre: la fuerza más pura y poderosa que sostiene el mundo en un abrazo inquebrantable.»JOAQUÍNAcabo de dejar a Mía en su casa. Cuando me desperté, ella estaba profundamente dormida con el ceño fruncido por un mal sueño, tal vez. Aun así, se veía linda, como siempre. Su prótesis estaba apoyada en el nochero. Nunca la había visto fuera de su cuerpo. Agarré mi cámara y les hice varias fotos a ella y a su prótesis. La ocasión lo ameritaba.Velé su sueño. La verdad, no pude pegar el ojo. Pensaba que en cualquier momento se iba a levantar y se iría o que le daría otro ataque de pánico. Casi me muero cuando la vi pálida, con la cara llena de lágrimas y sudor. ¡Dios, qué susto! Si lo hubiera sabido, ni loco la hubiera obligado a quitarse la prótesis.Nunca he cuidado de nadie que no sea de mí mismo. Es más, ni siquiera yo me cuido, pero con ella es distinto: sí que quiero cuidarla, protegerla y apoyarla. No hablamos mucho, las palabras sobraron. Cuando se levantó, ya estaba
«Que tus sueños sean más grandes que tus miedos.»MÍALara, la abuela y yo estamos en el spa. Mañana de chicas. Tenemos las caras untadas de mascarilla de arcilla y una rodaja de pepino frío en cada ojo. Unas manicuristas están arreglando y puliendo nuestros pies y manos.Me corté el pelo, solo las puntas, en capas, y me hice unas iluminaciones estilo californianas, con un estilo natural. Me quedaron divinas. Lara, en cambio, no permitió que le tocaran el pelo; solo se dejó aplicar unas mascarillas capilares. El pelo se lo corta su abuela Tomasa, que tiene buena mano y solamente lo corta los días donde la luna está no sé cómo. En fin, tiene toda una maestría en corte lunar de pelo.—No te burles, Mía, que está científicamente comprobado. Si no me crees, mira mi pelo, míralo. Me llega al trasero —dice Lara.Todas reímos, incluyendo las manicuristas.—Voy a enviar tu teoría del corte de pelo lunar a The Big Bang Theory. Seguro que Sheldon, como buen científico, descubrirá sus múltiples
«Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo.»JOAQUÍNUn zumbido hace que me despierte de mi placentero sueño. Apenas ha aclarado la mañana; ¿a quién se le ocurre llamar tan temprano? Abro los ojos y lo primero que veo son unas mechas doradas. Huele delicioso. Está durmiendo de espaldas a mí y tengo mi brazo rodeando su cintura. Cuando levanto la cabeza, veo su prótesis colocada en el suelo, al lado de la cama. A estas alturas sigo sin verla con ella puesta, no quiero traicionar su confianza.El sonido altamente irritante vuelve a sonar, y con todo el cuidado que puedo salgo de la cama sin despertar a Mía. No es mi teléfono el que suena, así que debe ser el de ella. Busco su mochila y no lo encuentro. ¡Coño! ¿Por qué las mujeres tienen tantos parapetos en el bolso? El maldito celular no deja de vibrar. Abro un bolsillo dentro de la mochila y palpo algo cuadrado; al sacarlo, veo que no es el teléfono. Es una caja de terciopelo. «¡Mía me compró un regalo!», es
♥♥♥Golpeo el saco de boxeo con todas mis fuerzas, odio las mentiras y el engaño. ¡No lo puedo creer! No sé si tiene algo con él, pero… ¡Coño! ¿Por qué me miente? He sido bueno con ella, la he tratado bien. La quiero, se lo he demostrado: he cambiado por ella, he sido comprensivo… ¿Entonces? Le pego al saco tres patadas seguidas. Si no me dijo nada es porque le gusta. ¡Le gusta! Pego dos derechazos.¿Y ahora qué hago? La eché del apartamento básicamente porque no quería que me siguiera mintiendo en la cara. Con la evidencia enfrente no podía hacerlo. Y yo no puedo con esa decepción. No de Mía. Ella es la que tiene que buscarme. Yo ya le di su oportunidad. La mañana en la universidad es un incordio, no puedo concentrarme. Estamos en los parciales finales y no puedo sacarme a Mía de la cabeza. No me ha llamado, ni me ha escrito, nada, la muy orgullosa… ¡Tengo mi dignidad!El problema es que apenas han pasado unas horas y la extraño como un loco. Evité a todo el grupo. No quiero dar expl
♥♥♥Tengo una resaca de mil demonios. Hace mucho que no bebo tanto. «Mátame, guayabo. Mátame, ya que el amor no pudo».Cruzo para llegar al pasillo donde está la habitación de mamá y me encuentro ¿con qué escena? Mía abrazada con el doctor. ¡Vaya tela! Me quedo paralizado viéndolos de lejos. Se separan y siguen hablando como si nada. Ella está sonriéndole como si no hubiéramos tenido una pelea por su culpa hace unas horas. La sangre se me sube a la cabeza. ¡Pero ya verá! Este tipo se quiere morir joven.—Veo que no pierdes el tiempo —me dirijo a él, fingiendo una calma que no siento ni por asomo.El muy imbécil rezonga y Mía contiene la respiración. Cuando la veo a la cara noto que tiene un labio partido y el mentón golpeado. Se me olvida toda al instante, el motivo por el cual hemos peleado, solo tengo ojos para ella. Le toco la cara al instante.—¿Qué te pasó en la cara? —le pregunto.—Me tropecé y me caí, solo fue eso —responde, apartando mi mano y estableciendo distancia entre nos
«Ninguna pareja es perfecta. Debes saber en el fondo de tu alma que, a pesar de todo, merece la pena luchar por la persona que quieres.» MÍA—Vístete y vete de mi casa —me dijo Joaquín. Estaba furioso, su mirada era oscura. Estaba cegado por la ira. ¡Me estaba echando!—¡¿Cómo?!—No te lo voy a repetir. Y llévate esto. —Sin verme a la cara, puso una cajita de terciopelo, una pulsera y una nota que, por supuesto, reconocí. El regalo de Lara. ¡Mierda! Él pensó que… Cuando quise reaccionar para explicarme, ya había salido del cuarto y me había dejado con la palabra en la boca.¡Me acababa de echar de su casa! ¡No lo podía creer! ¡Estaba desnuda y la noche anterior habíamos hecho el amor como nunca! Y lo peor de todo es que no me dejó explicarle, y ni siquiera era mi culpa. Era todo un malentendido. Me sentí humillada. Guardé la pulsera, me vestí con lágrimas en los ojos y salí del cuarto. Lara dejó las llaves de mi carro en la mesa. Las agarré y me dirigí a la puerta.La señora Sonia at
♥♥♥—Vamos a hacernos una foto —dice Andrés.Para cerrar estos días maratónicos con broche de oro. Estamos en la terraza de Armando Records, una de las discotecas más reconocidas de Bogotá. Lara, la abuela, Andrés y yo estamos sentados en una mesa hablando de la experiencia de ser modelos por tres días.—Cuando sean famosas, multimillonarias y todas unas top, podré presumir que hace un millón de años tuve el placer de ser su amigo y tomarme unas copas con ustedes —bromea Andrés.Nos hacemos la dichosa foto en medio de carcajadas.—Tú siempre serás mi mejor amigo, aunque sea multimillonaria y viva en Dubái —le digo plantándole un beso en la mejilla.—Ya estamos todos pasados de tragos. Estamos en la etapa de la borrachera donde la gente se pone cariñosa y quiere a todo el mundo —dice Lara.—Por cierto, ¿por qué Joaquín y Frank no están aquí? —pregunta Andrés.—Noche de chicos, supongo —le resto importancia.—Claro, precisamente hoy… Qué raro, ¿no? —replica Lara, tratando una vez más de