Sofía estaba sentada en la oficina del abogado de su esposo, observó al hombre con atención, tenía un semblante serio.Eso significaba que las cosas no estaban bien, tenía un mal presentimiento. El hombre sacó un documento de su maletín. En ese momento rezaba para que no fuera una mala noticia, deseaba volver a casa, la mansión donde había crecido. La puerta fue abierta, observó a su esposo ingresar, se sintió más aliviada, al menos estaría acompañada. —Lamento llegar tarde, mi amor, estaba muy ocupado, pero ya estoy acá. Darío tomó asiento al lado de su esposa y tomó su mano; podía sentir lo frías que estaban. De seguro estaba muy preocupada, lograba entenderla. Unos años antes que él había pasado por lo mismo, lo habían despojado de todo lo que tenía. Lograba entender a la perfección ese sentimiento de impotencia y rabia. —Qué bueno verlo, señor, hice lo que debía, pero me encontré con un problema grave. ¿En algún momento firmó este documento, señora Clark?Sofía tomó el docu
Darío observó a su esposa tomar una botella completa de whisky, quería detenerla, pero se daba cuenta de que solo estaba tratando de olvidar y de tener algo de paz. —Fui una tonta, estaba ciega —sollozo la joven —hice hasta lo imposible para mantener mi matrimonio, era amorosa, atenta, para recibir algo como esto a cambio. Darío no soportaba verla llorar y menos por el imbécil de su sobrino. —Ese idiota no merece ninguna de tus lágrimas. —Duele —respondió —duele dar todo y que te paguen de esta manera y no estoy llorando por él, eso lo hice hace tiempo atrás, siento rabia, estoy enojada —habló la joven soltando un suspiro pesado. Darío se acercó y abrazó a Sofía, a pesar de que la odiaba al principio, sus sentimientos habían cambiado. Con el pasar de los días llego a apreciar su presencia. Ella era dulce, alegre, le daba color a sus días. —Ayúdame a olvidar, quiero por un momento dejar de pensar en todo esto. Darío sintió cómo su corazón empezó a latir con fuerza, estaba ebria
—¿Piensas utilizar a la bebé? —preguntó Erick, preocupado.No era una mala persona, no apoyaba la idea de que su jefe utilizará a la bebé, eso sería algo muy bajo y cruel.—Haré lo que sea necesario para seguir en la cima, tengo dinero y poder. ¿Crees que quiero volver a la ruina? Eso jamás.El señor Clark se quedó frío al escuchar las palabras del hombre, utilizar a la bebé, era algo atroz, una madre haría cualquier cosa por su hijo. Pero era una manera muy descarada de mantener controlada a su sobrina, no podía hacer nada para advertirle sobre lo que sucedía a sus espaldas. —Una madre es capaz de cualquier cosa para proteger a su hijo, crees que sea inteligente provocarla.—Tengo suficiente dinero, señor Clark, puedo hacer lo que me venga en gana y eso es lo que quiero. Ella me ocultó su embarazo descaradamente, ahora pagará las consecuencias, de eso me aseguro yo. Gabriela estaba detrás de la puerta, había escuchado todo, estaba furiosa. Pablo era un demonio, no un ser humano,
Darío estaba sentado de rodillas frente a su padre. Pablo estaba al lado suyo, el hombre los miraba con seriedad. —¿Puedo saber por qué nos atacas, hijo? La empresa familiar sufre enormes pérdidas, tu hermana está en el hospital, todo se complica con los días. Darío respiró profundamente. —Sabes que esto no es contra ti, simplemente no voy a ser compasivo con mi enemigo, la persona que me traicionó y me apuñaló por la espalda de la peor manera posible. El anciano estaba preocupado, podía notar la mirada de Darío sobre Pablo. Su familia no era lo que él creía, se atacaban unos a otros, debía de cortar la mala hierba de raíz o seguiría creciendo y dañando todo a su alrededor. —A él no le interesa la familia. —Dices lo que te favorece, pero no es así. Mientras sigas al frente, la empresa tendrá grandes pérdidas. Apártate y cédele el puesto a alguien más. —Eso jamás, me costó llegar a donde estoy, no me lo vas a arrebatar, me escuchas, yo al menos me he dedicado completamente a de
—No tienes ningún derecho, me escuchas —habló la mujer molesta —Elena es hija de Darío, te gustó o no, espero que te quede muy claro.—Mientes demasiado bien, cariño, intentaste ocultarlo, pero no te sirvió de nada.Darío iba a levantarse para golpear a Pablo, pero su padre le hizo señas para que se quedara donde estaba.—Voy a pelear con uñas y dientes por mi hija, no tienes idea de lo que soy capaz por ella, no me provoques.Pablo sabía que la niña era su hija, podía notar la actitud de Sofía, parecía una fiera herida. Observó a su abuelo caminar en su dirección, sabía que las cosas no estaban bien, pero era lo de menos. Tenía la herencia de Sofía a su completa disposición. —Eres una completa escoria —hablo el anciano —eres una vergüenza para nuestra familia, después de intentar asesinar a tu esposa le reclamas a su hija, te desconozco Pablo, al parecer tu padre no supo educarte, ya no perteneces a nuestra familia, espero no volver a verte en lo que me resta de vida, Darío se hará
Pablo salió de su la mansión de su familia a pasos rápidos, maldecía a Sofía una y mil veces en su mente.Esa mujer debía de morir, al igual que su tío y los demás miembros de su familia.Subió a su auto y empezó a conducir como lo loco por la carretera; ya no contaba con la herencia de los Allen.Darío se levantó, su hermano lo miraba como si quisiera matarlo. Sofía se acercó a él y lo abrazó por la cintura. Su esposo acarició su cabello con cariño. Pablo tenía los días contados.Darío se marchó de la mansión de su padre, su auto se detuvo justo frente al hospital. Sofía seguía mirando a la nada, parecía evitarlo.—Iré a ver a mi hermana. Sofía volvió a mirarlo y le mostró una sonrisa débil. —Espero que se encuentre mejor, ve, yo iré a la mansión, necesito descansar, ha sido un día difícil. Podía notar la tristeza en su mirada, haría lo que fuera para evitar que ese imbécil se acercara a la pequeña Elena. —Todo estará bien, confía en mí. Se acercó y le dio un beso en la mejilla
Sofía regresó a la mansión, encontrándose con su suegra en la sala de estar. La mujer sostenía una revista en sus manos. Al escuchar sus pasos, levantó la mirada y la enfocó, dejó la revista de lado. Podía notar, la mirada sería de la mujer, parecía estar disgustada, eso la preocupó un poco. Agatha era una persona un tanto complicada. —Señora Agatha, es un gusto verla de nueva, ¿puedo saber que la trae por acá?—Acaso necesito motivos para visitar a mi nieta, acaso no puedo venir cuando me dé la gana. Sofía no entendía a qué se debía el comportamiento de la mujer, pero era mejor evitar problemas. —Puede venir cuando usted quiera, eso no es un problema, siempre será bienvenida a nuestra casa. La mujer miró fijamente a Sofía, no le parecía del tipo de persona que mentía, pero no podía confiar ciegamente en ella. Las palabras de Linda hacían eco en su cabeza, podían ser verdad o una absurda mentira para que discutiera con la mujer frente a ella. —Dime la verdad, Elena, ¿lleva la
Darío salió del hospital, respiro profundamente, iba a subir a su auto cuando escucho que alguien pronunció su nombre. Se giró y observó a Linda. La mujer lo miraba con una sonrisa, hacía mucho no la veía, pero lucía completamente diferente. Su cabello estaba tenido de un hermoso color rojo, que le quedaba bien a lo pálida de su piel.Incluso se veía más delgada, pero no entendía que hacía allí a esas horas de la noche. —Salía del hospital cuando por casualidad te miré. Es bueno verte, tenía una cita, así que vine, ¿qué tal todo? Le sorprendió lo tranquila que estaba la mujer, no había gritado, no lo interrogó con preguntas fuera de lugar.—Todo está muy bien. —Escuche lo del accidente de tu hermana, espero que ella mejore pronto. —Gracias, sé que así será. La mujer le mostró una sonrisa, parecía alguien diferente. —Debo de marcharme, se hace tarde y no quiero preocupar a mi padre. —¿Tú estás bien? —preguntó mirándola fijamente. La sonrisa se borro del rostro de la mujer, la