AJUSTANDO CUENTAS

Darío estaba sentado de rodillas frente a su padre. Pablo estaba al lado suyo, el hombre los miraba con seriedad.

—¿Puedo saber por qué nos atacas, hijo? La empresa familiar sufre enormes pérdidas, tu hermana está en el hospital, todo se complica con los días.

Darío respiró profundamente.

—Sabes que esto no es contra ti, simplemente no voy a ser compasivo con mi enemigo, la persona que me traicionó y me apuñaló por la espalda de la peor manera posible.

El anciano estaba preocupado, podía notar la mirada de Darío sobre Pablo.

Su familia no era lo que él creía, se atacaban unos a otros, debía de cortar la mala hierba de raíz o seguiría creciendo y dañando todo a su alrededor.

—A él no le interesa la familia.

—Dices lo que te favorece, pero no es así. Mientras sigas al frente, la empresa tendrá grandes pérdidas. Apártate y cédele el puesto a alguien más.

—Eso jamás, me costó llegar a donde estoy, no me lo vas a arrebatar, me escuchas, yo al menos me he dedicado completamente a de
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