Cuando llegaron Anabella, Gálata y Martina a la casa de la familia Casiragui, la señora Marcela les abrió la puerta —Buenas tardes señora Marcela, venimos a visitar a Paula.
—Si, señoras pasen adelante, suban al primer piso donde está su habitación, el señor Angello está preocupado, nunca lo había visto así, aunque la niña nunca se había enfermado, siempre ha sido sana—manifestó Marcela con preocupación.
Subieron a la habitación y al entrar pudieron observar que Angello estaba sentado en la cama de Paula, mientras la cabeza de ella reposaba en sus piernas y él ponía pañitos húmedos en su frente, su cara de preocupación era evidente, esta
Martina entró a la habitación de Paula, la esperaban Gálata y Anabella mientras la chica se mantenía con los ojos cerrados. Anabella se le acercó y en un susurró le preguntó —¿Qué piensas hacer? ¿Te vas o te quedas?—No lo sé, estoy dividida, quiero quedarme con ella, pero a la vez no quiero estar cerca del odioso y amargado de Angello.—Ella se siente sola, es una chica solitaria, me da dolor verla tan vulnerable y triste—Manifestó Anabella.—A mí también, pero he tenido un gran enfrentamiento con su padre, no sé si cuando me vea me saca de su casa a patadas—comentó Martina con una mueca.Anabella soltó la risa—Te digo la verdad, ¡No lo creo! Pienso que Angell
Su cara era una máscara de frialdad, y su voz no suavizaba mucho su expresión, se acercó el closet a colocarse un bóxer, un pantalón y una camisa—Mi hija escapó y en vez de darme la noticia, vienes a mi habitación a seducirme.Ante sus palabras el enfado envolvió a Martina, se le acercó beligerantemente y levantó su dedo medio mientras se lo mostraba—En verdad que contigo no hay que firmar tratado de paz, tú fuiste quien me besó y empezó a acariciarme y a calentarme, así que no me quieras venir a culpar de tus bajos instintos, hazme el favor y asume tu responsabilidad como un varón. Y si tanto te importa tu hija deja de pelear y te abocas a buscarla—concluyó dirigiéndose a la puerta de salida.
Martina se dio cuenta de que Angello estaba como en especie de un trance, le causó mucho dolor ver a ese hombre que siempre andaba con su prepotencia, desmoronado llorando, de inmediato lo abrazó, mientras lo consolaba pasando su mano e la espalda, y comenzó hablarle al oído —Ya Angello. No tengas miedo. ¡Ya pasó! Todo está bien. Tranquilo. Así lo fue tranquilizando poco a poco hasta que luego de unos momentos, había logrado calmarlo.Cuando pasó el episodio, y Angello pudo reaccionar, estaba totalmente apenado y en voz queda pronunció—Lo lamento. Discúlpame.Lo observó, sin embargo, él le evadía la mirada, lo tomó de la mejilla y con la otra mano lo acariciaba —¿Quién te causó tanto daño Angello? —le preguntó con dulzura.
Angello y Martina llegaron a la mansión Casiragui, entró a su despacho acompañado por ella, enseguida le empezó a explicar cómo lo rastreaba, mientras ella lo escuchaba atentamente.—Mira ya lo localicé—pronunció feliz—está en la zona de Testaccio, a orillas del Río Tiber—marcó un celular y dio las instrucciones para que fueran saliendo hacía allá. Ven Martina vamos por ella— le dijo con una sonrisa, estaba feliz de haber encontrado el lugar donde estaba su hija.Tomó a Martina de la mano, pero le provocó tanto besarla, que sin dudarlo, la acercó a su cuerpo y unió sus labios. Enseguida el deseo inundó sus sentidos, se entregaron a ese beso sin reservas, cada segundo que transcurría lo fue haciendo más exigente, mientras se abría paso en la boca de Martina, unieron sus lenguas, y comenzaron a danzar al ritmo que la pasión les marcaba, ella le sabía a dulce, a gloria. Sintieron sus cuerpos sumirse en una profunda pasión, dejó su boca y comenzó a recorrer su cuel
Angello salió de la habitación y se dirigió a su despacho, a pesar de que esa parte de su vida le hacía daño recordarla, se sentía aliviado, nunca antes había podido contarle a nadie esa verdad que le oprimía el pecho y lo hacía tan infeliz, hasta ese momento que se lo había confesado a Martina.No entendía como ella había logrado meterse en su vida en tan pocos días, haciéndose tan confiable que hasta uno de sus más vergonzosos secretos le había contado.Se sentó en la computadora, abrió uno de sus programas de computador y comenzó a revisar la ruta del celular de su hija, se detenía a ver diferentes lugares, revisó la aplicación de rastreo, estaba en esos menesteres, cuando escuchó que tocaban la puerta.—¡Adelante! —exclamó. Cuando se abrió la puerta, allí estaba Martina, tenía el cabello húmedo y se había puesto una de sus camisas. Se veía tan hermosa, que no pudo detener la sensación de excitación que recorrió su cue
Angello miraba a Paula con dolor —¿Quién te dijo eso? Te juro que eso no es verdad, no puedes creerle a él.—¿Él lo llamas? Lo golpeas sin compasión ¿Cómo eres capaz de tratar así a tu propio padre? ¿Cómo no puedes tener respeto por el hombre que te ha dado la vida? —interrogó sin esperar respuesta y se dio la vuelta.Cuando lo hizo Martina la detuvo tomándola del brazo —¡Paula no!, no te precipites, ¿Cómo vas a llegar a conclusiones sin oírlo? No estás siendo justa tampoco con él. Lo acusas que no está tratando con respeto a su padre y te pregunto ¿Tú lo estás haciendo?La chica se detuvo, observó a Angello, que permanecía en silencio con los hombros bajos, como si sobre él descansara un gran peso, la observó con sus ojos rojos, luego volvió su mirada a Martina —Tal vez tengas razón, pero ahora no me siento preparada para oírlo, no quiero ir con él. Necesito pensar y lo voy a hacer aquí. Quiero quedarme con mi abuelo—concluyó saliendo de la sala sin pronunciar más
Al escucharlo pronunciar esas palabras, Martina se arrodilló encima de la cama, lo tomó del rostro y lo giró hacia ella —No sé si llegue a ser la mujer de tu vida, porque no sé lo que nos pueda deparar el futuro, me gustas mucho, me encantó estar contigo, compartir pensamientos, unir nuestros cuerpos fue una de las sensaciones más maravillosas que he sentido en mis casi veintinueve años.«Pero desconozco si lo que siento es permanente o es pasajero, pero lo que sí puedo prometerte, es que pase lo que pase estaré para escucharte y tenderte una mano amiga, no soy de las que van a traicionar tu confianza, o van a darte puñaladas cuando voltees, lo que deba decirte te lo diré de frente, porque soy una persona de una sola cara, esta que ves frente a ti. Jamás andaré por allí contando tus secretos y menos aún me aprovecharé de tu debilidad—concluy
Martina salió de la mansión de Angello sin mirar atrás, no se había dado cuenta de que desde la ventana de su habitación la observaban con desolación; tuvo que regresarse a recoger su bolso, pero al hacerlo él no estaba en la habitación. Sacó su celular, mientras caminaba hacía la verja y marcó a su amiga Anabella, la tristeza que invadió su cuerpo era profunda, la sentía hasta en los tuétanos, a la segunda timbrada ella le respondió—Bella, por favor ven a buscarme en casa de Angello —pidió casi sin aliento.—¡Voy para allá! ¡¿Qué pasó?! —interrogó su amiga.—Cuando llegues te cuento —fue su respuesta.Entretanto esperaba, llegó un vehículo con chofer quien bajo el vidrio de la ventanilla y le dijo —Buen día señorita, el señor Casiragui, me pidió que viniera a buscarla y la llevara donde usted quisiera.—Dígale al señor Casiragui, que muchas gracias, que yo resolví —expresó con un aire de suficiencia, tratando de aparentar una serenidad que no sentía.U