Martina lo observaba intensamente sin siquiera parpadear, su mirada era acusadora, eso molestó a Angello, ¿Por qué la mujer que amaba tenía que desconfiar siempre de él? Por un momento sintió ganas de retirarse y no darle ninguna explicación y que pensara lo que le diera la gana. Respiró profundo, para calmarse, mientras ella seguía soberbia, esperando su explicación.
—Sabes que Martina, te juro que estoy cansando de tener que justificarme cuando no he hecho nada, de tener que dar explicaciones cuando no estoy ocultando nada, de que siempre salgas huyendo y molesta, sin darme el beneficio de la duda.
«Das por sentado cualquier cosa mala de la que se me acuse, pareciera que estás esperando que haga algo que no te agrade para justificar dejarme, es como si estuvieras ansiosa de que me equivoque ¿Por qué? ¿En verdad eso es amor? ¿Qué sientes realment
Angello los observaba en espera de una respuesta, Martina no estaba segura hasta donde había escuchado él, pero necesitaba antes de decirle sobre sus sospechas conversar con Zoe, sabía que estaba enojado, pero debía buscar la forma de hacer que se le disipara el enojo.—En ningún momento mi familia está poniendo en dudas que tú seas digno de mi perdón, solo me preguntaron lo relacionado con Zoe y tú, yo les estoy explicando, en ningún momento estoy señalando algún vínculo entre ustedes—se arriesgó confiando en que él no hubiese escuchado toda la conversación—. Sé que mi familia te parecerá abrumadora porque tú no has tenido esto, pero así somos, nos protegemos entre todos, nos preocupamos cuando uno está pasándola mal y acudimos para ayudarlo, salimos todos a protegernos cuando pensamos que alguien quiere d
Angello se quedó observándola incrédulo, no podía procesar lo que le estaba diciendo Martina, sentía como una nube cubría su mente impidiéndole analizar sus palabras.—¡No entiendo! ¿Qué estás diciendo? —interrogó Angello, con mirada contrariada.—Anoche cuando te levantaste que estaba con mi familia, entre todos nos dimos cuenta del parecido entre Zoe y tú, por lo cual dedujimos que podían ser hermanos, está mañana la llamé y me lo confirmó, es hija de tu madre con otro hombre y tienes también una hermana de veinte años.Angello no daba crédito a lo que estaba escuchando, tenía dos hermanas, su madre estaba viva, no como creyó todos estos años que estaba muerta, tuvo dos hijas más y nunca lo intentó buscar, eso lo hería profundamente porque se daba cuenta de
Zoe al principio estaba decidida a entregarse a ese hombre, pero ahora la duda la invadía, si los abrazos y besos que le había dado hasta ahora, provocaban repulsión en ella, mucho más tener intimidad con él, de solo pensarlo sintió unas arcadas, que trató de contener.Defranco se le acercó y se paró frente a ella diciéndole con voz firme—¡Desnúdate! —Le ordenó mientras él se desvestía frente a ella sin siquiera desviar la mirada.Aunque era un hombre de sesenta años, se mantenía en forma a fuerza de ejercicios, pues era un vanidoso que le encantaba aparentar menos edad de la que tenía, sin embargo, su repulsión radicaba no en su aspecto externo, sino en lo oscuro y lo feo de su alma, ella no podía permitir que la hiciera suya, debía pensar en algo que impidiera que ese matrimonio se consumara, estaba arrepentida
Angello abrió la carta, lo primero que captó su atención fue el olor, ese aroma dulce, una mezcla de romero, lavanda, jazmín y miel, que en el pasado a veces olió, las pocas veces que ella se dignaba a brindarle cariño, dio un respiro profundo, debía controlar sus emociones, debía leer, perdonar y dejar ir.Enseguida comenzó a leer la carta:“Angello hijo,Tal vez no tengo derecho a llamarte así, he sido egoísta, manipuladora, cobarde, me valí de ti para entrar a un mundo que no era el mío, de hecho debo confesarte que te concebí cuando ya Defranco había terminado su relación conmigo, ese día lo emborraché, lo llevé a mi habitación y lo acosté junto a mí, tomé los condones y con una aguja le abrí ciento de agujeros, a la ma
Angello se quedó pensativo por lo que le dijo la persona al otro lado de la línea, Defranco había pedido a Paula y a Franco, pensando que ellos podían ayudarlo porque tenían el mismo tipo de sangre y factor RH que él, claro allí estaba revelada la verdad, nunca creyó que era su hijo, por eso le había hecho tanto daño, un atisbo de rabia empezó a florecer en su interior cuando recordó las palabras de su madre “abre tu corazón y perdona, solo así sanará tu alma”, con esas palabras desechó la rabia que pretendía emerger.—Voy
Angello salió de la habitación de Defranco, se sentía mejor, se había quedado impactado con lo que había sucedido hacía un momento, después de tanto desearlo durante toda su vida había sucedido, él lo había reconocido como su hijo, le causó lástima verlo derrotado, vacío, ya no tenía ese porte y ese garbo de importancia que lo caracterizaba, ahora era un hombre que el peso de su conciencia no lo dejaba ni siquiera mantenerse lúcido.Llegó al lado de Sebastián quien le preguntó —¿Todo bien?—No podía estar mejor, dentro de poco tendré una maravillosa esposa, mis cinco hijos, dos hermanas, una familia por afinidad, amigos ¿Qué más puedo pedir? La vida se encarga de poner cada cosa en su lugar y de premiarte dándote tarde o temprano lo que mereces
SEIS MESES DESPUÉSMartina trataba de dormir, pero el tamaño de su prominente vientre y el movimiento continuo de los bebés la desvelaban, se daba la vuelta tratando de hacer el mínimo ruido, no quería despertar a Angello, pues era demasiado sobre protector con ella, y cuando la veía que algo la incomodaba se preocupaba en extremo, terminaba estresado, trasnochado, pues le aterraba la idea que ella sufriera, y con todo eso se iba a la oficina, trabajaba demasiado sin descuidarla a ella, a sus hijos, a sus hermanas e incluso visitaba a Defranco dos veces por semana, aunque no lo mereciera, pero él era así, era un hombre con alto sentido de responsabilidad y sensibilidad, cuando lo conoció parecía que no tenía sentimientos, pero había resultado ser todo lo contrario.En ese momento sintió una pequeña punzada al final de la espalda
Martina terminaba de darse sus últimos retoques en el espejo, se había colocado un vestido tipo straples, corte sirena, blanco con blonda roja, que resaltaba sus espectaculares curvas, su cabello negro recogido en una cola de caballo, zarcillos largos, zapatos rojos de tacón de aguja altos que no se observaban por cuanto el largo del vestido los cubría y maquillada con labial rojo, y sus ojos bien delineados con sombras y rímel. El reflejo que le dio el espejo le agradaba en demasía, no pudo dejar de esbozar una radiante sonrisa.Estaba muy contenta porque después de unas semanas de arduo trabajo, por fin se había decidido a tomar unos días libres y precisamente ese día, había sido invitada a celebrar la fiesta de fin de año con los Ferrari Estrada. Su amiga Anabella le había ofrecido que una limusina con chofer fuese por ella, pero no aceptó. Sie