Mis estrellitas bellas. Tengo información importante, esta historia ya se nos va este mes, así que Santi ya está a punto de que sus mentiras se lo traguen vivo. Espero que hasta el momento les esté gustando y si no, pues... sean libres de hacérmelo saber. Un besote.
「 ✦INVITACIÓN AL CAFÉ✦ 」 Después de la discusión con Santino, Sophia se preparó temprano para la universidad. Su teléfono vibró sobre el tocador; al mirar la pantalla, vio que era Artem. ―Buenos días ―la voz del hombre era animada, todo lo contrario al estado de ánimo de Sophia. ―Hola, Artem… ―¿Qué pasa? Te escuchas… extraña. ―No es nada, ayer no dormí bien, solo es cansancio. ―Sophia suspiró y miró hacia el jardín. ―¿Qué sucede? ¿No deberías estar en tus clases? ―Tengo la mañana libre y quería invitarte un café, ¿aceptas? Sophia guardó silencio un instante, como si estuviera dudando. Luego, la discusión del día anterior y el reciente comportamiento de Santino la hicieron aceptar. ―Está bien. Pero tendré que ser después de mi primera clase. ―No hay problema ―él se rio él a través del teléfono. ―Podría esperar por ti el tiempo que fuera. Su declaración la incomodó un poco, pero no pensó demasiado en eso. ―Está bien, te llamaré cuando llegue. Por otro lado, Santino miraba su
「 ✦TENSIÓN EN EL AUTO✦ 」 Sophia reía ante algo gracioso que Artem acababa de decir, disfrutando de un momento de ligereza después de la tensión anterior. Sin embargo, su risa se cortó abruptamente cuando sus ojos se posaron en el auto negro estacionado frente a la universidad. Era el auto de Santino, su marido. Un nudo se formó en su estómago, y una oleada de náuseas la invadió como si hubiera ingerido algo en mal estado. Además, su rostro perdió todo color, volviéndose pálido como el papel. ―¿Estás bien? De repente te pusiste pálida ―preguntó Artem, ajeno a Lo que estaba sucediendo. Se acercó a ella y acunó su cara entre sus manos, mirándola con sincera preocupación. ―Sophia, me estás asustando. ¿Qué te pasa? Pero Sophia solo podía mirar fijamente hacia el auto. Dentro del vehículo, Santino ya la había visto. La pluma que tenía en sus manos, la misma con la que había firmado la tarjeta hace un momento, estaba ahora rota en dos pedazos. La sangre hervía dentro de sus venas, y sus
「 ✦NO MERECES AMOR✦ 」 Sophia lo miró, intentando enterrar todas sus emociones, pero fue imposible mientras los intensos ojos azules de su marido la perforaban. ―¿Sabes lo que hago cuando alguien toma algo que es mío? ―preguntó Santino, su voz áspera, delatando el poco control sobre su ira. Era evidente que estaba al borde de perder la compostura, de destrozarlo todo. Sophia, con un simple acto, había logrado desatar esa tormenta en él. Se dio cuenta de que sus sentimientos por ella eran más profundos de lo que había imaginado. ―Yo… ―la garganta de Sophia se agitó mientras tragaba saliva, buscando las palabras. ―Yo… Él se acercó a ella hasta dejarla acorralada contra la pared. La mochila de Sophia cayó al suelo con un golpe sordo, pero ninguno de los dos le prestó atención. ―Les quito algo ―gruñó Santino, sin apartar sus ojos de los de ella. A pesar de ver la confusión y el miedo en los ojos de Sophia, en ese momento no le importaba; estaba demasiado cabreado, buscando retribución.
「 ✦UN MURO ENTRE ELLOS✦ 」 Al día siguiente, en la mansión, la tensión era tan palpable que podía cortarse con un cuchillo. Todos habían sido testigos de la pelea entre Santino y Sophia, pero nadie se atrevió a hacer ni una sola pregunta. Ni siquiera Grecia, quien podía percibir la frialdad fluyendo entre ellos. Después del desayuno, Sophia se dirigió al salón con Ángelo, estaba ayudándolo con sus tareas escolares, mientras que Santino se encerró en el estudio. Había pasado la noche buscando la manera de arreglar la situación con su esposa. Era un hecho que ella los había visto, sin embargo, no estaba engañándola, al menos no de la manera que ella pensaba. Por un momento, tuvo el impulso de ir a su habitación y explicarle los motivos de su encuentro con Claudia, la razón de ese beso. Pero luego se retractó, estaba cerca, muy cerca de conseguir su objetivo. Finalmente, podría estar cara a cara con Alexei, aunque el precio a pagar podría ser demasiado alto. ―Mami, ¿papá y tú aún están
「 ✦LUCHA EN LA PISCINA✦ 」―¡Ahhh!Sophia soltó el cabello de Vivian, pero su mirada ardía con furia.―¿Creíste que podías tratarme así y salirte con la tuya? ―le dijo en tono desafiante.Vivian, intentando recuperar algo de su dignidad perdida, tartamudeó en busca de palabras.―No… no tienes idea de con quién te estás metiendo ―dijo con un intento fallido de sonar amenazante.La pelea entre ellas escaló rápidamente. Sophia, demostrando una agilidad sorprendente, esquivaba los intentos torpes de Vivian por golpearla. Ángelo, a pesar de la situación, no podía evitar soltar pequeñas risas al escuchar los intento de Vivian de defenderse.―¡Vamos a ver cómo te las arreglas ahora! ―Sophia se burló mientras esquivaba otro manotazo descoordinado de Vivian.La otra, completamente superada y empezando a sentir el verdadero pánico, intentó apelar a cualquier resquicio de poder que pensaba que tenía.―¡Esto no se va a quedar así, Sophia! ¡Vas a lamentarte! ―exclamó, su voz temblorosa y nada convi
「 ✦SIN PRIVILEGIOS✦ 」 Intentando recuperar algo de dignidad, Vivían enfrentó la mirada de Santino. ―No te mentiría ―balbuceo ―Lo que dije fue… Santino golpeó el escritorio, su mirada imponiéndose sobre ella. ―Tu intento patético de ocupar el lugar de mi esposa es risible. Solo hay una señora de D’Luca, y es Sophia. Así que lo que hiciste fue en vano, porque ella jamás dejará ese lugar. El dolor y la humillación se entrelazaron en el corazón de Vivian, pero fue la rabia lo que finalmente rompió sus defensas. ―¡Sí! ¡Yo lo hice! Lo hice porque te amo, Santino, y tú… tú nunca me has visto como nada más que una insignificante hija del chófer. La respuesta de Santino fue una risa helada. ―Tu amor es tan irrelevante para mí como tu existencia. Eres menos que nada, Vivían. O no, sí, eres un parásito que se atrevió a morder la mano que le daba de comer. Grecia observó la situación desde un rincón, su rostro una máscara de asombro ante la confesión de Vivian. Con rabia y dolor mezclánd
「 ✦TRAELA A CASA✦ 」 En las afueras de la ciudad, en el estudio de su casa, Alexei Antonov observaba frente a él, a Artem, su mejor amigo desde la infancia. ―¿Estás seguro? ― le preguntó Alexei. ―Sí ―respondió Artem, sus ojos brillaban con una intensidad rara en él. ―Es ella, la hija perdida de tu padre. Alexei exhaló una densa nube de humo de su puro antes de depositarlo cuidadosamente en el cenicero. La idea de realizar una prueba de ADN no era solo una formalidad; era un ancla a la realidad en medio de revelaciones que parecían sacadas de una novela. ―De todas formas, insistiré en una prueba de ADN. ¿Cuándo llegará? Artem vaciló, un poco antes de continuar. ―La convencí de asistir a la cena benéfica mañana por la noche. No fue tarea fácil, pero al final aceptó. Alexei arqueó una ceja, sorprendido. ―¿No fue fácil? Viniendo de ti, que tienes fama de conquistador… eso sí que es decir algo. Una sombra cruzó el rostro de Artem. ―Esto es diferente, Alexei ―dijo, marcando cada pa
「 ✦ DESAFIO ✦ 」En ese mismo momento, pero en otra parte de Chicago, Santino miraba su celular fijamente. Era la fotografía de Sophia, tomada durante su corta luna de miel en Santorini. La imagen, capturada en un instante de felicidad efímera, ahora se sentía como un recordatorio de todo lo que había perdido. El rechazo de su esposa le dolía profundamente, más de lo que jamás admitiría en voz alta.Cada vez que Sophia lo ignoraba, un pedazo de su corazón se desgarraba un poco más. Lo que más le dolía era la sensación de haberla decepcionado, de no ser el hombre que ella esperaba o necesitaba. Santino sabía que en su mundo, el amor estaba prácticamente prohibido. Las reglas no escritas de su vida y su negocio dictaban que los sentimientos eran una debilidad, un lujo que no podía permitirse. Sin embargo, a pesar de todo su esfuerzo por mantenerse alejado, no pudo evitar enamorarse de ella. Se había prometido a sí mismo que nunca dejaría que el amor lo distrajera nuevamente, pero ella ha