CAPÍTULO 35

María despertó confundida. Ni siquiera tenía claro el momento en que se había quedado dormida, pero estaba segura de que no había sido en el lugar en que despertaba esa nueva mañana que, tal vez por haber llorado demasiado, no se sentía tan dolorosamente sofocante.

—Es mi habitación —anunció Danilo, que entraba a la habitación en que Mari había despertado y en donde, confundida, miraba a todos lados desde la cama—, te quedaste dormida sin previo aviso, así que no me dio tiempo de alistar otra habitación, y pensé que era mejor vigilarte, por cualquier cosa.

Mari no dijo nada, solo intentó recordar lo último que había pasado y, en cuando lo supo, decidió dejarlo por la paz. No quería volver a llorar, ya no tenía fuerzas para soportar más.

» Volamos a medio día —informó el joven cuando continuó hablando—, y no puedes negarte ahora porque ya está tu boleto comprado; además, mi abuela te está esperando.

—Necesito ir por mi equipaje —dijo la chica, intentando dejar la cama luego de respirar
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