CAPITULO 59

Amira

Rose y yo nos paralizamos. La llave gira. La puerta se abre de par en par…

Y revela a Taras de pie en el umbral.

Está metiendo las llaves en su bolsillo, por lo que no nota nada al principio.

Luego levanta la vista y nos ve. Observo su rostro morado de ira.

Rose gime. Yo muerdo mi labio.

Aquí es donde termina mi plan. No tenemos un arma. Ninguna de las dos está en condiciones de luchar.

Se acabó.

La idea de que no escaparemos me inunda. Casi me hace caer de rodillas. Pero me niego a doblarme. Me mantendré erguida. Enfrentaré cualquier ira que Taras quiera derramar sobre mí. No le dejaré…

El intento muere en mi cabeza cuando Taras mete la mano en su cintura y saca un arma.

Los milisegundos se convierten en horas. Cuando levanta el arma, apuntándonos, me siento como si estuviera en una película. Parpadeo, y entonces…

Bang.

Espero sentir el dolor, sentir el cálido torrente de sangre y el abrazo de la muerte.

Pero no hay nada. Sólo el olor a pólvora.

Y entonces la mano de Rose se
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