STEVEN¡Esta mujer me va a volver loco! Lo juro.Me visto rápidamente y, desde el interfono del ático, marco el número de extensión de Alan.—Ven aquí inmediatamente —le ordeno en cuanto me responde.Me pongo un par de zapatos cómodos, cojo la cartera, que meto en la parte trasera de los vaqueros, y me dirijo al ascensor, que acaba de llegar a la planta.Alan sale, paralizado.—¿Qué ha pasado? —pregunta, preocupado.—Olivia me llamó, estaba muy agitada... dice que alguien las está siguiendo y nos acusó de ser los instigadores —fuera de todo.Me mira dubitativo, con una ceja levantada.—¿Lo hiciste de nuevo Steve?—No, no fui yo, por eso estoy ansioso.—Tal vez se equivocó, quién la seguiría…—Alan —le interrumpo bruscamente—. Yo también he pensado en esta eventualidad, pero todavía no estoy tranquilo, tengo como un presentimiento... —Me llevó una mano al pecho, en un intento por hacerme entender.—¿Te ha dicho dónde están? —pregunta ahora más ansioso.—No, por otro lado, me dijo que m
STEVENTuve que mentir para convencerla de que confiara en mí, allí se quedó perpleja y luego intentó adoptar una expresión de indiferencia.¡Ahora jugamos con mis reglas, señorita Castello!Llegamos al coche, Olivia y María se sientan en el asiento trasero mientras yo conduzco y Alan se sienta a mi lado.El teléfono móvil suena y la voz de Sarah se propaga dentro de la cabina a través de la conexión Bluetooth.—Steven, ¿dónde estás? —me pregunta bastante preocupada.—Estoy en el coche con Alan, estamos en camino —le comunicó, aunque sé que debe estar bastante histérica. —La reunión estaba prevista para las catorce, llegas tarde —pero suena ligeramente alterada.Miro la hora... ya nos hemos pasado quince minutos.—Ha habido un pequeño... percance —le informo mientras miro a Olivia a los ojos a través del espejo.—Está bien Steve, entretendré a todos, pero no pierdas más tiempo —concluye, dando por terminada la llamada.Se hace el silencio, los únicos ruidos que se oyen son los de lo
STEVENNos tomamos el primer descanso tras dos horas de reunión y le hago señas a Sarah para que salga al pasillo.—¿Ha atendido las peticiones de la señorita Castello? —le pregunto nada más llegar.—Sí jefe, he enviado por correo electrónico la documentación de pago.La miro con extrañeza.—No me refiero a eso, quiero saber si te llamó desde el ático, María y ella son mis invitadas de esta noche y les dije que te encargarías de todo —luego agrego al ver que entrecierra los ojos—. Te lo explicaré más tarde…—Siempre tengo que ser la última en enterarme... de todas formas no, ni siquiera sabía que estaban ahí —responde picada.Extraño... ¿quizás me da vergüenza relacionarme con mi secretaria?Me acerco al interfono y marco el número interno de mi casa, suena varias veces, pero nadie responde.La ansiedad empieza a hacerme sudar y me aflojo el nudo de la corbata mientras escucho el teléfono descolgado y un pensamiento me viene a la cabeza.Se han ido.Le grito a Sarah que busque a Alan
STEVEN Me despierto con dolor de cabeza, pero ¿dónde estoy?La habitación está completamente oscura y tanteo la pared detrás de mí en busca del interruptor.La luz, además de cegarme, me revela que estoy en mi dormitorio.Todavía llevo la ropa de la tarde y, mirando hacia la ventana, me doy cuenta de que está oscuro, pero ¿cuántas horas he dormido?Me vuelvo hacia la mesilla de noche, donde el despertador marca las veintitrés.Decido levantarme con cuidado ya que mi equilibrio es bastante precario y me apoyo en la pared por seguridad.El círculo de mi cabeza no me da tregua y me obligo a tomar una aspirina porque normalmente estoy en contra del uso incondicional de analgésicos.Llegar a la cocina resulta muy difícil, y al pasar al salón, noto una presencia en el sofá. Me acerco con cautela sin tener la menor idea de quién puede ser. Definitivamente es una mujer... Entrecierro los ojos intentando enfocar su rostro y la reconozco en cuanto se da la vuelta.Es Julia... Ahora lo recuerdo
STEVENA las catorce en punto, Alan y yo nos situamos bajo el edificio donde residen las chicas.Todavía estoy nervioso después de saber que Olivia va a cenar con Robert, y fue a costa de la destrucción de ayer.Me he decidido. Hoy no le hablaré, no la miraré, simplemente la ignoraré... con Robert, en cambio, quiero charlar, anoche creí que lo había entendido: es mía, aunque aún no lo sepa.La veo salir por la puerta seguida de María y está preciosa en su sencillez con esos rizos revoltosos enmarcando su cara y haciéndola alegre y su ropa deportiva haciéndola parecer una jovencita.¡Una belleza extraña! Yo, que siempre he sido un amante de la belleza, la sofisticación, la elegancia en todas sus formas y expresiones, me encuentro atraído por una mujer que no tiene ninguna de estas características.Me obligo a mirar hacia otro lado porque, si tuvieran voluntad propia, mis ojos estarían pegados a ella, pero tengo que mantenerme firme y mirar hacia otro lado mientras Alan invita a Olivia
STEVEN —Lo siento, pero no creo que eso sea posible —mientras digo esto, me alejo anticipadamente.Cuando la escuché hace un momento describir lo que sería capaz de hacer si sus perseguidores llegaran a sus manos, me quedé asombrado.¿Es posible que una pequeña paloma como tú sea capaz de tanta crueldad?Mejor no comprobarlo en persona, de momento me conformo con su mirada asesina.—¿Qué no es posible? —me pregunta muy seria. —Olivia escúchame, el detective fue claro, María y tú están arriesgando sus vidas. Averiguaremos por qué te han atacado, pero mientras tanto necesitas protección...—Mi... Claudio puede protegerme y también Robert, ¿o no confías en él? Sé que forma parte de tu círculo de amigos y no creo que sea un accidente —insiste.Jamás había visto en mi vida a una mujer más terca.—Tienes razón, confío en Robert, él sería capaz de protegerte. Pero ¿quién le protegerá a él?... ¿Has pensado que él también podría estar en peligro por salir contigo?«¡Buen hombre, la tienes!
STEVENAlan y yo bajamos las escaleras lentamente, un paso a la vez, como si nos costara esfuerzo salir de este lugar.La última respuesta de Olivia me dejó con un sabor amargo en la boca, porque si bien es cierto que principalmente entablo relaciones amistosas con las mujeres con las que me acuesto, también es cierto que no ha sido así desde que la conocí, aparte del poco excitante interludio romano.Me pinta como un dios del sexo, cuando me gustaría interactuar con ella como el último romántico.Esta noche iba a llevarla a cenar a un pequeño y romántico restaurante junto al muelle, y luego íbamos a dar un paseo por la playa y la iba a besar junto al mar, en la orilla, con las olas golpeando nuestros pies.Mi velada romántica por una vez no terminaría en casa, en mi cama, sino que la llevaría a su casa, besándola como un chico de instituto, delante de la puerta.¿Me he vuelto loco? Sí, y no tengo el valor de confesarlo ni siquiera a mi mejor amigo... ¡Pero al parecer prefiere a Rober
STEVENBajo de mi ático cuando son más de las ocho. Anoche descansé y se nota en la falta de bolsas bajo los ojos y en mi rostro más relajado.—Buenos días, Steven —me saluda Sarah desde su asiento—. Llegas temprano... te veo más relajado hoy y no quiero preguntarte por qué —se ríe, burlándose de mí.Estoy cansado de la reputación de playboy, puede que estuviera bien hasta hace un tiempo, pero ahora me molesta, realmente necesito limpiar mi historial.—Siento darte la lata Sarah, pero estoy relajado porque he dormido diez horas seguidas —le comunico con una mirada para contradecirle—. Ahora, si tienes la amabilidad de llamar a Mike al móvil y ponerle en contacto, te lo agradecería inmensamente —digo medio en broma y me encierro en el despacho.Es hora de quitarse la chaqueta y los sonidos interiores.—Buenos días, señor Parker —me saluda mi conductor.—Buenos días, Mike. Escucha, a las diez tienes que recoger a la señorita Castello y a la señorita Apicella, te enviaré la dirección. As