STEVENNos tomamos el primer descanso tras dos horas de reunión y le hago señas a Sarah para que salga al pasillo.—¿Ha atendido las peticiones de la señorita Castello? —le pregunto nada más llegar.—Sí jefe, he enviado por correo electrónico la documentación de pago.La miro con extrañeza.—No me refiero a eso, quiero saber si te llamó desde el ático, María y ella son mis invitadas de esta noche y les dije que te encargarías de todo —luego agrego al ver que entrecierra los ojos—. Te lo explicaré más tarde…—Siempre tengo que ser la última en enterarme... de todas formas no, ni siquiera sabía que estaban ahí —responde picada.Extraño... ¿quizás me da vergüenza relacionarme con mi secretaria?Me acerco al interfono y marco el número interno de mi casa, suena varias veces, pero nadie responde.La ansiedad empieza a hacerme sudar y me aflojo el nudo de la corbata mientras escucho el teléfono descolgado y un pensamiento me viene a la cabeza.Se han ido.Le grito a Sarah que busque a Alan
STEVEN Me despierto con dolor de cabeza, pero ¿dónde estoy?La habitación está completamente oscura y tanteo la pared detrás de mí en busca del interruptor.La luz, además de cegarme, me revela que estoy en mi dormitorio.Todavía llevo la ropa de la tarde y, mirando hacia la ventana, me doy cuenta de que está oscuro, pero ¿cuántas horas he dormido?Me vuelvo hacia la mesilla de noche, donde el despertador marca las veintitrés.Decido levantarme con cuidado ya que mi equilibrio es bastante precario y me apoyo en la pared por seguridad.El círculo de mi cabeza no me da tregua y me obligo a tomar una aspirina porque normalmente estoy en contra del uso incondicional de analgésicos.Llegar a la cocina resulta muy difícil, y al pasar al salón, noto una presencia en el sofá. Me acerco con cautela sin tener la menor idea de quién puede ser. Definitivamente es una mujer... Entrecierro los ojos intentando enfocar su rostro y la reconozco en cuanto se da la vuelta.Es Julia... Ahora lo recuerdo
STEVENA las catorce en punto, Alan y yo nos situamos bajo el edificio donde residen las chicas.Todavía estoy nervioso después de saber que Olivia va a cenar con Robert, y fue a costa de la destrucción de ayer.Me he decidido. Hoy no le hablaré, no la miraré, simplemente la ignoraré... con Robert, en cambio, quiero charlar, anoche creí que lo había entendido: es mía, aunque aún no lo sepa.La veo salir por la puerta seguida de María y está preciosa en su sencillez con esos rizos revoltosos enmarcando su cara y haciéndola alegre y su ropa deportiva haciéndola parecer una jovencita.¡Una belleza extraña! Yo, que siempre he sido un amante de la belleza, la sofisticación, la elegancia en todas sus formas y expresiones, me encuentro atraído por una mujer que no tiene ninguna de estas características.Me obligo a mirar hacia otro lado porque, si tuvieran voluntad propia, mis ojos estarían pegados a ella, pero tengo que mantenerme firme y mirar hacia otro lado mientras Alan invita a Olivia
STEVEN —Lo siento, pero no creo que eso sea posible —mientras digo esto, me alejo anticipadamente.Cuando la escuché hace un momento describir lo que sería capaz de hacer si sus perseguidores llegaran a sus manos, me quedé asombrado.¿Es posible que una pequeña paloma como tú sea capaz de tanta crueldad?Mejor no comprobarlo en persona, de momento me conformo con su mirada asesina.—¿Qué no es posible? —me pregunta muy seria. —Olivia escúchame, el detective fue claro, María y tú están arriesgando sus vidas. Averiguaremos por qué te han atacado, pero mientras tanto necesitas protección...—Mi... Claudio puede protegerme y también Robert, ¿o no confías en él? Sé que forma parte de tu círculo de amigos y no creo que sea un accidente —insiste.Jamás había visto en mi vida a una mujer más terca.—Tienes razón, confío en Robert, él sería capaz de protegerte. Pero ¿quién le protegerá a él?... ¿Has pensado que él también podría estar en peligro por salir contigo?«¡Buen hombre, la tienes!
STEVENAlan y yo bajamos las escaleras lentamente, un paso a la vez, como si nos costara esfuerzo salir de este lugar.La última respuesta de Olivia me dejó con un sabor amargo en la boca, porque si bien es cierto que principalmente entablo relaciones amistosas con las mujeres con las que me acuesto, también es cierto que no ha sido así desde que la conocí, aparte del poco excitante interludio romano.Me pinta como un dios del sexo, cuando me gustaría interactuar con ella como el último romántico.Esta noche iba a llevarla a cenar a un pequeño y romántico restaurante junto al muelle, y luego íbamos a dar un paseo por la playa y la iba a besar junto al mar, en la orilla, con las olas golpeando nuestros pies.Mi velada romántica por una vez no terminaría en casa, en mi cama, sino que la llevaría a su casa, besándola como un chico de instituto, delante de la puerta.¿Me he vuelto loco? Sí, y no tengo el valor de confesarlo ni siquiera a mi mejor amigo... ¡Pero al parecer prefiere a Rober
STEVENBajo de mi ático cuando son más de las ocho. Anoche descansé y se nota en la falta de bolsas bajo los ojos y en mi rostro más relajado.—Buenos días, Steven —me saluda Sarah desde su asiento—. Llegas temprano... te veo más relajado hoy y no quiero preguntarte por qué —se ríe, burlándose de mí.Estoy cansado de la reputación de playboy, puede que estuviera bien hasta hace un tiempo, pero ahora me molesta, realmente necesito limpiar mi historial.—Siento darte la lata Sarah, pero estoy relajado porque he dormido diez horas seguidas —le comunico con una mirada para contradecirle—. Ahora, si tienes la amabilidad de llamar a Mike al móvil y ponerle en contacto, te lo agradecería inmensamente —digo medio en broma y me encierro en el despacho.Es hora de quitarse la chaqueta y los sonidos interiores.—Buenos días, señor Parker —me saluda mi conductor.—Buenos días, Mike. Escucha, a las diez tienes que recoger a la señorita Castello y a la señorita Apicella, te enviaré la dirección. As
STEVENConduzco como un loco en el tráfico urbano, tocando el claxon cuando el semáforo se pone en verde y los coches de delante no arrancan rápido o adelantando donde no está permitido.—Si sigues a este ritmo nos mataremos o nos arrestarán —grita Alan sentado en el asiento de al lado con las manos hacia delante, apoyado en el salpicadero.Esa es la diferencia entre nosotros dos, yo me tomo la vida de frente, me precipito y reacciono instintivamente, Alan en cambio es mi lado racional, tranquilo y plácido, siempre consigue devolverme la razón.—Tienes razón, como siempre, pero no puedo calmarme, estoy tan enfadado y preocupado... —digo sin quitar la mirada del camino.—Steve todo el mundo está bien, ya has oído a Mike. Los alcanzaremos ahora y nos aseguraremos personalmente —su voz tiembla por el miedo.—Sí, están bien —repito, apretando con los dedos en el volante, para mantener muy bien el control—. Tenemos que averiguar qué pasa, la próxima vez no tendrán tanta suerte.—¿Crees que
STEVEN Hace más de una hora que he vuelto a la casa, que he pasado sentado en el sofá mirando la pantalla del televisor sin luz.Le pedí a Sarah que cancelara todas las citas del día, estoy cansado y desmoralizado, no sería capaz de concentrarme en asuntos que requieren toda mi atención.Pienso en los últimos días y sonrío con amargura, la pícara duendecilla me ha engañado, lo que no es habitual en mí, que me considero uno de los hombres más astutos y perspicaces de la jet set neoyorquina.Su mirada dolida ante mis acusaciones, sin embargo, no puedo borrarla de mi mente, debo confesar que me sentí engañado y humillado por la mentira que me alimentó, pero eso no justifica lo que le dije e hice después.Acusarla de haber sido la autora intelectual de los atentados fue una mezquindad y abandonarla en aquel aparcamiento deseándole un buen viaje fue aún peor, pero siempre reacciono de forma instintiva y en aquel momento, pensando en la idiotez que hice en el piso de Claudio, me cegó la ir