MARCOS SAAVEDRA
Días de no poder dormir me pasaron factura. Volteé hacia un lado y me percaté del reloj sobre la mesita de noche, ya pasaban de las diez de la mañana. Eso era nuevo, siempre me levantaba antes de las cinco para que mi día rindiera.
De pronto recordé lo que había sucedido, la hermosa mirada de Katia resplandeció en mis recuerdos con tanta nitidez que fue como tenerla enfrente. Tentando el colchón a ciegas, busqué su cuerpo, ansioso por sentirla, por encontrarme con su espalda desnuda, por recorrerla con mis labios y volver a tomarla.
Como bien me temía desde hacía tiempo, esta clase de encuentros entre ella y yo solo provocarían que Katia dominara mi razón.
Cuando
MARCOS SAAVEDRA—No quedará embarazada… —contesté sin ocultar mi fastidio.—¡No lo sabes! Si no te cuidaste…—Si resulta embarazada será un milagro y tendremos que convertirla en santa —agregué levantándome de la mesa, no quería pasar ni un solo minuto ahí, con ella.—La confianza es peligrosa, Marcos. Lo sabes… —Se acercó hacia mí, bloqueándome el camino—. Sí Ivonne resulta embarazada tendrás que responder. Más vale que te divorcies cuanto antes, pues no tendrás hijos fuera del matrimonio. No era la clase de mujer que quería para ti, pero si su vientre me dará nietos legítimos, que así se
KATIA VEGAHuyendo de mis deseos y mis debilidades, firmé, dejando en claro que ya no era la misma mujer que se derretía por él, aunque fuera mentira. Le entregué la pluma y quise mantenerme fuerte, pero mis ojos me estaban traicionando, tuve que desviar la mirada para que no viera como las lágrimas comenzaban a formarse en el borde de mis párpados, pero él me tomó con firmeza por el mentón, enganchando sus ojos a los míos, hipnotizándome, acelerando mi corazón y arrancándome el alma.—Solo firma y terminemos con esto —pedí en un susurro, quedándome sin voz mientras su rostro se acercaba lentamente. ¿Me iba a besar?Cuando su aliento chocó con mi boca, su teléfono comenzó a sonar, logrando
MARCOS SAAVEDRANo supe cuánto tiempo me quedé viendo la foto de Katia y su hermano, orgullosos dueños del proyecto familiar. «Heritage Wine» lucía a su nuevo presidente, Arturo Vega, y su valiente CEO, Katia Vega. Ella se veía tan pequeña e inocente, ¿cómo se enfrentaría al mundo de los negocios siendo tan vulnerable? ¿Sobreviviría? Tal vez.Lo único que captaba por entera mi atención era el anillo de bodas aún adornando su dedo. Era una pizca de esperanza, una pequeña flama que aún ardía. Por inercia acaricié mi anillo, pues yo tampoco había aceptado quitármelo, como una promesa en silencio, de que un día la recuperaría, lo primero era averiguar a dónde había ido. MARCOS SAAVEDRAGuardando la compostura, no actué hasta que Silvia llevó a Emilia hacia su habitación. Tomé a Ivonne del brazo y la arrastré hasta la puerta, entre gritos y reclamos. —¿Creíste que sería tan fácil que te vuelvas la señora Saavedra? —pregunté divertido después de arrojarla al jardín.—Señor Saavedra… No entiende… Lo que ocurre es que…—Lo que ocurre es que entraste a esta casa creyendo que eras mejor que ella —contesté conteniendo mi furia—. Pensaste que podrías regresar con tu familia como toda una heroína al conseguir su lugar. Incluso sospecho que lo que ocurrió en la boda de tu prima, fue a propósito.Capítulo 48: Una buena y una mala noticia
KATIA VEGAMe quedé congelada, mi cerebro parecía no comprender las palabras del doctor, pero mi nariz cosquilleaba advirtiendo que deseaba llorar. —¿Cáncer? —susurré casi para mí misma.—Tengo que hacer una biopsia para poder diagnosticarla, entre otros estudios, pero lo más seguro es que estemos hablando de algo maligno —contestó el doctor cada vez más apenado y clavando la mirada en el escritorio.La mano de Rosa se posó sobre la mía y la apretó con fuerza. —Pero… aún no es nada seguro, ¿verdad? Digo… hay opción de que… no sea cáncer, ¿verdad? —preguntó mientras yo intentaba lidiar con el miedo y la ansiedad. KATIA VEGAComo habíamos acordado, el doctor tomó la biopsia que necesitaba y, mientras terminaba con los detalles del laboratorio, yo me quedé en la habitación, con la bata puesta y las esperanzas por el suelo.En ese momento entró una doctora con una alegría que no entonaba con la mía. Tomó lo que quedaba de mi expediente, esas hojas que el doctor no se había llevado consigo, y al voltear hacia mí, sonrió. —Señorita Vega… viene a… ¿control del embarazo? —preguntó con alegría.—No, yo… —No sabía cómo explicarle que posiblemente renunciaría a ese bebé.—Vamos a ver… —ignorándome, jaló Capítulo 50: Aprender a hacer sacrificios
KATIA VEGADurante la cena, no podía dejar de ver a Emilia, riendo y jugueteando con Arturo que parecía haberse convertido en su mejor amigo, además, la abuela estaba encantada con ella y no dejaba de consentirla con las uvas más dulces del viñedo.—Deberías de decirles… —dijo Rosa sentada a mi lado, persiguiendo los guisantes en su plato.—¿Decirles, qué? ¿Qué me voy a morir o que voy a dar a luz? —pregunté bebiendo de mi vaso.—Katia… El doctor tiene razón, tus jodidas prioridades están de cabeza. Si quieres un hijo, puedes tener cuantos quieras después de tu tratamiento. ¿Quieres que el padre sea el imbécil de tu ex? ¿
ARTURO VEGACáncer, cuando uno habla de esa maldita enfermedad solo hay una palabra que parece ir engarzada: muerte.Cuando Katy y yo éramos niños y teníamos miedo, tristeza, enojo o cualquiera de esos sentimientos que te envenenan y te hacen llorar, terminábamos aquí, en la parte más alejada del viñedo, sentados sobre la misma barda de piedra la cual era terriblemente incómoda, pero… ¡qué vista tan más preciosa! Los viñedos floreciendo y la puesta de sol siempre traían paz para el alma, así que carecía de sentido preocuparse por un trasero adolorido cuando podías calmar un poco el dolor de tu corazón perdiéndote en los colores del atardecer.Vi de reojo a Katy, su tristeza era tan profund