Capítulo 43: Una cura para su corazón herido

MARCOS SAAVEDRA

Después de deshacerme de Ivonne y llevar a Katia hasta nuestra habitación, me quedé embelesado con sus mejillas sonrojadas y sus pupilas dilatadas, oscureciendo sus ojos. Estaba nerviosa y aún parecía herida. —Quédate conmigo… —No la necesitaba, el alcohol en mis venas no era suficiente para hacerme sentir incapaz de valerme por mí mismo, pero ya no sabía qué más hacer para retenerla, aunque fuera esa noche. 

—No puedo… —susurró y, con ambas manos en mi pecho, intentó hacerme a un lado, sin lograrlo—. Tengo que irme. No tuve que entrar a esta casa… No tuve que buscarte…

Se estaba arrepintiendo y el miedo me invadió. Necesitaba unos minutos más, deseaba su calor, s

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