MARCOS SAAVEDRA
—Emilia es mi hija, por eso fui a la escuela, porque quería verla, porque… quería acercarme a ella y conocerla —contestó Arturo levantando a Katia del suelo—. No comprendo, si no quieres a mi hermana, si la maltratas y la humillas, ¿por qué te casaste con ella? ¿Por qué la retienes? ¡¿Qué carajos te hizo para que la odies tanto?!
Mi mirada se despegó de esa hoja que afirmaba que Emilia era su hija y entonces me di cuenta de la manera en la que Katia se refugiaba entre sus brazos, con la mirada perdida y las lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Pero descuida… Me la llevaré, no volverás a saber de ella. Juro que no volverá a posarse en tu camino, señor Saavedra —agreg&oacu
KATIA VEGA—Creo que lo mejor en este momento es permanecer juntos… —dijo mi madre sentada cómodamente en el sillón frente a nosotros, con mi padre a su lado, tomándola de la mano—. La grosería que le hicieron a la familia Saavedra no pasará inadvertida.—¿Grosería? ¿Qué hay de lo que ellos nos hicieron? —preguntó Arturo con molestia—. ¡Ese hombre golpeaba y humillaba a tu propia hija!Posé mi mano sobre la suya, intentando calmarlo. No resolvería nada exaltándose así.—No, Kat, no los defiendas. Te vendieron como un maldito animal y voltearon hacia otro lado mientras tú sufrías —reclamó Artu
KATIA VEGA—Escoge el equipo que quieras… —dijo Yael con media sonrisa, tomándome por sorpresa—. Que lo carguen a mi cuenta.—¿Qué? No podría —contesté sorprendida—. No quiero traerte problemas.—Descuida, este lugar es mío, es el negocio que pude levantar con lo poco que le quedaba a la familia Esquivel, telefonía y equipos. Me está yendo bien —agregó mientras se alejaba de mí—. Velo como un regalo para festejar tu próximo divorcio.Me guiñó un ojo antes de darme la espalda e irse, aún riendo divertido.•••Sal&i
KATIA VEGAEra curioso cómo las personas cambiaban con el alcohol o tal vez era el dolor lo que había hecho que Marcos bajara la guardia y pudiera mostrarme a ese hombre sencillo y ansioso de libertad que vivía dentro de él.—Tantos años la esperé… Creyendo que Emilia era el producto de esas noches que habíamos compartido en secreto —dijo Marcos con una sonrisa de medio lado, girando su vaso, viendo como la luz atravesaba el líquido ambarino—. Ahora resulta que la niña no es mía. ¿Por qué no me lo dijo?—Supongo que nunca lo sabremos —contesté empinándome la botella—. Aunque… creo suponerlo. Ella quería un buen futuro para su hija y mi hermano… bueno, creo que la fama y lo
MARCOS SAAVEDRADespués de deshacerme de Ivonne y llevar a Katia hasta nuestra habitación, me quedé embelesado con sus mejillas sonrojadas y sus pupilas dilatadas, oscureciendo sus ojos. Estaba nerviosa y aún parecía herida. —Quédate conmigo… —No la necesitaba, el alcohol en mis venas no era suficiente para hacerme sentir incapaz de valerme por mí mismo, pero ya no sabía qué más hacer para retenerla, aunque fuera esa noche.—No puedo… —susurró y, con ambas manos en mi pecho, intentó hacerme a un lado, sin lograrlo—. Tengo que irme. No tuve que entrar a esta casa… No tuve que buscarte…Se estaba arrepintiendo y el miedo me invadió. Necesitaba unos minutos más, deseaba su calor, s
MARCOS SAAVEDRADías de no poder dormir me pasaron factura. Volteé hacia un lado y me percaté del reloj sobre la mesita de noche, ya pasaban de las diez de la mañana. Eso era nuevo, siempre me levantaba antes de las cinco para que mi día rindiera.De pronto recordé lo que había sucedido, la hermosa mirada de Katia resplandeció en mis recuerdos con tanta nitidez que fue como tenerla enfrente. Tentando el colchón a ciegas, busqué su cuerpo, ansioso por sentirla, por encontrarme con su espalda desnuda, por recorrerla con mis labios y volver a tomarla.Como bien me temía desde hacía tiempo, esta clase de encuentros entre ella y yo solo provocarían que Katia dominara mi razón.Cuando
MARCOS SAAVEDRA—No quedará embarazada… —contesté sin ocultar mi fastidio.—¡No lo sabes! Si no te cuidaste…—Si resulta embarazada será un milagro y tendremos que convertirla en santa —agregué levantándome de la mesa, no quería pasar ni un solo minuto ahí, con ella.—La confianza es peligrosa, Marcos. Lo sabes… —Se acercó hacia mí, bloqueándome el camino—. Sí Ivonne resulta embarazada tendrás que responder. Más vale que te divorcies cuanto antes, pues no tendrás hijos fuera del matrimonio. No era la clase de mujer que quería para ti, pero si su vientre me dará nietos legítimos, que así se
KATIA VEGAHuyendo de mis deseos y mis debilidades, firmé, dejando en claro que ya no era la misma mujer que se derretía por él, aunque fuera mentira. Le entregué la pluma y quise mantenerme fuerte, pero mis ojos me estaban traicionando, tuve que desviar la mirada para que no viera como las lágrimas comenzaban a formarse en el borde de mis párpados, pero él me tomó con firmeza por el mentón, enganchando sus ojos a los míos, hipnotizándome, acelerando mi corazón y arrancándome el alma.—Solo firma y terminemos con esto —pedí en un susurro, quedándome sin voz mientras su rostro se acercaba lentamente. ¿Me iba a besar?Cuando su aliento chocó con mi boca, su teléfono comenzó a sonar, logrando
MARCOS SAAVEDRANo supe cuánto tiempo me quedé viendo la foto de Katia y su hermano, orgullosos dueños del proyecto familiar. «Heritage Wine» lucía a su nuevo presidente, Arturo Vega, y su valiente CEO, Katia Vega. Ella se veía tan pequeña e inocente, ¿cómo se enfrentaría al mundo de los negocios siendo tan vulnerable? ¿Sobreviviría? Tal vez.Lo único que captaba por entera mi atención era el anillo de bodas aún adornando su dedo. Era una pizca de esperanza, una pequeña flama que aún ardía. Por inercia acaricié mi anillo, pues yo tampoco había aceptado quitármelo, como una promesa en silencio, de que un día la recuperaría, lo primero era averiguar a dónde había ido.Último capítulo