Capítulo 38: La ferocidad de su corazón

KATIA VEGA

Había decidido irme a la sala, me dolía el corazón y el orgullo. Por si fuera poco el sufrimiento que ya cargaba conmigo, escuché gemidos fuertes saliendo de la habitación. Era Ivonne quien parecía no poder controlar su gozo.

En lo primero que pensé fue en Emilia. ¿Escucharía tales ruidos? ¿Podría dormir? Subí las escaleras, con el corazón rompiéndose en miles de pedazos conforme los gemidos desesperados taladraban mis oídos. Llegué hasta la habitación de Emilia y noté que dormía plácidamente, pero… aunque su sueño era bastante pesado, no pude evitar notar que fruncía el ceño y se revolvía. El ruido estaba a punto de despertarla y eso sí que no lo permitiría. 

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