CAPÍTULO 140. Un pequeño paraísoPor si alguien tiene dudas, es válido especificar que nada en el mundo se mueve tan rápido como la lengua de una mujer herida. En el fondo Alejandra incluso sentía pena por Claudette. Bien decía el refrán: Que no te enorgullezca que un hombre deje a su mujer por ti, solo es Dios mostrándote un adelanto de lo que te espera con él.Claudette le confesó a la policía hasta lo que no imaginaban Alejandra y Scott. Le contó a la policía todo sobre los crímenes de Alberto, desde sus formas crueles y manipuladoras, hasta sus tendencias más sádicas, incluso sus negocios y algunas actividades ilegales.A medida que contaba su historia, la policía se daba cuenta de que Alberto era un hombre realmente malvado y peligroso. Les asombraba que hubiera podido mantener oculta esa parte de él por tantos años.Tenía mucha evidencia guardada, evidencia que McAllan no dudo ni un segundo en enviar a buscar a América por miembros de su propio equipo. Al parecer muy en el fondo
CAPÍTULO 141. Dos meses idílicosSin dudas aquel fue el mejor escape para la pequeña familia. Bas se les unía los fines de semana, cada vez con una chica nueva, y por más que Alejandra se ocupara de recalcarle que debía sentar cabeza, eso no parecía que ocurriría en ningún momento cercano.—¿Recuerdas, nena? —le dijo Scott en voz baja una noche después de cenar y ver el atardecer juntos—. Vinimos aquí cuando me dieron la residencia en Estados Unidos, cuando me dijeron que podía quedarme.Los ojos de Alejandra brillaron con ese hermoso recuerdo.—Sí, estaba emocionada y tú estabas loco de la felicidad —respondió Ale.—¡Pero que conste que no era solo porque habíamos logrado cumplir tu parte del contrato! —le advirtió Scott—. ¿Puedo ser honesto contigo?Alejandra arrugó el ceño con una sonrisa precavida.—A ver...—No estaba feliz por la residencia ni porque hubiéramos logrado engañar al tipo de migración... estaba feliz porque tú estabas feliz —sonrió él mirando al cielo—. Recuerdo que
CAPÍTULO 142. Una felicidad por construirSi había algo que realmente pudiera derretir el corazón de Scott Hamilton mucho más de lo que ya lo estaba de amor por su hija, era escucharla llamarlo así.Scott sintió que su corazón se hinchaba de amor y alegría cuando escuchó a su pequeña llamarle: "¡Papi!". Sólo llevaba unos meses hablando, pero jamás lo había llamado así, y había algo en la forma en que lo decía que le hacía sentirse el padre más afortunado del mundo.La cogió en brazos, enterró su cara en sus suaves y dulces rizos y le hizo un mimo. Ella se reía y abría los bracitos como si fuera a volar mientras él la mecía de un lado a otro, disfrutando del simple placer de estar con su hija.—¿Qué pasó? ¿Ya lo dijo? —se acercó Alejandra con emoción y Scott la puso en el suelo de nuevo.Sonrió al ver a su pequeña acercarse a él de nuevo, protestando con una sonrisa contagiosa y extendiendo sus brazos regordetes hacia él, expectante.—¡Papi! ¡Avonchito! —exclamó alegremente, alargando
CAPÍTULO 143. SorpresasÉl se arrodilló frente a ella y sonrió.—Sí, amor, es un modelo que puedes conducir solo con las manos —le explicó—. Lo mandamos a construir especialmente para ti, aunque sé que muy pronto se lo pasarás a todos los que se atrevan a volver al ruedo, como tú.—¡Gracias, amor! —dijo ella, sin poder evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos. No podía creerlo.Scott se acercó a ella y la besó en los labios.—Te amo, Ale —susurró—. Nunca lo dudes. Cuando dije que haría cualquier cosa por ti, lo dije en serio. Ahora vamos, vamos a darnos una vuelta.La subió al auto y la aseguró antes de subirse al asiento del copiloto, también había hecho construir un pequeño circuito de Fiorano para ella y aunque al inicio Alejandra fue más que cuidadosa mientras aprendía a reconocer el coche, muy pronto volaban sobre aquel camino con la misma energía de siempre.Para Alejandra, esto era más que un simple regalo; era un símbolo del amor de Scott y de todo lo que él significaba pa
CAPÍTULO 144. PrácticasAlejandra cerró los ojos mientras el avión despegaba y se alejaba de Francia. Habían pasado los mejores meses de su vida allá, pero ya era hora de volver a Mónaco. Nada había cambiado, solo ellos.Sebastián era el mejor para administrar la empresa y Diamond Fast seguía creciendo, así que Alejandra decidió dejar todo en sus manos porque traía un proyecto mucho más grande entre manos y era su boda.No quería el lujo de una boda extravagante, pero tampoco quería una ceremonia sencilla. Tenía que encontrar el equilibrio perfecto para que ella y Scott recordaran ese día para siempre. Así que, después de mucho pensarlo, decidió hacerla en su propia casa.La mansión estaba en plena naturaleza y ofrecía un paisaje maravilloso, así que sería el lugar perfecto para la boda. Había imaginado aquello tantas veces en los últimos meses que se sentía como si fuera un sueño. Ahora solo le faltaban las últimas semanas de preparación.Se mordió el labio nerviosa mientras pensaba
CAPÍTULO 145. ¿Cómo vas a casarte conmigo si no vienes hacia mí?—¡Te amo! —exclamó Ale emocionada.—Entonces practica conmigo, ven acá.Scott extendió sus brazos y Alejandra dudó un momento. Estaba a más de cuatro metros y no quería que su primer intento fuera para caerse frente a él con aquel vestido.Negó y Scott se acercó un poco más.—Ven, Ale. Tienes que confiar —la animó—. ¿Cómo vas a casarte conmigo si no vienes hacia mí?—Si me caigo...—Te levanto. Y si no, voy y me acuesto contigo. Pero igual vamos a estar juntos —le sonrió Scott—. Por favor, ven.Alejandra se armó de valor para soltar el agarre que tenía y se mantuvo sola en equilibrio por un minuto, como si intentara averiguar cómo dar el primer paso... pero finalmente lo hizo. Puso aquel pide delante y el mundo se detuvo cuando Alejandra empezó a caminar. Daba un paso por minuto, pero Scott tenía los ojos llenos de lágrimas cuando ella recorrió la mitad de aquel camino.—¿Qué te parece? —preguntó Ale en voz baja y él sal
CAPÍTULO 146. Un regalo de bodasAlejandra sabía que debía estar emocionada, pero la verdad estaba un poco asustada. Al menos a la luz de las estrellas aquel lugar era... ¡bien feo la verdad!—Mi confianza en ti está disminuyendo a medida que aumenta la posibilidad de necesitar una inyección contra el tétanos, amor —dijo en su oído pero él solo rio.—Tienes que confiar en mí, porque te aseguro que esta será la mejor sorpresa de todas —dijo Scott—. Es más, cierra los ojos.Ale obedeció y Scott abrió la puerta del edificio para poder entrar.El corazón de Alejandra latía con fuerza en su pecho mientras Comenzaba a distinguir un olor característico que la transportó de inmediato a su niñez. Abrió los ojos sin poder evitarlo y miró a su alrededor, tratando de asimilar su entorno. El lugar estaba poco iluminado, pero aun así ella sabía que estaba en una pequeña fábrica y para qué servían todas aquellas máquinas que tenía frente a ella.Scott la depositó suavemente en el suelo y la abrazó
CAPÍTULO 147. Un pacto de amorSi era honesta, debía admitir que todo el tiempo la había mantenido la esperanza de poder volver a caminar, pero sabía que aún más valor tenían todas esas personas que, sabiendo que no lograrían hacerlo nunca más, eran capaces de sobreponerse y seguir adelante desde su silla. Así que a partir de ese momento Diamond Fast abrió una división de investigación especialmente operada por y para personas discapacitadas, donde se diseñaba y construía toda clase de artículos útiles para ellos, desde sillas de ruedas o autos que pudieran manejar solo con sus manos, para darles mayor independencia y autonomía.Scott había decidido que financiarían aquella división con los videojuegos, así que el lanzamiento del primero, casi seis meses después, lo tenía muy nervioso.—Cariño, todo va a salir bien —lo tranquilizó Alejandra mientras le arreglaba la pajarita de su traje.—Lo sé, lo sé, pero estoy ansioso —le sonrió él mientras rodeaba su cintura y la besaba—. El financ