PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 60. A las puertas del desastreEl teléfono aún estaba caliente en las manos de Gigi. Había hablado con Anja hacía apenas diez minutos cuando un golpe fuerte resonó en la puerta. Galia empezó a aullar como una loca, con tal intensidad que Gigi supuso que Ingrid venía corri
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 61. Verdades que duelenNiko se quedó sin palabras, como si de repente el mundo fuera una pequeña burbuja estallando.La prueba de embarazo en sus manos parecía pesar una tonelada, y de toda aquella ola de emociones que lo atravesaron, ninguna tan fuerte como la sorpresa.
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 62. Rastreando el pasadoNiko caminaba de un lado a otro de la pequeña sala, con el teléfono apretado en su mano, esperando que Jhon respondiera. Gigi lo observaba desde el sofá, con Galia dormitando en su regazo; y aunque trataba de calmarse, el nudo en su estómago no de
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 63. Un infierno de cuarenta y ocho horasNiko ni siquiera dejó protestar a Gigi cuando hablaron de llevarla de vuelta a casa después de aquellos exámenes. Y con “casa” por supuesto se refería a ese departamento en el que habían vivido juntos hasta hacía solo unas pocas se
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 64. ResultadosGigi estaba soñando. Lo sabía porque solo en sus sueños podía volver a sentir la cercanía de Niko de esa manera. Estaba en sus brazos, su rostro tan cerca del de ella, y sus labios rozaban los suyos con una dulzura que la hacía temblar.Su corazón latía con
ENERO SEATTLE —¡¿Cómo fuiste capaz de hacer esto?! —El rugido furioso de Zack Keller detuvo a su novia en la misma puerta de la casa apenas la vio llegar. Giselle vio una hoja en su mano y ni siquiera sabía de qué estaba hablando, pero jamás lo había visto tan alterado como en ese momento. —No s
NOVIEMBRE. VANCOUVER —¡Andrea! ¡A mi oficina! ¡Ahora! El grito de su jefe, un gerente medio en la compañía SportUnike, la hizo saltar en su asiento, angustiada, porque sabía que estaba de muy mal humor ese día. —¿Esta es una maldit@ broma? —gruñó lanzándole una carpeta de documentos a la cara—.
Pero si Zack creía que algo en aquella empresa iba mal, su instinto se disparó cuando bajó al estacionamiento y vio a la mujer apoyada en una de las paredes. Intentaba cambiarse los zapatos de tacón por unos tenis bajos, pero las manos le temblaban. Estuvo tentado a ir a hablarle, pero algo en él t