PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 63. Un infierno de cuarenta y ocho horasNiko ni siquiera dejó protestar a Gigi cuando hablaron de llevarla de vuelta a casa después de aquellos exámenes. Y con “casa” por supuesto se refería a ese departamento en el que habían vivido juntos hasta hacía solo unas pocas se
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 64. ResultadosGigi estaba soñando. Lo sabía porque solo en sus sueños podía volver a sentir la cercanía de Niko de esa manera. Estaba en sus brazos, su rostro tan cerca del de ella, y sus labios rozaban los suyos con una dulzura que la hacía temblar.Su corazón latía con
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 65. Un hombre en ParisEl cuarto estaba lleno de una luz suave y cálida, y Gigi todavía sentía el eco de la intensidad de lo que acababa de pasar entre ellos. Niko seguía abrazándola, como si no quisiera soltarla nunca. Ella apoyó su cabeza en su pecho, escuchando el lati
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 66. Honor entre ladronesAquel café en París estaba lleno de turistas y locales, y el bullicio habitual de la ciudad hacía de fondo mientras Gigi se sentía atrapada en una especie de realidad paralela; porque por las palabras de Niko, comenzaba a imaginar exactamente de q
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 67. Una noticia impactanteEl avión aterrizó en Suiza al amanecer, y a pesar del cansancio del viaje, Gigi sentía una mezcla de emoción y nervios que le impedía quedarse quieta. El asunto de su origen estaba zanjado, y si era honesta, la tenía sin cuidado quién fuera su p
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 68. Invitados indeseables.Mientras tanto, quizás no tan ajena al odio de su madre pero sí un poco más indiferente, Gigi se preparaba para la fiesta de compromiso con la ayuda de Anja y de todas las primas y tías de Niko. El salón había sido decorado con elegancia, lleno
PEQUEÑA AÑADA MÍA. CAPÍTULO 69. Una exigencia humillanteLa mirada de Gigi ardía mientras miraba a su madre. La sala privada, elegantemente decorada, se había convertido en un campo de batalla invisible, lleno de tensiones que cada uno manejaba a su manera. Pero oír a Chantal pidiendo más que solo d
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 70. AmenazasNiko se consideraba un hombre bueno, y en general, lo era, sin embargo no pudo evitar sentir una oscura satisfacción cuando vio el espanto y la rabia en los ojos de Chantal.—¿¡Te has vuelto loco!? ¿¡Qué crees?! ¿Qué trayéndome a un mugrero como este me vas a