PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 59. AyudaGigi estaba sentada en la pequeña mesa de su cocina, mirando fijamente las pruebas de embarazo que había dejado allí, como si fueran bombas a punto de estallar. Su respiración era entrecortada, tenía el pulso acelerado y las manos le temblaban. Durante toda la n
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 60. A las puertas del desastreEl teléfono aún estaba caliente en las manos de Gigi. Había hablado con Anja hacía apenas diez minutos cuando un golpe fuerte resonó en la puerta. Galia empezó a aullar como una loca, con tal intensidad que Gigi supuso que Ingrid venía corri
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 61. Verdades que duelenNiko se quedó sin palabras, como si de repente el mundo fuera una pequeña burbuja estallando.La prueba de embarazo en sus manos parecía pesar una tonelada, y de toda aquella ola de emociones que lo atravesaron, ninguna tan fuerte como la sorpresa.
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 62. Rastreando el pasadoNiko caminaba de un lado a otro de la pequeña sala, con el teléfono apretado en su mano, esperando que Jhon respondiera. Gigi lo observaba desde el sofá, con Galia dormitando en su regazo; y aunque trataba de calmarse, el nudo en su estómago no de
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 63. Un infierno de cuarenta y ocho horasNiko ni siquiera dejó protestar a Gigi cuando hablaron de llevarla de vuelta a casa después de aquellos exámenes. Y con “casa” por supuesto se refería a ese departamento en el que habían vivido juntos hasta hacía solo unas pocas se
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 64. ResultadosGigi estaba soñando. Lo sabía porque solo en sus sueños podía volver a sentir la cercanía de Niko de esa manera. Estaba en sus brazos, su rostro tan cerca del de ella, y sus labios rozaban los suyos con una dulzura que la hacía temblar.Su corazón latía con
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 65. Un hombre en ParisEl cuarto estaba lleno de una luz suave y cálida, y Gigi todavía sentía el eco de la intensidad de lo que acababa de pasar entre ellos. Niko seguía abrazándola, como si no quisiera soltarla nunca. Ella apoyó su cabeza en su pecho, escuchando el lati
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 66. Honor entre ladronesAquel café en París estaba lleno de turistas y locales, y el bullicio habitual de la ciudad hacía de fondo mientras Gigi se sentía atrapada en una especie de realidad paralela; porque por las palabras de Niko, comenzaba a imaginar exactamente de q