PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 56. Amor con feNiko se paseaba frenéticamente por su despacho, sintiendo cómo la desesperación lo consumía cada vez más. Los investigadores estaban sentados frente a él, mirándose entre sí, nerviosos y sin saber qué decir. Uno de ellos se atrevió a hablar, pero Niko lo i
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 57. Corazones heridosLe dolía el corazón, el cuerpo, hasta los pensamientos; pero no podía hacer nada más que dar un paso detrás del otro y ser fuerte.Gigi se bajó del último autobús en un pequeño pueblo cerca del lago Lemán, sus pies pesaban y sus pensamientos eran un
PEQUEÑA MADA MÍA. CAPÍTULO 58. Hasta el último rastro.Niko estaba sentado en el asiento del copiloto, mirando por la ventana mientras su tío John conducía. Las carreteras estrechas serpenteaban entre pequeños pueblos, rodeadas de campos verdes y el imponente telón de fondo de los Alpes. El sol come
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 59. AyudaGigi estaba sentada en la pequeña mesa de su cocina, mirando fijamente las pruebas de embarazo que había dejado allí, como si fueran bombas a punto de estallar. Su respiración era entrecortada, tenía el pulso acelerado y las manos le temblaban. Durante toda la n
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 60. A las puertas del desastreEl teléfono aún estaba caliente en las manos de Gigi. Había hablado con Anja hacía apenas diez minutos cuando un golpe fuerte resonó en la puerta. Galia empezó a aullar como una loca, con tal intensidad que Gigi supuso que Ingrid venía corri
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 61. Verdades que duelenNiko se quedó sin palabras, como si de repente el mundo fuera una pequeña burbuja estallando.La prueba de embarazo en sus manos parecía pesar una tonelada, y de toda aquella ola de emociones que lo atravesaron, ninguna tan fuerte como la sorpresa.
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 62. Rastreando el pasadoNiko caminaba de un lado a otro de la pequeña sala, con el teléfono apretado en su mano, esperando que Jhon respondiera. Gigi lo observaba desde el sofá, con Galia dormitando en su regazo; y aunque trataba de calmarse, el nudo en su estómago no de
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 63. Un infierno de cuarenta y ocho horasNiko ni siquiera dejó protestar a Gigi cuando hablaron de llevarla de vuelta a casa después de aquellos exámenes. Y con “casa” por supuesto se refería a ese departamento en el que habían vivido juntos hasta hacía solo unas pocas se