ROJO PROMESA. CAPÍTULO 42. Pase lo que pase Rolf Weber esperaba cualquier reacción de parte del tipo que se había casado con la mujer que estaba criando a su hija, pero sin dudas que lo mandara al suelo de un puñetazo no era una de ellas. —Pero… ¿¡te has vuelto loco!? —gritó tocándose la nariz, de
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 43. ¿Por qué? Los labios le temblaban sin que pudiera evitarlo. Ainara sabía que Mauro tenía todo el derecho a reclamar, a exigir una explicación, a montar un escándalo por lo que acababa de decirle el imbécil de Rolf Weber, pero para sorpresa de la muchacha él estaba tan cal
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 44. Conexión La respuesta no estaba clara, pero al menos Mauro sabía por dónde tenía que empezar a investigar, y de quién tenía que cuidarse más. Podía ver en los ojos que Ainara aquella duda, y se encargó de despejarla en un segundo. —No. La respuesta es no. Me importa muy
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 45. Un caso frío Ainara sintió que empezaba a sudar frío. No podía ser. Aquella gente de verdad había estado tras su pista desde hacía tiempo, suficiente como para intentar sabotear los negocios de Mauro. —Pero no entiendo, ¿por qué? ¿Por qué negarte la licitación? ¿Eso qué
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 46. Una elección Era una buena pregunta. Era una excelente pregunta, pero era más que evidente que muchas cosas se desarrollarían independientes a las intenciones de Mauro, porque no habían pasado ni veinticuatro horas cuando supo de parte de quién estaba la mayor lealtad del
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 47. Una estupidez. La voz de la mujer era tan tajante, que si no la hubiera amado como la amaba, Mauro probablemente le habría tenido miedo. —¡Ainara no seas infantil! —le reclamó Rosso—. El que está haciendo esto sabe… sabe cosas. Sobre nosotros, ¡sobre ti! ¡Maldición sabe
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 48. Causa probable Decir “estupidez” era un eufemismo. Mauro estaba dispuesto a darle a Lugh la paliza de su vida después de ver cuál era esa información que tenía sobre Ainara, así que era mejor ir acompañado. Dejó a su esposa y su hija en casa de sus padres, mientras su mad
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 49. Tienes esposa ahora ¿recuerdas? Para Ainara, bastó que June se quedara por completo rendida en uno de los cuartos de invitados de sus nuevos abuelos, para que ella pudiera dar rienda suelta a toda esa preocupación que no quería mostrar delante de su hija. —¿Dónde están?