CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 27. Una sorpresa inesperada.Chloe no podía dejar de pensar en las palabras de Odette. Seguía sentada en el borde del sofá, con los dedos entrelazados sobre las rodillas, tratando de encajar aquella idea, cuando escuchó que la puerta de la habitación se abría. Levantó la
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 28. Proyectos y venenosSe suponía que le iba a lanzar una réplica digna de un filósofo, pero en ese momento la alegría de Chloe pareció desbordarla y sin pensarlo dos veces se lanzó a abrazarlo. Fue un abrazo impulsivo, fuerte, cálido. Elías se quedó inmóvil un segundo,
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 29. Un hombre muy territorialChloe la miró de reojo. No iba a responder, pero tampoco hizo falta porque la licenciada Hawkins alzó la mirada en ese momento como un radar detectando molestias.—Sandra —le dijo a la pasante con tono mitad severo y mitas sarcástico—, Chloe
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 30. Un tipo de hombreChloe puso espacio de por medio, metros cuadrados, un sofá del salón y hasta la encimera de la cocina, el problema era que el juego le gustaba, él le gustaba, aquella cosa que tenían le gustaba.—Voy a quitarme el traje de pingüino —anunció Elías fin
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 31. Una sesión de fotosChloe se volteó hacia él, sorprendida, exactamente igual que todos los demás en aquel estudio cuando lo escucharon.—¡¿Disculpa?! Tú no puedes despedirme —bufó Claire con impotencia—. ¡La dueña de la marca es Odette!Y como si la hubieran invocado
ENERO SEATTLE —¡¿Cómo fuiste capaz de hacer esto?! —El rugido furioso de Zack Keller detuvo a su novia en la misma puerta de la casa apenas la vio llegar. Giselle vio una hoja en su mano y ni siquiera sabía de qué estaba hablando, pero jamás lo había visto tan alterado como en ese momento. —No s
NOVIEMBRE. VANCOUVER —¡Andrea! ¡A mi oficina! ¡Ahora! El grito de su jefe, un gerente medio en la compañía SportUnike, la hizo saltar en su asiento, angustiada, porque sabía que estaba de muy mal humor ese día. —¿Esta es una maldit@ broma? —gruñó lanzándole una carpeta de documentos a la cara—.
Pero si Zack creía que algo en aquella empresa iba mal, su instinto se disparó cuando bajó al estacionamiento y vio a la mujer apoyada en una de las paredes. Intentaba cambiarse los zapatos de tacón por unos tenis bajos, pero las manos le temblaban. Estuvo tentado a ir a hablarle, pero algo en él t