CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 28. Proyectos y venenosSe suponía que le iba a lanzar una réplica digna de un filósofo, pero en ese momento la alegría de Chloe pareció desbordarla y sin pensarlo dos veces se lanzó a abrazarlo. Fue un abrazo impulsivo, fuerte, cálido. Elías se quedó inmóvil un segundo,
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 29. Un hombre muy territorialChloe la miró de reojo. No iba a responder, pero tampoco hizo falta porque la licenciada Hawkins alzó la mirada en ese momento como un radar detectando molestias.—Sandra —le dijo a la pasante con tono mitad severo y mitas sarcástico—, Chloe
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 30. Un tipo de hombreChloe puso espacio de por medio, metros cuadrados, un sofá del salón y hasta la encimera de la cocina, el problema era que el juego le gustaba, él le gustaba, aquella cosa que tenían le gustaba.—Voy a quitarme el traje de pingüino —anunció Elías fin
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 31. Una sesión de fotosChloe se volteó hacia él, sorprendida, exactamente igual que todos los demás en aquel estudio cuando lo escucharon.—¡¿Disculpa?! Tú no puedes despedirme —bufó Claire con impotencia—. ¡La dueña de la marca es Odette!Y como si la hubieran invocado
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 32. Un momento peligrosoChloe no podía más.Tenía la cabeza hecha un nudo, el pecho apretado y la paciencia colgando de un hilo. Sentía que en cualquier momento iba a explotar, o a llorar, o a gritarle a alguien. Tal vez las tres cosas al mismo tiempo.Se frotó las siene
CURVAS DE INFARTO. CAPÍTULO 33. Una chica traumatizadaElías estaba apoyado contra la pared del fondo del baño, justo bajo la ducha, mirándola con una mezcla de duda y deseo. Chloe estaba apoyada contra la pared del frente, con las piernas cruzadas como si necesitara contener algo, y las mejillas ro
ENERO SEATTLE —¡¿Cómo fuiste capaz de hacer esto?! —El rugido furioso de Zack Keller detuvo a su novia en la misma puerta de la casa apenas la vio llegar. Giselle vio una hoja en su mano y ni siquiera sabía de qué estaba hablando, pero jamás lo había visto tan alterado como en ese momento. —No s
NOVIEMBRE. VANCOUVER —¡Andrea! ¡A mi oficina! ¡Ahora! El grito de su jefe, un gerente medio en la compañía SportUnike, la hizo saltar en su asiento, angustiada, porque sabía que estaba de muy mal humor ese día. —¿Esta es una maldit@ broma? —gruñó lanzándole una carpeta de documentos a la cara—.